“¡Son unos atascados!”, dijo Penchyna ante las exigencias de los senadores de Acción Nacional para aprobar la reforma energética que significaba para Peña Nieto “la joya de la corona”.
Regeneración, 10 de agosto del 2020.A mediados de diciembre de 2013, en medio de un fuerte operativo policiaco a los alrededores del Senado de la República.
Los legisladores del PRI, PAN y PVEM se preparaban para avalar el mayor atraco a los mexicanos: la reforma energética. Esa que según varios estudiosos, era intocable, por el significado histórico y político que representaba para la Nación.
Y es que, después de la expropiación petrolera decretada por el presidente Lázaro Cárdenas el 18 de marzo de 1938, misma que le causo un enfrentamiento con la principal potencia del mundo, los Estados Unidos.
A las afueras de ese senado convertido en bunker, miles de personas realizaban una manifestación, niños, adultos, trabajadores y organizaciones sociales, pedían que no se avalara.
Ante ello el panista Salvador Vega Casillas, entonces secretario de Energía del Senado, indicó: “De haber sabido que las protestas iban a estar así, hubiéramos privatizado todo el sector energético”.
En contubernio, Emilio Lozoya y Pedro Joaquín Coldwell, director de PEMEX y el secretario de Energía respectivamente, estaban en contacto directo con el presidente, así como con Osorio Chong y Luis Videgaray.
Aunque el PRI tenía asegurada la aprobación de la reforma con los votos de su partido, del PAN, del PVEM y del PANAL, esperaban no tener “ninguna sorpresa”. Finalmente, la llamada “joya de la corona” fue aprobada por los senadores.
Ocho años después de estos acontecimientos un ex panista, que pidió no revelar su identidad, señaló que desde la cúpula del poder se temía las reacciones de algunos priistas de la vieja guardia nacionalista, por el significado del petróleo.
Pero, aunque el dirigente del PAN, Gustavo Madero había prometido que su partido acompañaría la reforma de Peña Nieto, los senadores del conservador partido exigían más por su voto y comenzaron a chantajear.
El chantaje de los panistas
El ex panista señala que así comenzó el cabildeo para las concertacesiones y fue así que se negociaron las gubernaturas. Y es que, los panistas advirtieron que si no les concedían sus peticiones, se ausentaría, se abstendrían o de plano votarían en contra.
Por fin, Mendoza Davis se quedó con la gobernatura de Baja California; Javier Lozano se le prometió la de Puebla, en un acuerdo con Rafael Moreno Valle; Mariana Gómez del Campo se le otorgó la alcaldía Benito Juárez para su ex pareja, Jorge Romero.
A Javier Corral se le ofreció la gubernatura de su natal Chihuahua a cambio de su silencio por las tranzas que se hicieron en la reforma energética.
“¡Son unos atascados!”, dijo David Penchyna cuando se concretó esa negociación con los panistas.
En el PRD la situación no fue muy distinta, según la declaración del ex panista, también hubo senadores del sol azteca que aceptaron sobornos. Silvano Aureoles, negoció con Miguel Ángel Mancera y con “Los Chuchos”, para obtener la gobernatura de Michoacán.
Incluso, Miguel Barbosa, se le concedió la Presidencia de la Mesa Directiva del Senado en la 62 legislatura.
Pero en el sector “independiente”, el Grupo Monterrey y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), de la mano de Claudio X. González, pidieron la gobernatura de Nuevo León. La única condición que puso Peña Nieto es que fuera un ex priista dócil.