(Des)Montajes: Creadoras de la escena nacional; Tres trabajos de cercanía en sinónimos de lo femenino

Por Alexandro Guerrero

RegeneraciónMx.- En días recientes se han entregado reconocimientos institucionales a las artes escénicas del país, como colofón y cierre de la presente administración. Esto abre siempre en materia de arte y cultura, la reflexión, la pregunta y la propuesta.

Cabe desde este espacio, a la luz de los meses que nos tienen ya en agosto del 2024, señalar el cómo a lo largo de los años y el devenir dentro de los escenarios en México, que los merecimientos en términos de creación más allá de subjetividades, lejos de medallas,  políticas culturales, reglas no escritas o premios: Existen creadoras casi impertérritas que se establecen contundentes en el hacer. El tributo al teatro y a la danza misma, está en su trabajo y es su poder.. 

Con énfasis en tres directoras escénicas desde lo teatral y coreográfico, aquí refiero también los proyectos que llegaron bajo su dirección a un culmen en 2024 y que en este momento nacional algo límbico pero de manifiesto énfasis en lo que al género implica, atañen.

Las considero como fundamentales, es su trayectoria como su constancia, motivo para resaltar la constante reinvención de la escena con que definen sus propuestas.

Son también los montajes, aquellos que en un mundo cada vez más insalvable y complejo nos hacen asomar desde lo femenino, a la invaluable e indestructible posibilidad  de alguna utopía posible aún desde las ficciones  que han abordado. 

El orden en que menciono estas poéticas contemporáneas obedece exclusivamente al mismo en que fueron apreciadas por (Des) montajes.

Verónica Musalem: ¿Acaso amanece?

La simultaneidad de espacios virtuales y físicos que se transmiten desde lo pandémico  transpersonal en una habitación múltiple e idéntica de colores vivos paradójicamente dentro de un ritual de  la sobrevivencia, presentan el conflicto  dentro de  la necesidad obligatoria de aislamiento y la obsesión por el amor y por el  cuerpo otro al tiempo.

 El autodesengaño y la ilusión de la necesidad del ser deseada son ejes con filo de esta propuesta como linde apocalíptico. Un ancla poderosa como dramaturgia y personaje  es aquí  la presencia como interpersonaje.  El  consumo a cuadro  virtual de la propia imagen,  es lo desconocido pero también lo  despersonalizado. Todo eso aparente se caerá o se rompe.

Este monólogo nos presenta un refinado sistema conceptual en lo visual y una expandida vista  muy dolorosa al interior -vitrina de personajes en conjunción multiversal bien desarrollados por parte de Lourdes Echevarría, notable en este reto: Franca de entrañas.

Es hiperbólica la agonía de la protagonista, los lugares que transitan por los ojos del espectador y su imaginación son  tecnicolor pero vacíos en lo sinestésico. Más bien se ha roto el panorama de simbiosis del posible anhelo, de ahí la soledad ahogada en diálogos con violencia sutil, sardónica y desesperada. 

Lo divino en la presencia aparentemente cotidiana,  más venturosa como compañía espiritual simbólica en donde la  virtualidad es un pretexto y eso, una virtud también. (Homenaje a tantas presencias animales no humanas en ese trance).  Lolo, un gato indómito con existencia eterna dentro y fuera de la ficción. Le vimos y le acariciamos.

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Producida por Musa Colibrí, con dirección de Verónica Musalem y Cardo Vela,  esta obra encontró al público durante 2024 en el Centro Cultural El Hormiguero; Teatro Landó, en Toluca, el NeuroForo de Apan, Hidalgo y el Auditorio C del Complejo Cultural Los Pinos, concluyendo funciones en mayo. Monólogo contemporáneo, que aborda ese mundo abismal nunca imaginado en torno al Covid 19, desde una perspectiva femenina descarnada pero con esperanza quizá en una impronta alba.

Sandra Félix: La mañana debe seguir gris

El paradigma del decoro infiere una concordancia importante en las  intenciones expresivas de este montaje dado el motivo biográfico envuelto en poemas que se plantea  a partir de la novela de Silvia Molina.

El intercambio dialéctico en términos de lo amoroso desde los poemas de José Carlos Becerra abren como en postal, un debate generacional como eterno retorno de esos tiempos en donde todo pudo ser posible. 

