El inodoro: a siglos de su invención, millones aún carecen de uno

Según la Organización Mundial de la Salud, mil 700 millones de personas viven sin tener acceso a servicios básicos de saneamiento, como un inodoro o letrinas.

Según la Organización Mundial de la Salud, mil 700 millones de personas viven sin acceso a servicios básicos de saneamiento, como un inodoro o letrinas.

Por Karla Trejo

RegeneraciónMx, 5 de agosto de 2022.- Tenga el color y el diseño que sea, el inodoro no puede faltar en casas, oficinas o cualquier sitio público. Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas asegura que, aún en estos tiempos, más de mil 700 millones de personas no tienen acceso a uno. ¿Te imaginas tu vida sin él?

Hace más de 5 mil años que existen los retretes, pero no siempre fueron como los conoces. Al inicio no tenían mucha importancia, ni siquiera eran necesarios, pues la cantidad de gente era tan poca que bastaba con esconderse en cualquier rincón para defecar u orinar, y la tierra absorbía los desechos con facilidad.

Según la Organización Mundial de la Salud, mil 700 millones de personas viven sin acceso a servicios básicos de saneamiento, como un inodoro o letrinas.
Letrinas

Pero la población creció y cada vez fue más complicado encontrar un escondite. Además, los olores empezaban a acumularse y, por supuesto, a molestar a las personas. Entonces, se crearon las letrinas, unos agujeros en el suelo que cualquiera hacía con sus propias manos y utilizaba como contenedor.

Cuando se llenaban se cubrían con tierra y se abrían otros, pero eso significaba un problema ecológico y de salud, debido a que los desechos contaminaban los alimentos y los ríos. Y por si fuera poco, el olor seguía presente. Así que fue necesario diseñar otro tipo de baño, uno que funcionara con agua para que se llevara los desechos y su aroma.

Se cree que fue un hombre escocés quien acabó con el problema y, aunque no hay registro del modelo de inodoro que creó, se sabe que no era nada parecido al que existe actualmente.

El modelo más funcional

Fue hasta el siglo XVI cuando surgió el primer excusado similar al que conoces. Consistía en un cajón con un agujero en el centro y también utilizaba agua, pero no de forma automatizada, es decir, no contaba con una cisterna. Sólo se extraían los desechos y se enjuagaba para que alguien más lo utilizara.

El siguiente modelo de inodoro lo desarrolló el poeta británico John Harrington a petición de su tía, la Reina Isabel I de Inglaterra. Se componía de una taza y una cisterna que arrojaba agua para expulsar el contenido. El problema fue que no existía un sistema de drenaje que se llevara los desechos lejos del cuarto de baño; de tal manera que el agua regresaba a la superficie del contenedor y, con ella, un cúmulo de olores desagradables.

Según la Organización Mundial de la Salud, mil 700 millones de personas viven sin acceso a servicios básicos de saneamiento, como un inodoro o letrinas.
Retrete de la Reina Isabel I

La solución fue del escocés Alexander Cumming, quien en 1775 le agregó un sifón, el tubo en forma de “S” que hasta la fecha se encuentra en la parte baja de los inodoros. Con esa modificación regresaba sólo un poco de agua que funcionaba como tapón e impedía el regreso de los gases a la taza.

Pero, el primer diseño que es, prácticamente, idéntico al actual surgió en 1880 gracias a Thomas Crapper, quien le integró la válvula del flotador y otros elementos que mejoraban su funcionalidad. Después de él, Thomas Avity patentó el flujo de vórtice, el sistema que permite la fluidez del agua en forma circular a fin de arrastrar los desechos con más fuerza.

Según la Organización Mundial de la Salud, mil 700 millones de personas viven sin acceso a servicios básicos de saneamiento, como un inodoro o letrinas.
Inodoro del Siglo XX, en el Museo Casa de Carranza

En la actualidad continúa el mismo modelo de inodoro, pero con leves cambios de estética y practicidad, pues cada vez es menor la cantidad de agua que se utiliza: antes se ocupaban hasta 13 litros por descarga, ahora son, aproximadamente, seis.

Su lado malo

María del Carmen Climént, veterinaria zootecnista por la UNAM y ganadora del Premio de Divulgación Científica en Sustentabilidad 2014 por el reportaje Reinvención del inodoro, que apareció en la serie Ciencia en todos lados, del Sistema de Radiodifusión Pública del Estado Mexicano, el daño ecológico del excusado recae en la cantidad de agua que descarga para desechar los residuos.

Según la Organización Mundial de la Salud, mil 700 millones de personas viven sin acceso a servicios básicos de saneamiento, como un inodoro o letrinas.
En Buenos Aires, Argentina, hay un museo dedicado al inodoro.

Por ejemplo, para eliminar 200 mililitros de orina que el ser humano desecha en una ida al baño, el excusado ocupa entre seis y 12 litros de agua. De tal manera que, si una persona acude al sanitario cinco veces por día, gasta 30 litros de agua, mientras que una familia de cinco integrantes requiere, entonces, 150 litros diarios para el inodoro.

A manera de solución se han hecho modificaciones en los excusados para ahorrar agua. No obstante, hay hay millones de personas que ni siquiera tienen acceso a un inodoro y aún defecan al aire libre, una práctica que, según la OMS, propicia miles de muertes de niños y adultos cada año por problemas gastrointestinales.

La misma Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha llamado a terminar con la defecación al aire libre antes de 2025 y proveer a todos los seres humanos de los servicios básicos de saneamiento