Clouthier reveló en su libro ‘Juntos Hicimos Historia’ la estrategia de los candidatos presidenciables 2018 para molestar al actual presidente AMLO
Regeneración, 9 de marzo del 2019. Tatiana Clouthier Carrillo, quien fue coordinadora de la campaña presidencial del actual presidente Andrés Manuel López Obrador, lanzó su libro “Juntos Hicimos Historia”, el cual consta de más de 300 cuartillas.
En éste se cuenta el viaje que llevó a cabo junto al presidente durante la campaña y el triunfo de éste.
Este contenido, que fue escrito en primera persona, también se relatan los motivos por los que Tatiana dejó al partido conservador, PAN, y se fue a uno de izquierda, Morena. Incluso cuenta la manera en la que el presidente Andrés Manuel López Obrador le pidió que coordinara la campaña en 2018.
El medio Sin embargo, compartió un fragmento del libro:
“Fui al rancho ‘La Chingada’ que tiene Andrés Manuel en Palenque, Chiapas… En esa pequeña caminata me presumió los árboles que habían plantado y, cuando menos lo esperaba, soltó:
–La verdad es que te trajimos aquí porque queremos pedirte que coordines la campaña.
–N’ombre, Andrés! No me vengas con eso –le respondí con sorpresa”.
“No me canso de agradecer a la vida el haberme puesto ante este reto histórico: ser una más para cambiar a México por la vía pacífica y democrática. En este texto comparto cómo viví estos cerca de 150 días, entre cansancio, alegría, tensiones y miedos. Además, muestro el proceso que seguí, en donde expreso cómo di la cara. Y tal vez porque fue una experiencia personal fui capaz de invitar a otros a hacer lo mismo”, comparte Tatiana en su libro.
A su vez, el medio Proceso también adelantó fragmentos interesantes de la ahora diputada con AMLO durante la campaña:
“Uno de los rasgos que más me llaman la atención de Andrés Manuel es el gran conocimiento que tiene de la historia y el claro propósito en su vida. Andrés es una máquina para lograr objetivos, tiene claro a dónde va y está tres pasos adelante. Además, tiene un gran sentido del humor y es muy sagaz. La gente a veces no puede creer que sea un hombre muy divertido. Y se ve en los mítines: tiene una chispa y es muy vivaz. Por ejemplo, tras el segundo debate, realizado el 20 de mayo de 2018, en la Universidad Autónoma de Baja California, en Tijuana, se complicaron las cosas en la Ciudad de México y me urgía verlo, porque no podíamos tratar el tema por teléfono. Cancelé una reunión que tenía con el periodista Julio Hernández López, autor de la columna Astillero, de La Jornada, y desde entonces parece que se quedó con la idea de que yo no había querido darle una entrevista, y la realidad es que me tenía que ir a ver a Andrés.
Fui a alcanzarlo a Puerto Vallarta, Jalisco. Una vez que nos encontramos, fuimos a comer, y ya sentados, le pregunté: “¿De dónde sacaste lo de la cartera?”. Mi pregunta se refería a la puntada que tuvo nuestro candidato de, en plena transmisión televisiva, sacar su billetera y mostrarla al público, para después esconderla bajo el brazo. “Voy a cuidar mi cartera… no te acerques mucho”, le dijo Andrés a Ricardo Anaya. El candidato del PAN había tenido la osadía de invadir el espacio vital de López Obrador y pararse frente a él, a menos de un metro de distancia, aun cuando las reglas del debate permitían moverse por el escenario, pero no traspasar el espacio personal. Anaya no obedeció esa instrucción y, entonces, tuvo su escarmiento. Al revivir ese episodio, Andrés contó el origen de ese contrataque: “Mi hijo Jesús me dijo: ‘papá, no te dejes ya de Anaya, no te dejes’”. Anaya había sobrepasado lo permitido y se buscó esa lección.
La urgencia por la que tuve que ir a Vallarta era que la autoridad electoral decía que no estábamos al día en el reporte de gastos, y eso era motivo de anulación de la elección. Entonces, era un tema delicado y no podía decírselo por teléfono, necesitaba que él diera instrucciones para que el equipo proporcionara la información porque otros se quejaban de burocracia y él no le daba la importancia que para otros tenía. Andrés me respondió que todo estaba en orden. También había una demanda contra él en un juzgado y necesitaba firmar un papel, pero me dijo: “¡Yo no voy a firmar! No voy a caer en su juego”. Germán Martínez y Chuy Cantú me dijeron: “Está caliente el tema de la fiscalización de recursos, porque no han subido más información”. Pero mientras todos andábamos estresados, Andrés estaba relajado.
Al llegar a Vallarta me subí a la camioneta y me senté en la parte de atrás. César (Yáñez) le dijo:
—Aquí viene Tatiana.
—¡Ah! ¿Te invitaron los de la campaña? —preguntó Andrés.
—No. Vengo a hablar contigo —le dije.
—¡Ah! ¿De esas pláticas de cinco minutos?
—Sí, de esas…
Llegamos al hotel donde se hospedaría, uno con vista al mar. Lo acompañó el gerente y los huéspedes del hotel se salieron de la alberca. El gerente se desvivió por atenderlo.
Una pregunta recurrente durante la campaña fue si Andrés se dejaba aconsejar, pues existe la idea equivocada de que es intransigente. Yo creo que los consejos no sirven en la vida, si sirvieran habría fábricas. Mi pensamiento es: doy información y la gente decide qué hace con ella. La lógica no es: “Te hago caso y sigo bien tus consejos”. Yo considero que las personas damos puntos de vista y uno hace lo que le da la gana. Es decir, yo le mandaba información a Andrés y le decía: “Éstos son los temas que están haciendo ruido”. A veces le comentaba: “Andrés, no hay necesidad de tensar tanto en algunos temas”. Por ejemplo, cuando hubo actos de violencia que se le adjudicaron a los de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) contra los seguidores de José Antonio Meade, candidato del PRI, en Oaxaca, creía que nos iba a tronar el chirrión por el palito. Desde mi óptica, ya había quedado suficientemente claro que no íbamos con la reforma educativa y no valía la pena meterse más en el asunto. Igual ocurrió en la confrontación con los empresarios, le sugerí que nos dejara a los voceros hacernos cargo del debate, que ya no había necesidad de jalar el hilo, porque yo veía clara la estrategia de nuestros adversarios.
Era obvio que los otros candidatos estaban empeñados en hacer enojar a Andrés porque estaban buscando el “¡Cállate, chachalaca!” de 2006. De hecho, en el segundo debate, cuando Andrés Manuel dice la frase de Riqui Riquín Canallín parecía que le iba a hacer recordatorios familiares; sin embargo se contuvo. Estaba molesto. Fue un segundo en el que pensé: “Aquí la ganamos o la perdemos”. Pasó por mi mente: “Lo va a insultar”, porque eso es lo que estuvieron buscando a lo largo de toda la campaña. El mote de Riqui Riquín Canallín es un tipo de insulto, para fortuna de nosotros se volvió chistoso, aún más gracias a los chavos de las redes, que lo tomaron en automático como una broma y lo cambiaron en algo positivo, no obstante se pudo haber convertido en un punto en su contra.»