Regeneración, 25 de noviembre del 2015.-En el marco del día internacional contra la violencia de la mujer, el equipo de regeneración se dio a la tarea de hacer una pequeña recopilación de poemas de mujeres de distintas partes del mundo hacía las mujeres de todas partes. En los que se develan desde una diversidad de voces que recorren el tiempo en la poesía el anhelo, la lucha y el deseo …
La violencia contra la mujer es una violación a los derechos humanos, es consecuencia de la discriminación que sufre, tanto en leyes como en la práctica. Según datos de ONU, el 70% de las mujeres a nivel mundial sufre de abusos y violencia a nivel familiar, social y laboral.
Mirtha Luz Pérez Robledo
(1960)
Poetisa chiapaneca
- Balada para una niña citadina” a Nadia Dominique,
La mujer… que soy
Se están volviendo margaritas los huesos de la niña
Que se consume como una lámpara olvidada
Una piel transparente la seduce
Para bordar en sus cabellos los pétalos de muerte
Y mis manos quietas no la tocan
Y mis ojos tristes no la miran
Y mi alma inerte no la siente
Se están volviendo secos los ojos de la madre
Que se consume como una lámpara olvidada
Una piel transparente se le escapa
Para bordar en sus cabellos el llanto de la muerte
No te vayas de mí niña de azúcar
A deshacerte entre la piel del llanto
No te vayas de mí pájara libre
Hacia el páramo frío de la ausencia
Entre tus venas danza mi silencio
Y hay un sonido mío en tus palabras
No te vayas de mí niña de azúcar
A plantar margaritas en tus huesos
No me dejes sin tus ojos Ciega
No me dejes sin tu voz Silente
No me dejes sin tu luz A oscuras
No me dejes sin tu piel Desnuda
No me dejes sin ti Niña de azúcar
Atsárika (Angélica) Ortiz López
(1969)
Poetisa Huichola
- Si yo fuera águila
Si yo fuera águila andaría en el cielo.
moviendo mis alas iría lejos al otro lado del mar,
hacia el poniente, donde se oculta el sol.
Cuidaría los animales de mi abuelo
sentada en la punta de los pinos,
iría a bañarme en el mar.
Desde la cima del peñasco cuidaría
a todo lo que hay en la tierra,
a todo ser viviente,
a todo aquello que camina.
Seguiría en canto del mara´akame
hasta llegar a Pariyatsie.
No importa que alguien queriendo obtener sabiduría me matara,
mis plumas seguirían hablando junto con el mara´akame.
No sería yo quien hablaría, sino mis plumas;
ellas ven,
ellas escuchan,
ellas escriben nuestro camino.
Anna Greki
(1931-1966)
Poetisa argelina
- Con rabia en el corazón
Ya no sé amar más que con rabia en el corazón
es mi manera de prodigar amor
es mi manera de vencer los dolores
es mi manera de hacer arder las cenizas
a golpes de corazón a fuerza de rabia
la única manera leal que me cuida
una ruta reflejada al borde del naufragio
con su peso de oro de alegría y de angustia
estos labios de tu boca mi doble riqueza.
Sin recursos a flor de piel al abordaje
mi ciencia se desenrolla como cordajes
apropiados en donde el acero quema esas medusas
secretas que dragué de lo más hondo en alta mar
allí en donde el cielo agudo corta a navaja la tierra
allí en donde los hombres ya no necesitan de escusa
para reírse bajo un cielo torturador.
Me dijeron palabras como para meterme bajo la tierra
pero no me callaré nada porque hay algo para hacer mejor
que cerrar los ojos cuando se abre el vientre.
Ya no sé amar más que con rabia en el corazón.
Con rabia en el cuerpo amar como si se peleara.
Soy despiadada como un cerebro nuevo
Que sabe satisfacerse de sus certidumbres.
En la mano que estrecho soló veo la mano
Cuyo puño no vale más caro que la mía.
Es bastante para que tenga gratitud.
Con que derecho exigir por ejemplo jazmín
Que sea más que perfume estrella más que flor.
Con qué derecho exigir que el cuerpo que me estrecha
plante en mí su dulzura para siempre, para siempre
y que yo fuera querida por ti porque te amaba.
Más a menudo de lo conveniente puesto que soy joven
Echo el ansia en mi memoria y tengo miedo
Cuando la sombra de mis amigos me desciende al corazón.
Cuando de mis amigos ausentes veo el rostro
que se abre en el lugar de mis ojos –soy joven
lo que no es una excusa sino un deber
exigente un deber desgarrador hasta lo increíble.
Que haga tan fresco esta tarde a orillas de la playa
Me hace echar de menos tus hombros hasta lo increíble.
