Crisis Siria, carta pública y video de Angelina Jolie se viralizan, critica ONU

 

La actriz estadounidense Angelina Jolie, enviada especial de Naciones Unidas para los refugiados, citicó al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas por no hacer lo suficiente contra Asad para poner fin a los más de cuatro años de conflicto en Siria, que ha dejado más de doscientos mil muertos según la propia ONU.


Regeneración, 9 de septiembre del 2015. La actriz en su calidad de Embajadora de Buena Voluntad que le otorgó Naciones Unidas y una labor humanitaria que la ha llevado a Tailandia, Kenia o Tanzania, cuya labor para/con los refugiados de guerra de todo el mundo se ha cristalizado en la carta que Jolie ha publicado junto a la baronesa británica Arminka Helic en el diario The Times , cuyo texto es el siguiente:

Nunca antes en la historia reciente había existido una necesidad de liderazgo para encauzar las causas y consecuencias de la crisis global que vivimos respecto a los refugiados. No hay prueba mejor de ello que las docenas de ellos que están marchando a lo largo de Europa desde países como Iraq, Afganistán y Siria.

El conflicto sirio ha creado una ola de sufrimiento humano que se ha expandido a sus países vecinos y ahora alcanza las costas europeas. La población siria está huyendo de bombas de barril, armas químicas, violaciones y masacres. Su país se ha convertido en un campo de exterminio.  

No debería recibirse como sorpresa que toda esa gente que ha sobrevivido a años de guerra, o que ha vivido en campos de refugiados en naciones inestables, haya tomado el asunto con sus propias manos. ¿Cuántos de nosotros podríamos decir, honestamente, que no haríamos lo mismo confrontados por el miedo, la falta de esperanza y la ausencia de una intención política real por solucionar el conflicto?  Nos identificamos con los ciudadanos sitios cuando pidieron la libertad económica y política en su país. Nos sentimos escandalizados por todas sus familias siendo bombardeadas en sus propias casas, niños siendo recogidos de entre los escombros y ciudades siendo gobernadas por extremista. Ya sea en Europa o en cualquier lugar del mundo, los refugiados de Siria se merecen nuestra compasión. 

Necesitamos construir esta idea y convertirla en punto de inflexión para no considerar esto como la crisis de refugiados de Siria, sino como una crisis global. No solo requiere que usemos nuestros corazones, también nuestras cabezas y no solo con la ayuda humanitaria sino también con la diplomacia, enfocándolo a este año pero también a los que están por venir.  Debemos asumir algunas duras verdades. La primera es que la responsabilidad de ayudar no depende de una cuestión geográfica, sino de derechos humanos y valores universales. Trasciende a la religión, a la cultura y a la raza. No deberíamos rendirnos a la ley del mínimo esfuerzo en nuestra respuesta, sino esforzarnos en sacar nuestros mejores ideales. Cada país en el mundo, no solo en Europa, debería formar parte de la solución. 

La segunda es que no hay duda de que la escala actual de refugiados llegando a Europa plantea retos políticos, sociales, económicos y de seguridad para los países de la Unión Europea. Cada vez que esto se diga, no debería ser tan fácilmente descartado, ya que es una responsabilidad particular de estos gobiernos para encontrar los recursos que ayuden a estos seres humanos a integrarse. 

Nuestros vecinos sirios han soportado las peores cargas durante años, con generosidad ejemplar, y ahora necesitan nuestra asistencia. Cada país, y esto es cada gobierno, necesita tener un plan claro que afronte sus obligaciones internacionales y que haga balance de las necesidades de los ciudadanos.  

 La tercera idea, en este momento de urgencia, es que debemos ser conscientes de la diferencia entre migrantes económicos, que están escapando de una pobreza extrema, y de aquellos refugiados que están huyendo de una amenaza obvia a su vida. Todas las personas que están mudándose por esta trágica circunstancia tienen que tener garantizados sus derechos humanos y su dignidad, así como cubiertas sus necesidades. No deberíamos estigmatizar este último caso como una simple aspiración a una mejor vida.  

Los refugiados se enfrentan a una necesidad inmediata de salvar sus vidas de la persecución y la muerte, y sus derechos están definidos por el derecho internacional. Es por ello que una respuesta efectiva es tan importante, atendiendo sus quejas y extendiendo esta protección a todo aquel que la necesite.  

Además, por mucho que demos la bienvenida a los refugiados en nuestros países, el problema seguirá creciendo mientras el conflicto sirio continúe. No podemos buscar una simple ruta hacia el fin de la crisis, no se soluciona acogiendo refugiados, necesitamos crear un camino diplomático que ayude a solucionar el conflicto.  

Resulta impactante que desde el comienzo de la guerra en Siria, Naciones Unidas no haya visitado aún la región, algo que muchos de nosotros vemos como el punto de partida diplomático. La iniciativa pacífica que arrancó en Ginebra hace cuatro años se ha evaporado, y la energía con la que fueron conducidas las negociaciones nucleares con Irán lejos quedan de lo visto con Siria hoy. 

Para terminar, deberíamos ver este conflicto como una consecuencia de algo mayor: la actual crisis de gobernabilidad mundial. En los últimos diez años el número de gente desplazada por el mundo se ha duplicado hasta los 60 millones de personas. Es insostenible y desborda cualquier cota que las organizaciones humanitarias puedan asumir.  

Un problema que está motivado por la incapacidad del sistema para resolver conflictos. Nada mejor para aclarar la situación del mundo actual que el movimiento de seres humanos a través d ellas fronteras. Ha llegado el momento de pensar en soluciones a largo plazo y de asumir que los gobiernos, y no los refugiados, han de proveer la respuesta.  

Esta no es la primera crisis de refugiados que ocurre, y no va a ser la última. De Europa hasta América, nuestros países se basan en la tradición de la ayuda a refugiados, desde los resultados de la II Guerra Mundial a la crisis de los Balcanes en los años noventa. La forma en la que actuemos ahora confirmará el tipo de naciones que somos, la profundidad de nuestra humanidad y la fortaleza de nuestras democracias.