Por Ángel Guerra Cabrera | La Jornada
Regeneración, 9 de abril de 2015.-Las Cumbres de las Américas (CA) comenzaron en 1994, en Miami, como mecanismo de sujeción de América Latina y el Caribe (ALC) a Estados Unidos. Entrado en vigor el TLCAN en México ese mismo año, su objetivo era extender del río Bravo a la Patagonia la anexión y recolonización por Washington de nuestras naciones a través el Área de Libre Comercio de las Américas(Alca).
El Alca se suponía que fuera aprobado como un mero trámite en la CA de Mar del Plata (2005). Pero ya en la de Quebec, en 2001, había lo que nadie imaginaba.
Ante la incredulidad de una mayoría de gobernantes serviles, Hugo Chávez, presidente de la República Bolivariana de Venezuela, dejó plasmado de su puño y letra y calzado con su firma en el documento final su rechazo al engendro anexionista. Hay que remontarse a aquella época para calibrar la dimensión histórica de la actitud asumida por Chávez en medio del ambiente triunfalista predominante en la derecha internacional, con la Unión Soviética desintegrada, el socialismo presuntamente muerto y el anuncio por los ideólogos del imperio estadunidense de un mundo de eternos libre mercado y democracia liberal. Pero el venezolano sólo estaba avisando de una rebelión mucho mayor.
Detrás de aquel gesto estaban el caracazo, el alzamiento indio de Chiapas, las puebladas que ya anunciaban el advenimiento de gobiernos nacional-populares en Argentina, Bolivia, Nicaragua, Ecuador, Brasil y Uruguay.
Fue en la CA de Mar del Plata, en 2005, cuando en la cresta de una gran ola de rebeldía de los pueblos de nuestra América contra el neoliberalismo, la acción mancomunada de Fidel, Chávez, Kirchner, Lula y Evo –desde la calle, aún no era presidente– hundió el Alca para siempre y marcó un punto de giro sin retorno en la historia de la patria grande.
Después nada fue igual en nuestras tierras. Con Chávez y Fidel había nacido la Alba en La Habana, en 2004, que luego sumaría, además de Venezuela y Cuba a nueve países más, y surgieron la Unasur en 2007 y la Celac en 2011.
En la siguiente cumbre de Puerto España (2009) ALC exigieron la presencia de Cuba y el levantamiento del bloqueo que hoy la sigue asfixiando. En la que se celebró después en Cartagena (2012) todos los mandatarios expresaron categóricamente su negativa a concurrir a otra Cumbre donde no estuviera La Habana invitada.
Ello explica en parte el acuerdo al que arribó el presidente Barack Obama con su par de Cuba, Raúl Castro, de anunciar el 17 de diciembre del año pasado el inicio del proceso hacia el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Y es que Washington no podía llegar a esta CA sin algún cambio positivo hacia Cuba que presentar ante los mandatarios de la región. No pudo lograr el inquilino de la Casa Blanca tener una embajada en la capital cubana al llegar a la Cumbre de las Américas como era su deseo.
Y es que Cuba no acepta que puedan restablecerse las relaciones sin que Obama ordene sacarla de la espuria lista de patrocinadores del terrorismo, aunque algo parecería moverse raídamente en esa dirección.
De la misma manera, ya un alto vocero de la Casa Blanca se vio obligado a moderar la retórica pues la protesta internacional y del pueblo de Venezuela que ha firmado por millones contra el arrogante decreto de Obama es creciente. Señal del cambio de época liderado por Chávez, el Alba, Unasur y la Celac han pedido su revocación.
Por eso, según el vocero, Caracas no es amenaza sino que así dice el formato de todos los decretos presidenciales para sancionar a otros países. Pero nadie en Washington habla de derogarlo ni hasta este minuto de establecer un diálogo con el gobierno bolivariano, que es lo que exigen los pueblos y gobiernos de ALC. Es hora de que la gran potencia ponga fin a la guerra no declarada contra Venezuela que ya dura casi 15 años e inicie un proceso de normalización de relaciones. Es hora de que terminen ridículas declaraciones injerencistas como la reciente contra Argentina.
Estados Unidos no puede ser ajeno a la grotesca presencia en los foros paralelos de la CA de sus mercenarios y contrarrevolucionarios diciéndose representantes de las sociedades civiles de Cuba y Venezuela. Como tampoco del miserable asesino del Che Guevara.
¿Qué habría dicho Chavez, que siempre fue un ardiente defensor de Cuba? Puede uno imaginar al gran ausente-presente en la CA esgrimiendo su recia voz y su dedo acusador contra el imperio. Otros lo harán por él. Allí estará, como en la Cumbre de los Pueblos.
Twitter: @aguerraguerra