El modisto hizo desfilar por la pasarela más concurrida de Nueva York su provocador mensaje. Durante la Semana de la Moda expuso sus diseños en los que fusiona símbolos mexicanos con estadounidenses, como por ejemplo, el águila.
Regeneración, 5 de abril de 2017.- Cuando el diseñador de modas Ricardo Seco llegó a Estados Unidos, lo recibieron con una advertencia, «No se te ocurra decir que eres de México y que tus diseños son de allá», recuerda.
Fue hace seis años que aterrizó en Nueva York para abrirse camino en la industria de la moda y entonces Donald Trump solo era conocido por sus millones. Ahora que ser mexicano en ese país supone un enfrentamiento con su nuevo presidente, el modisto considera que es necesario, más que nunca, alzar la voz. Y en sus prendas ha estampado frases como Proud Immigrant (inmigrante orgulloso) o Juntos, ¡Basta ya!. Para él es una manera de expresar a través de la moda un sentimiento compartido.
Él ha confeccionado chamarras con la bandera de México por un lado y, del revés, la del otro país; con citas de Benito Juárez y mensajes en honor a Tláloc, el dios azteca de la lluvia, sobre chaquetas de corte militar estadounidense. «Ha tenido una difusión que jamás tuvo otra colección, tanto en redes sociales, como en las ventas. Tuvo un impacto global», sostuvo el diseñador en una entrevista para El País. Y añade, orgulloso: «Nunca me había pasado con una colección que me paren por el metro».
Para él la reivindicación de lo latino en Estados Unidos no ha estado nunca tan de moda como ahora, gracias a las sacudidas que le ha propinado Trump, antes incluso de llegar a ser presidente. Durante una de las presentaciones de su colección, llamada Juntos, escuchó a una chica decirle a su amiga: «¡Yo ahora me pondría eso con unas ganas!». «Si hubiera sacado en otro momento un suéter con un águila hubieran dicho: ‘Y ese judicial, ¿qué?’ Y ahora es la que más me han pedido».
Sus prendas van dirigidas a un público millennial, porque, según cuenta «ellos no nacieron con el malinchismo [que prefiere lo extranjero] con el que nacimos nosotros, son más únicos, no son tan fáciles de convencer, lo deben sentir». Aunque en general, y sin distinguir por generaciones, su colección va destinada a “gente con una actitud propositiva”.
Recuerda que cuando comenzó la colección, en julio de 2016, había muchos compañeros que le decían: «No la hagas, te van a deportar», «Te estás convirtiendo en un activista, eso no lo hace un diseñador». Y no fue fácil porque, según cuenta, un inmigrante en Estados Unidos debe aprender a convivir con ese miedo a la expulsión, a regresar a su país de origen con la sensación de haber fracasado.
Con el éxito que le ha dado su trabajo, responde: «El diseñador parece que no puede hablar, que no puede decir lo que piensa, que tiene que cargar esa careta impuesta de personaje estrafalario o superficial». Y añade: «Pues mira, no. La moda también es un reflejo de lo que pasa en la calle. Solo que esto es visto desde un latino y sus circunstancias».
Con información de: El País