Para Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo esta lamentable decisión demuestra que el Poder Judicial está sometido al poder presidencial
. Junto a la politóloga y maestra Denise Dresser (cuya solidaridad con la conductora es admirable en el país delsálvese quien pueda
) los tres promueven otro amparo porque consideran que la censura a Aristegui viola la libertad de expresión de los mexicanos.
Somos miles quienes creemos que más allá del pasillo de tribunales y la traición de los ministros de la Corte, más allá de los amparos y desamparos nuestros de cada día, más allá del golpe brutal en contra del programa que denunció la Casa Blanca de Ángelica Rivera en Las Lomas, más allá de fugas y túneles, desde que noamanecemos con el buenos días
de Carmen, algo esencial nos falta a los mexicanos. Desde el 15 de marzo extrañamos las cuatro horas de compromiso con la verdad, el profesionalismo sin ataduras, la investigación certera y valiente, el debate generador de ideas, la crítica constructiva en búsqueda de un mejor país.
Indignada con muy justa razón, Denise Dresser cuestiona la decisión de la jueza Silvia Cerón, quién desechó los amparos de los radioescuchas y la pregunta: “¿En qué país paralelo vive la jueza? Es como si no escuchara la radio, donde ya no se tocan temas espinosos para el gobierno como Tlatlaya, Ayotzinapa, Apatzingán, la Casa Blanca, la de Malinalco, etcétera”.
Hace 11 días una imagen se repite noche tras noche en las noticias: funcionarios, comunicadores, reporteros y vedetes de televisión se asoman al agujero que desemboca en un túnel de 1.5 kilómetros de largo y 10 metros de profundidad por el que se escapó El Chapo, como si por él fuera a regresar. Nadie parece entender que el fallo contra Carmen Aristegui nos orilla cada día más a un abismo peor que el de Almoloya de Juárez, ya que a los fallos contra periodistas se debe agregar el asesinato de 80 y la desaparición de casi 30.
El regreso de Carmen Aristegui a la radio MVS o a cualquier otra es por ahora la gran batalla del periodismo mexicano y ese retorno depende de que no le apostemos a la acción del tiempo sobre el ánimo de los ciudadanos.
A Carmen Aristegui nadie puede sacarla del aire porque ella oxigena desde los primeros meses de 1987 la mente y la voluntad de millones de mexicanos que la seguimos y a quienes hace falta. En 2011 un berrinche presidencial quiso eliminarla y todos protestamos; ahora en 2015 frente a la Casa Blanca de la calle de Sierra Gorda 150 en las Lomas de Chapultepec –valuada en 7 millones de dólares– seguimos en pie de lucha.