Uno de los hitos del productor Luis de Llano fue el mítico movimiento Rock en tu idioma, que se popularizó entre 1986 y 1990, y que llevó a bandas como Soda Stereo y Caifanes a sonar en bares cada fin de semana. Y lo más lamentable: dejó de lado a bandas y artistas que merecen todo el valor.
Por Miguel Martín Felipe
Un viejo conocido
RegeneraciónMx, 20 de marzo de 2022.- El productor musical y televisivo, hijo del también productor Luis de Llano Palmer y la emblemática actriz Rita Macedo, fue el artífice de una campaña mercadológica que consistió en introducir a México una serie de artistas y bandas provenientes de otros países hispanoparlantes, los cuales calaron hondo en la psique popular, pero que fueron escogidos con base en criterios de la música pop, que realmente había sido el negocio del ahora señalado por estupro. Si bien Rock en tu idioma popularizó a diversos artistas que hoy son poco menos que vacas sagradas del rock en español, también nos privó de grandes glorias que en este artículo trataré de reivindicar.
De Llano había sido el artífice del mítico Festival de Avándaro de 1972, junto con una caterva de empresarios y promotores que incluía a McCann Erickson y Justino Compeán. Aquel festival casi improvisado que posteriormente fue satanizado en los medios nacionales, quienes se centraron en los episodios de desnudo y el consumo de drogas más que en la música; dejó a De Llano con un lugar en la historia, pero, sobre todo, con los alcances dentro de la industria para emprender cuanto proyecto se propusiera.
Los encumbrados y los marginados
El productor que ahora se encuentra en boca de todos se ocupó durante los años 80 en obras de teatro musicales, así como en el gran proyecto de música pop, primero juvenil y luego infantil, que fue Timbiriche. Otro de sus grandes hitos en la cultura popular fue la campaña llamada Rock en tu idioma, que abarcó de 1986 a 1990, a partir de la cual jamás dejaron de sonar en México Soda Stereo, Enanitos Verdes, Miguel Mateos, Charly García, Hombres G, Duncan Dhu, Caifanes o Los prisioneros.
En mi muy humilde opinión, la repetición hasta la saciedad de las canciones emanadas del movimiento Rock en tu idioma, más que hacerlas acreedoras a la atemporalidad, me parece que las ha ido convirtiendo en significantes vacíos. La presencia de estas canciones en miles de bares cada fin de semana, me lleva a considerar este movimiento como uno de los más anodinos en la historia de la música popular de Latinoamérica, con especial mención para Caifanes y Soda Stereo; alta e injustamente sobrevalorados.
No solo en desagravio de aquellos creadores e intérpretes que fueron marginados de esta campaña, sino también con afán divulgativo. A continuación, reseño cinco álbumes maravillosos que siguen ahí para ser descubiertos y disfrutados.
Himno de mi corazón – Los abuelos de la nada
Este grupo fue uno de los grandes hitos del rock argentino, congregado alrededor de la figura de Miguel Abuelo, excéntrico músico y poeta de amplio rango vocal. Otros integrantes sobresalientes de esa agrupación son el ahora célebre Andrés Calamaro en los teclados y la voz, así como el prolífico productor Cachorro López en el bajo.
El disco en cuestión salió en 1985. De haber sido lanzado en México, las estaciones hubieran reventado con la maravillosa Lunes por la madrugada, que se considera como la cúspide compositiva de Miguel Abuelo. La propia Himno de mi corazón hace honor a su nombre con una tonada épica acompañada de una letra llena de esperanza y pasión.
Como la cabeza el sombrero – El último de la fila
En 1988, el dueto barcelonés integrado por Quimi Portet y Manolo García entregaba una placa memorable con su sello particular que consistía en letras introspectivas y con figuras retóricas bastante originales. Mientras muchos otros artistas de la época utilizaban los sintetizadores en búsqueda de sonidos espaciales que reflejaran la vanguardia tecnológica de la época, El Último de la Fila obtenía sonidos parecidos a los ecos del desierto magrebí y a los instrumentos moriscos tradicionales. Piezas memorables como Sara, La piedra redonda o Ya no danzo al son de los tambores tuvieron una penetración discreta en México gracias a la mítica estación Espacio 59, pero igualmente fueron marginadas del alcance masivo.
Ey! – Fito Páez
Si bien el rosarino experimentó el verdadero estrellato a partir de su genial álbum El amor después del amor, en 1988 entregaba un muy pulcro trabajo de corte más rockero, con un apego cuasi religioso a las guitarras con distorsión y a la batería como potente guía muy al estilo de Crazy Horse, la infalible banda de la que se hace acompañar Neil Young. Los radioescuchas mexicanos habrían alucinado con Lejos en Berlín y su genial riff con efecto wah-wah o la eufórica atmósfera de Canción de amor mientras tanto.
Oktubre – Patricio Rey y sus redonditos de Ricota
En 1986, la banda más hermética y al mismo tiempo amada de Argentina lanzaba un disco de identidad contestataria y un sonido propio marcado por el profundo respeto por las guitarras eléctricas, aderezado con el saxofón y con la contundente voz del Indio Solari como hilo conductor. Sería interesante que la gente coreara en los bares mexicanos una pieza tan deliciosa como Preso en mi ciudad, o que las bandas de covers desataran el caos con la enorme Ji ji ji, con su embriagante estribillo: «No lo soñé. Se enderezó y brindó a tu suerte».
Morir en primavera – Loquillo y los trogloditas
José María Sanz Beltrán, mejor conocido como ‘Loquillo’ es un español enamorado del rock and roll y el country. Para 1988, junto con su grupo Los trogloditas, Loquillo entregó este disco de pulcra producción y con un espíritu muy rockero. Las guitarras eléctricas son acertadas y con distintos efectos. Hay pasajes en los que se recurre a los coros femeninos muy al estilo de Jackie Wilson. Sobra decir que la profunda voz de Loquillo es la pieza clave para disfrutar este disco que transpira melancolía, como lo constatan Domingo en mi ciudad y la maravillosa El rompeolas, que, si nos descuidamos, podría sacarnos una lágrima con su delicioso riff y su lapidario estribillo «No hables de futuro, es una ilusión. Cuando el rocanrol conquistó mi corazón».
Mucho por descubrir
Si el criterio pop de Luis de Llano no fue suficiente para abarcar todas las coordenadas del rock en español durante el Rock en tu idioma, para eso están internet y los servicios de streaming, con los cuales podemos ir haciendo a diario magníficos descubrimientos que llenan las piezas del rompecabezas de nuestro gusto musical, siempre insaciable y en construcción. A mí mismo me es imposible abarcar mucho más, pero estas pautas pueden ser el inicio de al menos cinco senderos que nos pueden llevar muy lejos, en viajes sin retorno hacia más música que anide en nuestras almas. Nunca es suficiente.
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