Luz Nieto
Engañado por el traidor Guajardo, Emiliano Zapata falleció el 10 de abril de 1919 en un atentado en la hacienda de Chinameca, la más grande del estado de Morelos, propiedad de la familia Alonso, y uno de los espacios en que iniciara su lucha revolucionaria en 1911. El agravio que lo convocó a romper con el orden porfiriano, y después con el maderismo, se volvió insoportable en la medida en que reconoció la continuidad de la opresión en la historia de México. En un Manifiesto firmado en Tlaltizapán en compañía del general Francisco Villa, señalaban ambos dirigentes:
"Cambiando los hombres y las épocas, en México los hechos siguen siendo los mismos y la dolorosa realidad no ha variado. De un lado vemos al orgulloso hacendado, que no tiene necesidad de trabajar para vivir, y que sin embargo todo lo posee en abundancia, y del otro contemplamos al humilde campesino, para que otro sea el aprovechado y él siga padeciendo dolores y humillaciones, hambres y miserias.
"Nuestros jornaleros, aunque sean hombres y aunque la ley sarcásticamente los llama ciudadanos, no tienen ningún derecho real y efectivo…
"No son libres, no son dueños ni de su persona ni de su trabajo, no pueden ahorrar aunque quisiesen; no tienen posibilidad, ni deseos, ni manera de instruirse; no pueden aspirar a la felicidad, como el resto de los humanos, porque para ellos el bienestar, la libre iniciativa, el derecho al mejoramiento, son cosas vedadas…".
La lucha por la transformación del país debe tener como objetivo lograr que cada hombre, cada mujer vivan con dignidad, en igualdad de derechos, en la integridad de sus diferencias, en libertad, creatividad, iniciativa, seguros y felices. Tenemos que ir lejos, a fondo, en el camino que nos señalaron quienes lucharon hasta el último de sus días por todos nosotros.