En este ensayo, Ruth Kinna*, trata de reclamar la Navidad para las masas y recordarnos que los buenos deseos son la base del apoyo mutuo; si podemos seguir el ejemplo redistributivo de Kropotkin Claus**, podemos crear un futuro que sea Navidad.
Traducción de Free Collective
Regeneración, 24 de diciembre de 2017.- No es sorprendente descubrir que Kropotkin estaba interesado en la Navidad. En la cultura rusa, San Nicolás (Николай Чудотворец) era venerado como un defensor de los oprimidos, los débiles y los desfavorecidos. Kropotkin compartía esos sentimientos. Pero también había un lazo familiar. Como todo el mundo sabe, Kropotkin podía trazar su ascendencia a la antigua dinastía Rurik que gobernó Rusia antes de la llegada de los Romanov, la cual, desde el siglo I dC, controló las rutas comerciales entre Moscú y el Imperio Bizantino. La rama familiar de Nicolás fue enviada a patrullar el Mar Negro. Pero Nicolás era un hombre espiritual y se escapó de la vida de pirateo y bandidaje por la que su vikinga familia rusa era conocida. Entonces se estableció bajo un nuevo nombre en las tierras al sur del Imperio, ahora Grecia, y decidió usar la riqueza que amasó durante su vida delictiva para aliviar el sufrimiento de los pobres.
Fuentes archivísticas “no” publicadas recientemente descubiertas en Moscú revelan que Kropotkin estaba fascinado por este lazo familiar y la sorprendente similitud física entre él y la figura del Papa Noel, popularizada por la publicación de “Una Visita de San Nicolás” (mejor conocida como “La noche antes de Navidad”) en 1823. Kropotkin no era tan gordo como Claus, pero con un cojín metido en su túnica, pensaba que podría dar el pego. Su amigo Elisée Reclus le aconsejó quitar el borde de piel del disfraz. Era una buena idea pues también le permitiría vestir un poco más de negro con el rojo.
También decidiría seguir el consejo de Elisée acerca del reno y usar un trineo de mano. Kropotkin no era muy dado a disfrazarse. Pero explotar la similitud para extender el mensaje anarquista era una excelente propaganda por la acción. Anticipándose a “V”, Kropotkin pensó que todos podríamos posar como Papa Noel. En el margen de una página Kropokin escribe: “¡Infiltrarse en las tiendas, regalar los juguetes!”
Se lee en los débiles trazos en el anverso de una postal:
“La noche antes de Navidad, estaremos todos listos
Mientras la gente está durmiendo, reconoceremos nuestra fuerza
expropiaremos bienes de las tiendas, porque es justo
y los distribuiremos ampliamente, entre aquellos que necesitan cuidado.”
Su proyecto también revela algunos valiosos destellos de sus ideas acerca de las características anárquicas de la Navidad y su pensamiento acerca de las formas en las que los rituales victorianos de Navidad pueden ser adaptados.
“Todos sabemos”, escribió, “que las grandes tiendas – John Lewis, Harrods y Selfridges – están empezando a explotar el potencial comercial de la Navidad, estableciendo cuevas mágicas, grutas y tierras de hadas fantásticas para atraer a nuestros hijos y presionarnos para comprar regalos que no queremos y no podemos pagar”. “Si eres uno de nosotros”, continuó, “te darás cuenta de que la magia de la Navidad depende del sistema de producción de Papa Noel, no en los intentos de las tiendas de seducirte para consumir lujos inútiles”. Kropotkin describió los talleres en expansión en el Polo Norte, donde los elfos trabajaban alegremente todo el año, porque sabían que estaban produciendo para el placer de otros pueblos. Enfatizando que esos talleres eran estrictamente sin ánimo de lucro, basados en la artesanía y ejecutados en líneas comunitarias, Kropotkin los trató como prototipos de las fábricas del futuro (esbozadas en campos, fábricas y talleres). Algunas personas, sentía, pensarían que el sueño de Papa Noel de ver que todo el mundo recibía regalos en Navidad, era quijotesco. Pero podría hacerse.
De hecho, la extensión de los talleres – los cuales eran bastante costosos de mantener en el Ártico – facilitaría la producción generalizada para las necesidades y la transformación del regalo ocasional en el compartir ordinario. “Tenemos que decírselo a la gente”, escribió Kropotkin, “que los talleres comunitarios pueden establecerse en cualquier sitio y que podemos aunar nuestros recursos para asegurarnos que todo el mundo satisface sus necesidades”!