De adaptación afortunada se apuesta por la complejidad y  al mismo tiempo por la sutileza en un juego de repetición espacial y de construcción del territorio en que descansará el mapa de la memoria.

Lo trágico del encuentro amoroso y su desenlace allana un paralelismo matemático desde lo escénico sin forzamiento, dibujado a partir de lo que en presencia-ficción significan los poemas de Becerra.

Un arma importante  y decisiva, es el humor apropiado como necesidad de cercanía y empatía humanas. Aunque pareciera que la estructura es decimonónica,  no es aséptica y el discurso del trazo conlleva un intimismo muy fino. La dirección eleva los niveles de contención en analogía con el progreso del periplo de trágico desenlace. 

Sin redundancias  se logra un particular y afortunado efecto dramático tras los riesgos que confronta en lo dramatúrgico. Los momentos de distensión son perfectamente adecuados dentro del proceso que desencadena la elección de poemas y es ficcionalmente eficaz. Hay un estupendo manejo en el modo de hacernos descubrir las profundidades en la juventud universal de “Ella” como discurso amoroso y sin lugar común.

Muy buen trabajo de una espléndida Estefanía Estrada, la protagonista. José Carlos Becerra es asumido por Roldán Ramírez, y quién mejor que él para encarnar un poeta; Carácter ya visitado por el histrión desde los orígenes de su carrera, hoy desenvuelto con madurez, templanza, disfrute fantástico y  solidez transgresora.  Miguel Cooper y Dulce Mariel articulan el concepto de la puesta desde lo lúdico, muy generosos. 

La mañana debe seguir gris”  de Sandra Félix,  fue producida por la Compañía Nacional de Teatro. Inmejorable en cartelera los martes de poesía en la Sala Héctor Mendoza, sede de la CNT en Coyoacán. Concluyó su primera temporada el pasado mes de julio.

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Marcela Aguilar. Horizonte olvidado

Sublime como espectáculo, intenso como metáfora, perfecto como viaje. Llama la atención ante todo la importancia radical de la conjunción: Espacio, tiempo y textura en ecuación que deriva movimiento. El cuerpo como elemento revulsivo es una apuesta de atemporalidad.

El mar en sus escenarios no visualizados por el ojo humano. Un mar eterno, un mar sin tiempo, no obstante: Un mar en diálogo en donde la sonoridad da carácter ritual.

Se trata de un sistema de fabulación que nos puede llevar de la epopeya al origen de toda vida y es también experiencia erótica en su elemento más medular,  no como instancia principal aunque sugerida. Esa cinética provocativa desde un más que logrado continuum, es el sentido plástico que tornará  nube y sueño el escenario marítimo.

Hay una imagen base en este juego líquido que dota también desde la inmovilidad  la concreción como no unitaria, es decir: Esa diada de presencias, polaridades o analogías desborda cualquier posibilidad anecdótica y nos despoja de un marco estricto como convención –escenario. Nos brinda la generación de amplios horizontes más allá de lo isóptico.

Hay un camino de asociación claramente deliberado en la creación de esta pieza y otro que sigue trabajado desde el inconsciente. La propia confección del vestuario llevado a cabo por las creadoras que encontramos en escena fecunda en texturas la atmósfera.

Esa asimilación bordada de onirismos y con los materiales propuestos, imbrica casi simbolista el diseño de iluminación en cuanto a fuente, pues como áreas que emulan y reiteran profundidades se apuesta a reinventar la convención de azules.

Trazando sombras y fundidos esta larga red de espuma simbólica revela una vez manifestados los cuerpos en escena ya verticalmente sin  abstracción, un reintegrarse al gran todo como punto de llegada y de partida: El oleaje no es la ola. Como experiencia racional se apunta un  dejo mitológico: “Mientras cabalgas tormentas navegas huracanes.”

Montaje de la Compañía: “Travesías escénicas”, pieza ya con un lustro en los escenarios. Participó este 2024 del programa “Helénico en Los Pinos”:   Auditorio “C” durante el pasado mes de julio. Coreografía: Amada Domínguez, Mariana Granados y Marcela Aguilar. Dirección: Marcela Aguilar. Con: Amada Domínguez y Mariana Granados, siempre espectaculares por su nivel técnico y su capacidad estética.

Vale más que nunca no perder de vista los próximos trabajos de estas creadoras, tanto como de las compañías, espacios y programas aquí mencionados.

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