Levantados como una caña en mi lengua los gritos
de mis amigos rompen la quietud dañada
para siempre –en mi lengua y en todos los repliegues
de la noche reluciente- ya no sé amar más
que con esta plaga en el corazón, que con esta plaga
en mi memoria recogida como una red
granada desactivada la noche pesada rueda.
Bajo las adelfas ahí en donde el mar fermenta
con colores de alquitrán caliente en el oleaje
pienso en los amigos muertos sin ser amados
ellos que fueron juzgados antes de ser oídos
pienso en los amigos que fueron asesinados
a causa del amor que sabían prodigar.
Ya no sé amar más que con rabia en el corazón.
En la sangría de los brazos los pájaros vienen a beber.
Gioconda Belli
(1948)
Poetisa nicaragüense
- Consejos para la mujer fuerte
Si eres una mujer fuerte protégete de las alimañas que querrán almorzar tu corazón. Ellas usan todos los disfraces de los carnavales de la tierra: se visten como culpas, como oportunidades, como precios que hay que pagar. Te hurgan el alma; meten el barreno de sus miradas o sus llantos hasta lo más profundo del magma de tu esencia no para alumbrarse con tu fuego sino para apagar la pasión la erudición de tus fantasías.
Si eres una mujer fuerte tienes que saber que el aire que te nutre acarrea también parásitos, moscardones, menudos insectos que buscarán alojarse en tu sangre y nutrirse de cuanto es sólido y grande en ti.
No pierdas la compasión, pero témele a cuanto conduzca a negarte la palabra, a esconder quién eres, lo que te obligue a ablandarte y te prometa un reino terrestre a cambio de la sonrisa complaciente.
Si eres una mujer fuerte prepárate para la batalla: aprende a estar sola a dormir en la más absoluta oscuridad sin miedo a que nadie te tire sogas cuando ruja la tormenta a nadar contra corriente.
Entrénate en los oficios de la reflexión y el intelecto. Lee, hazte el amor a ti misma, construye tu castillo rodealo de fosos profundos pero hazle anchas puertas y ventanas.
Es menester que cultives enormes amistades que quienes te rodean y quieran sepan lo que eres que te hagas un círculo de hogueras y enciendas en el centro de tu habitación una estufa siempre ardiente donde se mantenga el hervor de tus sueños.
Si eres una mujer fuerte protégete con palabras y árboles de invoca la memoria de mujeres antiguas.
Haz de saber que eres un campo magnético hacia el que viajarán aullando los clavos herrumbados y el óxido mortal de todos los naufragios.
Ampara, pero ampárate primero. Guarda las distancias. Constrúyete. Cuidate. Atesora tu poder. Defiéndelo. Hazlo por ti. Te lo pido en nombre de todas nosotras.
Alfonsina Storni (1892- 1938) Poetisa argentina
Yo soy como la loba. Yo tengo un hijo fruto del amor, de amor sin ley, Mirad cómo se ríen y cómo me señalan ¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño! No os robará la loba al pastor, no os inquietéis; Ha entrado en el corral porque sí, porque gusta Id si acaso podéis frente a frente a la loba Ovejitas, mostradme los dientes. ¡Qué pequeños! Yo soy como la loba. Ando sola y me río La que pueda seguirme que se venga conmigo. El hijo y después yo y después… ¡lo que sea! Yo soy como la loba, (De La inquietud del rosal, 1916) |
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Zahra Hasnaui
(1964)
Poetisa Saharaui
- Saharauia
Tuve sed, y tus dedos
escanciaron el rocío.
Tuve hambre,
de pan, de paz,
y tus cantos me colmaron.
Con la capa de estrellas,
arropaste la noche gélida,
acercaste la luna y la brisa marina.
Espíritu,
Alegría, esperanza,
cómo compensarte, dime,
cómo superar la magia
Juana de Ibarbourou
(1892 – 1979)
Poetisa uruguaya
- Mujer
Si yo fuera hombre, ¿Qué hartazgo la luna,
De sombra y silencio me había de dar?.
¡Cómo, noche a noche, sólo ambularía
por los campos quietos y por frente al mar!
Si yo fuera hombre, ¡qué extraño, qué loco,
tenaz vagabundo qué había de ser!
¡Amigos de todos los largos caminos
que invitan a ir lejos para no volver!
Cuando así me acosan ansias andariegas
¡qué pena tan honda me da ser mujer!
Sylvia Plath
(1932 – 1963)
Poetisa Inglesa
- La balada de la masturbadora solitaria
«Al final del asunto siempre es la muerte.
Ella es mi taller. Ojo resbaladizo,
fuera de la tribu de mí misma mi aliento
te echa en falta. Espanto
a los que están presentes. Estoy saciada.
De noche, sola, me caso con la cama.