Una de las cuestiones que más molestaba a Kropotkin acerca de la Navidad era la forma en la cual el rol inspirador que Nicolás había jugado para conjurar los mitos de la Navidad confundía la ética de la Navidad. Nicolás era equívocamente representado como un hombre caritativo y benevolente: santo porque era un benefactor. Absorbido en la figura de Papa Noel, las motivaciones para regalar de Nicolás habían sido aún más desvirtuadas por la fijación Victoriana con los niños. Kropotkin no entendió realmente los enlaces, pero sintió que reflejaba un intento de moralizar a los niños a través de un concepto de puridad que era simbolizado por el nacimiento de Jesús. Naturalmente no podía imaginar la creación del Papa Noel Gran Hermano que sabe cuando un niño esta dormido o despierto y viene al pueblo aparentemente sabiendo quien se había atrevido a llorar o hacer pucheros. Pero antes o después, advirtió, esta idea de pureza sería usada para distinguir a los niños traviesos de los buenos y solo aquellos en el segundo grupo serían recompensados con regalos.
Sea como fuere, ambas cosas eran importantes, recuperar el principio de la compasión de Nicolás de esta confusa palabrería y el origen folclórico de Papa Noel. Nicolás daba porque le dolía saber de las penurias de otros. Aunque no era un asesino (hasta donde Kropotkin sabía), compartía la misma ética de Sofía Petrovskaya. Y aunque era obviamente importante preocuparse por el bienestar de los niños, el principio anarquista era tener en cuenta el sufrimiento de todo el mundo. De la misma forma, se malinterpretó la práctica de dar pensado que requería la implementación de un plan centralizado, supervisado por un administrador omnisciente. Eso era bastante erróneo: Papa Noel venía de la imaginación de la gente (solo considere la variedad de nombres locales que Nicolás ha tenido – Sinterklaas, Tomte, de Kerstman). Y la difusión del buen humor – a través de la fiesta – era organizada desde abajo. Enterrado en la Navidad, Kropotkin afirmaba, estaba el principio solidario del apoyo mutuo.
Kropotkin apreciaba la importancia del ritual y el valor real que las comunidades y los individuos asignaban a los carnavales, actos de remembranza y conmemoración. No deseaba más la abolición de la Navidad que su republicanización a través de una terca reorganización burocrática del calendario. Era importante, de todas formas, desvincular la ética que la navidad fomentaba de la singularidad de su celebración. Hacer una fiesta era solo eso; extender el principio del apoyo mutuo y la compasión en la vida diaria era algo más. En la sociedad capitalista, la Navidad proveía un espacio para buenos comportamientos especiales. Aunque era posible ser cristiano una vez al año, el anarquismo era para toda la vida.
Kropotkin se dio cuenta que su propaganda tendría más posibilidades de éxito si pudiera mostrar como el mensaje anarquista estaba también incrustado en la cultura dominante. Sus notas revelan que se fijó particularmente en la novela de Dickens “Un Cuento de Navidad” para encontrar un vehículo para sus ideas. El libro era ampliamente reconocido por estar cimentado en ideas de amor, júbilo y buena voluntad en Navidad. Kropotkin encontró la genialidad del libro en su estructura. ¿Qué otra cosa era la historia del encuentro de Scrooge con el fantasma de la Navidad pasada, presente y futura que un repaso del cambio? Viendo su presente a través de su pasado, Scrooge tuvo la oportunidad de cambiar su tacañería y rehacer ambas cosas, su futuro y el futuro de la familia Cratchit. Incluso si solo fuera recordado una vez al año, pensó Kropotkin, el libro de Dickens daba a los anarquistas el vehículo perfecto para enseñar esta lección: alterando lo que hacemos hoy, modelando nuestro comportamiento en Nicolás, ¡podemos ayudar a construir un futuro que sea Navidad!
*Ruth Kinna es profesora de Teoría Política en la Universidad de Loughborough donde se especializa en filosofía política. Desde 2007 ha sido editora de la revista Anarchist Studies. Es la autora de Anarchism – A Beginners Guide y también William Morris: The Art of Socialism.
**Piotr Alekséyevich Kropotkin, conocido en español también como Pedro Kropotkin es considerado como uno de los principales teóricos del movimiento anarquista, dentro del cual fue uno de los fundadores de la escuela del anarcocomunismo, y desarrolló la teoría del apoyo mutuo.