Por Guillermo Almeyra*
La canciller alemana, Angela Merkel, declaró “si se hunde el euro, se hunde la Unión Europea”. Ese es el problema con la amenaza de cesación de pagos de la deuda griega a partir de mañana, 30 de junio. El gobierno de Tsipras no es anticapitalista y no quiere salir ni del euro ni de la UE pero valientemente no aceptó el ultimátum de los representantes de los bancos alemanes y convocó un referéndum sobre la propuesta de Bruselas el domingo próximo sugiriendo rechazarla pero declarándose dispuesto a aceptarla si la mayoría de los griegos votase sí y se sometiese al chantaje alemán.
Los bancos están cerrados y los cajeros automáticos pagan sólo 60 euros (salvo a los poseedores de tarjetas extranjeras, para facilitar el turismo) y el transporte es gratuito hasta el domingo próximo. Ya hubo una manifestación a favor del NO al ultimátum, la cual reunió desde las diversas izquierdas hasta los neonazis y nacionalistas varios y mañana la derecha (que contrajo la deuda) hará otra a favor del SI y entonces se podrá comparar mejor la disposición del pueblo griego a respaldar o no al gobierno Tsipras.
Éste, por el momento, está solo. La socialdemocracia –incluyendo el gobierno francés- lo ha condenado y dice que está jugando con fuego y entre los movimientos de masa sólo le han dado un apoyo- hasta ahora apenas verbal- el español Podemos y el Movimiento Cinco Estrellas, italiano, dirigido por Beppe Grillo. Aquellos que, como el Frente de Izquierda y de los Trabajadores, consideraban que Tsipras ya había “traicionado” y claudicado, ahora ni siquiera se movilizan para apoyar a Grecia, no hacen ni un esbozo de autocrítica y quedan presos de la campaña electoral local.
Están ciegos y paralizados por la misma razón que los lleva a mirar a otro lado mientras las oligarquías y el imperialismo se esfuerzan por derrocar a los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Brasil. O sea, porque no comprenden que gobiernos burgueses pero nacionalistas puedan oponerse al capital financiero internacional y al Departamento de Estado y deducen del carácter de clase de los gobiernos griego, venezolano, ecuatoriano, brasileño, boliviano que estamos ante una lucha intercapitalista en la que nada tendrían que tener que ver los trabajadores. No entienden que un gobierno burgués distribucionista y con apoyo de masas sobre la base del nacionalismo antiimperialista precisamente por eso es atacado por el gran capital y debe ser defendido de éste –al mismo tiempo que criticado cuando trata de imponer una política reaccionaria. Porque el nacionalismo de los países oprimidos no es igual al de los países imperialistas y el gobierno dictatorial de las oligarquías proimperialistas no es lo mismo que un gobierno –también burgués- que se apoya en cambio la Constitución y garantiza un mínimo de libertades.
El gobierno capitalista y reformista, pero nacional-democrático, de Tsipras en estos momentos ha echado a andar un proceso que podría llevar a otros países, como Portugal o Irlanda, a seguir su ejemplo si la crisis empeora. Todo el andamiaje de la Unión Europea y el euro, creado por el capital financiero en su propio beneficio, podría derrumbarse abriendo el caminoen los países más débiles a movimientos nacionalistas, generalmente de ultraderecha y xenófobos.
La situación europea actual provoca ya una espantosa sensación de déjá vu y recuerda la de los años Treinta, de la cual se salió con la guerra mundial, con el agravante de la debilidad y la falta de claridad política de la izquierda anticapitalista.
En la Unión Europea temen la salida de Grecia del euro y Estados Unidos teme la disgregación de su aliado principal, el europeo, cuando está enfrentando a Rusia y China mientras algunos países de Europa, como Francia, Italia, Inglaterra, ceden al atractivo chino e integran el Banco Asiático de Inversiones para el Desarrollo y otros dependen del petróleo y del gas rusos.
Esta grieta en el frente imperialista debe ser ampliada mediante un amplio e inmediato apoyo al NO en el referéndum griego y la plena solidaridad al pueblo griego en su resistencia al chantaje alemán. Una victoria del pueblo griego- por ejemplo, una modificación favorable de las condiciones ofrecidas por Bruselas para renegociar la deuda- alejará los peligros de fascismo y de guerra, quitará a la extrema derecha la bandera de la defensa nacional, reanimará el internacionalismo de los trabajadores.
La pasividad y la neutralidad son actitudes criminales. Grecia somos todos. Hay que formar comités nacionales de apoyo al NO de Grecia explicando que esta decisión afectará directamente a los trabajadores de todos los países.