Domingo 28 de junio de 2015: El gobierno griego de Syriza, encabezado por Alexis Tsipras, decreta un control de capitales y el cierre de bancos durante una semana con la imposibilidad de sacar más de 60 euros diarios de los cajeros.
Domingo 5 de julio, una semana después: A pesar de la campaña mediática contra el gobierno y de la manipulación sobre las posibles consecuencias del control de capitales, el No en el referéndum griego es arrollador, se impone en todas las regiones de Grecia con más del 61% de los votos.
Después del terrorismo mediático ejercido contra el gobierno de Syriza durante 7 días, y de la apuesta por el Sí de los principales líderes políticos europeos, alguien tendría que preguntarse por qué el pueblo griego de manera mayoritaria ha votado por el No, que ha obtenido un logro muy superior al obtenido por Synaspismós Rizospastikís Aristerás (Coalición de la Izquierda Radical) en las elecciones parlamentarias de enero donde fue el partido más votado; al tiempo que la derecha de Nueva Democracia, la socialdemocracia del PASOK y los liberales de To Potami, las tres grandes ideologías que han colocado a Europa en el lugar que se encuentra, iban unidos pidiendo el voto contrario por el Sí.
Marx decía que la historia siempre se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa. Con este resultado, el pueblo griego impide la continuación de la farsa en que se había convertido la tragedia griega y da un No rotundo a las políticas de austeridad impulsadas por esa Europa de dos velocidades que configuró un eje del Sur al que poder seguir explotando para mantener las tasas de ganancia en el Norte. Un No a las instituciones antes conocidas como Troika y en definitiva, a un modelo neoliberal de salvaje despojo de los bienes comunes y los derechos sociales que impone un terrorismo económico contra todo un pueblo sin importarle las consecuencias para las mayorías sociales.
Pero en realidad, este resultado, aunque parezca un OXÍmoron, es un No que significa Sí. Sí a otra Grecia posible alejada de los dictados de unas elites políticas y económicas en Alemania; Sí a Syriza; Sí a Alexis Tsipras y Yannis Varoufakis; Sí, en definitiva, a una Europa social y de los pueblos donde no se recorten las pensiones o salarios.
La primera consecuencia del referéndum ha sido la dimisión de Antonis Samarás, principal defensor del Sí y firmante del memorándum de entendimiento con la Troika por el segundo rescate que sufrió Grecia por 230.000 millones de euros. Pero mientras en Grecia la derecha da un paso al frente, no se esperan dimisiones en Alemania, Francia, Italia, el Banco Central Europeo o el Fondo Monetario Internacional.
A partir de aquí, el gobierno griego tiene un mandato firme. Teniendo muy claro que el triunfo del No no implica una decisión de ruptura con Europa, sino en contra de las medidas de austeridad, la apuesta va a seguir siendo de negociar con las instituciones europeas desde una posición de un poco más de fuerza, pero sabiendo que van a seguir siendo necesarias algunas reformas si quieren conseguir una reestructuración de la deuda y una quita parcial de la misma.
La hoja de ruta de las instituciones antes conocidas como Troika no está tan clara. Parece que después de que desde Washington se forzara la publicación del informe en el que el FMI reconoce que la deuda publica griega del 177% del PIB es insostenible, pudiera haber esta semana un acercamiento en torno a la reestructuración de la deuda a cambio de reformas. La otra opción, la del Grexit, con la que quizás han soñado algunos líderes europeos los últimos días, parece que se aleja, por mucho que los medios de comunicación quieran dibujarnos otra realidad, salvo que el Banco Central Europeo (por instrucción de Alemania), decida cortar el flujo de liquidez a los bancos griegos esta misma semana, con lo cual sí entraríamos en una espiral peligrosa para Grecia, pero sobre todo para el concepto de Unión Europea.
Lo que está claro es que Grecia ha dicho No al concepto neoliberal de privatizar las ganancias y socializar las perdidas, y este resultado es tanto un espaldarazo para el primer gobierno de izquierda real en Europa en muchas décadas (dejemos de considerar como tal a la socialdemocracia neoliberal o a la izquierda lightberal), como para la posibilidad del comienzo de un cambio de época para Europa.
El resultado del referéndum griego demuestra que la historia la hacen los pueblos, y es un llamado de atención para las elites políticas y económicas europeas. No hay muchas razones para grandes celebraciones, el camino que le queda al pueblo griego por recorrer es todavía sinuoso y plagado de obstáculos; vienen tiempos duros y difíciles, pero a la vez tiempos de esperanza. Y al menos por esta semana, las palabras Democracia, Soberanía y Dignidad se escriben con G de Grecia, S de Syriza y T de Tsipras.
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