Por Juan Manuel Karg | Tiempo Argentino
Regeneración, 19 de noviembre de 2014.-El jefe de Estado mexicano enfrenta un creciente descontento a raíz del no esclarecimiento del caso de los 43 jóvenes desaparecidos. La extendida violencia del narco y las masivas movilizaciones salpican aún más su convulsionado momento político. Para el próximo 20 de noviembre una treintena de organizaciones sindicales, sociales y políticas convoca a una nueva marcha nacional al Zócalo (en el Distrito Federal).
El jefe de Estado mexicano enfrenta un creciente descontento a raíz del no esclarecimiento del caso de los 43 jóvenes desaparecidos. La extendida violencia del narco y las masivas movilizaciones salpican aún más su convulsionado momento político. Para el próximo 20 de noviembre una treintena de organizaciones sindicales, sociales y políticas convoca a una nueva marcha nacional al Zócalo (en el Distrito Federal).
Hace una semana, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) confirmó que, hasta el momento, ninguno de los restos humanos hallados en Iguala y Cocula corresponde a alguno de los 43 estudiantes desaparecidos en septiembre pasado. Hay que recordar que el EAAF es el único organismo confiable para los padres de los jóvenes, visto y considerando los reparos que estos ponen sobre el propio accionar de la Procuradoría General de la República. «El gobierno federal quiere cerrar el caso diciendo que están muertos, lo cual no aceptamos», dijo días atrás José Solano, vocero de la Escuela Normal de Ayotzinapa.
Como cabeza del gobierno, Peña Nieto es el principal blanco de las movilizaciones en relación con la desaparición de los normalistas, que se siguen expandiendo por el país. Se mezclan allí dos sensaciones: indignación frente al lento accionar del Ejecutivo y la justicia –tal como muestran las violentas irrupciones a sedes del oficialista PRI y del opositor PAN en el estado de Guerrero– pero también tristeza y congoja, posiblemente los dos sentimientos más visibles en las marchas que, durante estas semanas, han inundado el Zócalo en pedido de aparición con vida de los jóvenes.
Mientras esto sucede, el presidente viene de realizar una extensa gira internacional –casi una semana, con primera escala en China y segunda en Australia–, que ha suscitado numerosos repudios locales: el cuestionamiento no ha sido a dichos encuentros en específico –el foro de APEC y la reunión del G-20, privilegiados encuentros de la política internacional–, sino al momento en el que Peña Nieto emprendió este viaje. ¿Cuál fue el cálculo de los asesores presidenciales? Intentar con este raid internacional apaciguar los ánimos, esperando desviar la atención de la opinión pública y, especialmente, de los medios masivos de comunicación, con la cobertura de Peña Nieto en su encuentro con líderes internacionales. Más bien ha sucedido lo contrario, tal como lo demuestran los hechos que se han desatado en el sur del país, donde incluso fue tomado el aeropuerto de Acapulco. Se le sigue recriminando al presidente haber abandonado el país en un momento de alta convulsión, donde los padres de los estudiantes precisaban –y aún precisan hoy– mayores respuestas.
La revista británica The Economist, en tanto, publicó esta semana una columna titulada «De mal en peor», en la que se habla de un Estado mexicano sumido en la «inacción». Allí se afirma que «en medio de la peor crisis de la presidencia de Peña Nieto, causada por la desaparición de los 43 estudiantes, su círculo íntimo ha intentado proyectar una imagen de calma», lo que se ha confundido con una imagen de inacción. El fino límite entre la serenidad y la inactividad le está pasando factura a los índices de aprobación del presidente mexicano.
Un dato adicional que muestra la gravedad de la situación: el permanente descubrimiento de fosas comunes en Iguala revela que, si bien los estudiantes no han sido hallados, sí asistimos a otros asesinatos en ese territorio, asolado por la violencia narco. Este es uno de los principales elementos de la difícil situación que vive México, y que por estos días esmerila la imagen presidencial: el no poder dar respuestas concretas a una situación que a todas luces se ha desmadrado.
Al momento de escribir estas líneas se comienza a desarrollar una convocatoria, ideada por más de 30 organizaciones sociales, sindicales y políticas, para realizar una movilización nacional el próximo jueves en acompañamiento a los familiares de los normalistas, y como pedido para que las investigaciones avancen y pueda esclarecerse lo sucedido.