Y si se trata de un asunto económico hay que preguntarse quién gana y quién pierde con el funcionamiento de la termoeléctrica de Huexca
Por Miguel Ángel Ferrer
Regeneración, 23 de febrero del 2019.-El asesinato de Samir Flores, activista social y destacado opositor a la planta termoeléctrica de Huexca, en el estado de Morelos, tiene todos los visos de una provocación. De un acto que pretende provocar un grave conflicto político.
Pero, como bien se sabe, todo conflicto político esconde un conflicto económico. O, dicho de otro modo, todo conflicto político es en el fondo y en última instancia un conflicto de naturaleza económica.
Y si se trata de un asunto económico hay que preguntarse quién gana y quién pierde con el funcionamiento de la termoeléctrica de Huexca. Y como lo demuestra toda la historia económica de México en los últimos 100 años, con la producción de energía eléctrica gana la sociedad, el país, el pueblo de México. ¿Quiénes, entonces, pueden oponerse sensatamente a la producción de electricidad?
La electricidad, sin embargo, puede ser producida por el sector público, por el gobierno, como lo fue por muchísimas décadas; o bien, puede ser producida por la empresa privada, por el capital privado.
Y este es precisamente el sustrato del caso Huexca. Si se construye la termoeléctrica, la producción de electricidad será de carácter público, lo que dejará a los productores privados sin una buena parte del mercado eléctrico y, consecuentemente, sin una buena cantidad de ganancias dinerarias.
De modo que, en buena lógica, para los capitalistas del sector eléctrico, la mayor parte de ellos extranjeros, es de la mayor importancia que no se construya la termoeléctrica de Huexca, pues perderían muchos millones de dólares cada año y por muchos años.
Pero el capital privado tiene mucha experiencia en tirar la piedra y esconder la mano. No es tan ingenuo como para mostrar desembozadamente que son los capitalistas quienes se oponen a la termoeléctrica. Prefieren que la oposición tenga un rostro bonito. ¿Y qué cara más bonita y en apariencia más noble que la protección del medio ambiente? ¿Y qué mejor argumento emocional para oponerse a la planta que el asesinato de un opositor con buenas credenciales ambientales?
Sólo que ni los rostros más bellos ni las intenciones aparentemente más nobles pueden esconder el interés económico que mueve a los opositores a la termoeléctrica de Huexca.
Vistos en términos macroeconómicos, los hechos de Huexca son una disputa entre propiedad pública y propiedad privada. Entre la apropiación social de la riqueza social y la apropiación privada de esa misma riqueza. Y, en resumidas cuentas, entre neoliberales y nacionalistas, es decir, entre neoliberales y obradoristas.