Dedo a dedo, ahora es mía.
No está tan lejos. Es mi encuentro.
La taño como a una campana. Me detengo
en la glorieta donde solías montarla.
Me hiciste tuya sobre el edredón floreado.
De noche, sola, me caso con la cama.
Toma, por ejemplo, esta noche, amor mío,
en la que cada pareja mezcla
con un revolcón conjunto, debajo, arriba,
el abundante par espuma y pluma,
hincándose y empujando, cabeza contra cabeza.
De noche, sola, me caso con la cama.
De esta forma escapo de mi cuerpo,
un milagro molesto, ¿Podría poner
en exhibición el mercado de los sueños?
Me despliego. Crucifico.
Mi pequeña ciruela, la llamabas.
De noche, sola, me caso con la cama.
Entonces llegó mi rival de ojos oscuros.
La dama acuática, irguiéndos en la playa,
en la yema de los dedos un piano, vergüenza
en los labios y una voz de flauta.
Entretanto, yo pasé a ser la escoba usada.
De noche, sola, me caso con la cama.
Ella te agarró como una mujer agarra
un vestido de saldo de un estante
y yo me rompí como se rompen las piedras.
Te devuelvo tus libros y tu caña de pescar.
El periódico de hoy dice que os habéis casado.
De noche, sola, me caso con la cama.
Muchachos y muchachas son uno esta noche.
Se desabotonan blusas. Se bajan cremalleras.
Se quitan zapatos. Apagan la luz.
Las criaturas destellantes están llenas de mentiras.
Se comen mutuamente. Están más que saciadas.
De noche, sola, me caso con la cama.
Traducción: Griselda García
María Antonieta Flores
(1960)
Poetisa venezolana
- Morada Antigua
Yo vengo de una estirpe de mujeres solas
eficaces
inembargables
derrotadas antes de nacer
por la muerte
siempre guardadas
como semillas que arrastra el viento
entregadas al sacrificio de la vida
sin un futuro ni un presente
sin vástagos que las resguarden
aprendidas en soledad
ellas mismas amamantándose
haciendo de cada día una victoria estéril
mujeres que hablan desde muy lejos
ahogadas en su torpeza y en la bruma del deseo
mujeres solas que arruinaron sus manos
en el oficio duro que le entregaron las prendas blancas
y perdieron sus días entre toses y dolores de pecho
conociendo todo de la pobreza
administrando los silencios y el alimento diario
entrando en las jornadas
con un dolor irremediable
estirpe sin grandes ambiciones
dulces mujeres que amaron sin respuesta
y fueron una tras otra
mano con mano
fundando la cadena del desamparo
Robin Myers
(1987)
Poetisa estadounidense
- El Retorno
Ésta es la calle donde
naciste. Ésta es la llave que se te cayó en la nieve,
y éste es el abrigo que te pusiste para ir a buscarla.
Éste es el cielo visto desde la ventanilla del avión, la mañana que te fuiste
del país. Éste es el lugar del que pensabas que jamás te irías.
Éste es el sándwich que comiste en la escalinata de una iglesia,
las migas que les diste a las palomas. Ésta es la funda de la almohada
que todavía tiene pelos tuyos. Esto es el verano.
Éste es el continente que cruzaste,
la carta que pusiste a lavar con la ropa por error,
el cuchillo con el que te cortaste picando una cebolla.
Ésta es la maravilla de poder reconocer a un amigo por su tos
en el cuarto de al lado. Esto, aunque estás durmiendo, es un ratón
debajo de las tablas de madera del piso, y ésta es la luz que las recubre,
y éstas son las sombras que salpican la columna vertebral
de alguien que está acostado boca abajo.
Esto es casi lo que querías decir.
Esto es alguien que toca una pieza de Brahms en el piso de abajo,
el vaso de agua que tiembla sobre el piano, el agua derramada.
Esto es enojo, ésta es una clase de manejo, un año de tu vida; la parada
del colectivo, la sábana, la ola de calor; éstos son los
fuegos artificiales que mirabas a lo lejos,
que en silencio brotaban como flores en los montes oscuros.
Ésta es la forma en que mirás a la gente en el tren
y después la extrañás. Ésta es la fe, como un nudo en la soga
que estás trepando, y éstos son tus dedos, ardidos y despellejados
alrededor de ella. Esto no es una excusa. Esto es el mar, adentro
de un caracol. Esto es el mar.
Esto es, según parece, a lo que hemos llegado.
Ésta sos vos, si decidís volver.
Ésta sos vos si nunca regresás.
Anne Sexton
(1928 – 1974)
Poetisa estadounidense
- Rezando en un boing 707
Madre,
cada vez que le hablo a Dios
tú te entrometes.
Sales con tus bla bla blas en bloque,
otra vez con el asunto de las cartas.
Si escribo un poema
tú das un reporte contable.
Si hago el amor
me das las frases más graciosas.
Señora Sarcasmo,
¿por qué no te queda ningún hijo?
Ellos se aguantan sus reverencias.
Ellos se agachan con tu estilo.
Ellos se estrechan las manos –como-estás-tú
en esa misma forma inimitable.
Ellos se saltan la sopa con perejil
como tú nunca pudiste.
Ellos llevan a sus hijos en sus brazos
como tazas de chocolate caliente
como tú nunca pudiste
y todavía, todavía
con tu sonrisa, con tu hoyuelo, te imitábamos
te imitábamos a lo lejos…
el gran pino del verano,
la playa que te bañó de aceite,
el jardín hecho de narices,
la luna atada sobre el mar,
los grandes perros de sangre caliente…
la muñeca que me diste, Mary Gray,
o que tu madre me dio
o que me dio la crida.
Quizás fue ella.
Ella tenía un alma,
y era italiana.
Madre,
cada vez que le hablo a Dios
tú te entrometes.
Arriba en el avión,
bajo las nubes tan pequeñas como cachorros,
el fuego postrado en el sol,
hablé con Dios y le pedí
platicarle mis fracasos y mis éxitos,
le pedí que me hiciera un juicio moral
como lo hace.
Él dice
no has hecho,
no has hecho.
Madre,
tú y Dios
flotan con el mismo vientre
arriba.
Ana Ajmátova
(1889 – 1966)
Poetisa Rusa
- Hay en la intimidad un límite sagrado…
Hay en la intimidad un límite sagrado
Que trasponer no puede aun la pasión más loca
Siquiera si el amor el corazón desgarra
Y en medio del silencio se funden nuestras bocas.
La amistad nada puede, nada pueden los años
De vuelos elevados, de llameante dicha,
Cuando es el alma libre y no la vence
La dulce languidez del goce y la lascivia.
Pretenden alcanzarlo mentes enajenadas,
Y a quienes lo trasponen los colma la tristeza.
¿Comprendes tú ahora por qué mi corazón
No late a ritmo debajo de tu diestra?
Versión de María Teresa León
Dolores Castro
(1960)
Poetisa Mexicana
- Viento Quebrado: Poesía Reunida
Cantares de Vela 1960
[Sequía]
En espera, tendida como hierba
que apresura su flor en la sequía,
oigo el viento quebrado,
el espiral, la seña.
Quiero decir ahora,
que yo amo la vida:
que si me voy sin flor,
que sino he dado fruto en la sequía,
no es por falta de amor.
Quiero decir que he amado
los días de sol, las noches,
los árboles, el viento, la llovizna.
Idea Vilariño
(1920 – 2009)
Poetisa uruguaya
- Cuando compre un espejo para el baño…
Cuando compre un espejo para el baño
voy a verme la cara
voy a verme
pues qué otra manera hay decíme
qué otra manera de saber quién soy.
Cada vez que desprenda la cabeza
del fárrago de libros y de hojas
y que la lleve hueca atiborrada
y la deje en reposo allí un momento
la miraré a los ojos con un poco
de ansiedad de curiosidad de miedo
o sólo con cansancio con hastío
con la vieja amistad correspondiente
o atenta y seriamente mirarme
como esa extraña vez-mis once años-
y me diré mirá ahí estás
seguro
pensaré no me gusta o pensaré
que esa cara fue la única posible
y me diré esa soy yo ésa es idea
y le sonreiré dándome ánimos.
Coral Bracho
(1951)
- Poetiza mexicana
DE SUS OJOS ORNADOS DE ARENAS VÍTREAS
Desde la exhalación de estos peces de mármol;
desde la suavidad sedosa
de sus cantos,
de sus ojos ornados
de arenas vítreas,
la quietud de los templos y los jardines
(en sus sombras de acanto, en las piedras
que tocan y reblandecen)
han abierto sus lechos,
han fundado sus cauces
bajo las hojas tibias de los almendros.
Dicen del tacto
de sus destellos,
de los juegos tranquilos que deslizan al borde,
a la orilla lenta de los ocasos.
De sus labios de hielo.
Ojos de piedras finas.
De la espuma que arrojan, del aroma que vierten
(En los atrios: las velas, los amarantos.)
sobre el ara lebísima de las siembras.
(Desde el templo:
el perfume de las espigas,
las escamas,
los ciervos. Dicen de sus reflejos.)
En las noches,
el mármol frágil de su silencio,
el preciado tatuaje, los trazos limpios
(han ahogado la luz
a la orilla; en la arena)
sobre la imagen tersa,
sobre la ofrenda inmóvil
de las praderas