La fiebre del litio: “ la nueva gasolina”

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Cada día aumenta la demanda de baterías recargables. El mercado de las baterías mueve más de 46 mil millones de dólares anuales, por eso el litio, metal necesario para las mismas, cada vez se vuelve más preciado. El ‘Triángulo del Litio’ es una zona geográfica ubicada en América del Sur, en el límite de Argentina, Bolivia y Chile, donde se concentra 60% de las reservas de ese metal blando del planeta. Por eso los ojos del mundo están puestos allí.

Regeneración, 24 de abril de 2016. En medio del nubarrón que se cierne sobre toda la industria minera mundial, hay un punto brillante y esperanzador: el del litio.

Este año parece ser clave para el despegue de la producción de ese metal, indispensable para el funcionamiento de muchas baterías de autos eléctricos y otros artefactos de alta tecnología.

Los precios del litio importado a China se duplicaron en cuestión de dos meses entre noviembre y diciembre de 2015, llegando a US$13.000 por tonelada, según reportó The Economist.

El interés por el litio es tal que el banco de inversión Goldman Sachs lo bautizó como “la nueva gasolina”.

Un informe de la consultora Allied Market Research estima que el mercado mundial de las baterías de litio podría acercarse a US$46.000 millones en 2022.

Mientras los productores petroleros lloran sus desgracias y las empresas mineras intentan sobrevivir al naufragio de los mercados, el sector del litio vive momentos de bonanza.

Ello promete traer grandes beneficios a varios países sudamericanos, encabezados por Argentina, Chile y Bolivia. Aunque se sabe que China tiene grandes reservas de litio, un porcentaje pequeño México y Estados Unidos.

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Parte de la euforia tiene que ver con el anuncio del empresario Elon Musk a comienzos de este mes acerca de sus deseos por expandir la producción de los autos eléctricos Tesla.

El mercado mundial de las baterías de litio podría acercarse a US$46.000 millones en 2022″

Cientos de miles de personas han encargado con anticipación su nuevo Modelo 3 y el empresario está construyendo una gigantesca fábrica de baterías para esos autos en el desierto de Nevada, en Estados Unidos.

“Para producir 500.000 vehículos al año, básicamente necesitamos absorber toda la producción de litio del mundo”, dijo a los medios Elon Musk.

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Y ese es apenas uno de los competidores en el mercado de los autos eléctricos, sin mencionar a productores de baterías de computadoras y de otros artefactos electrónicos, igualmente necesitados de asegurar buenas fuentes de litio.

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Salar de Uyuni, gran yacimiento de litio en Bolivia

El litio lo concentran tres países de Sudamérica

En América Latina hay razones para mirar con mucho interés estos desarrollos: tres naciones ubicadas en una especie de “triángulo de oro” del litio concentran reservas importantes del metal.

Argentina, Bolivia y Chile están en la mira de la industria. Entre los tres países, agrupan cerca de 60% de las reservas conocidas de litio, según estudios del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés).

Ello llevó a la revista estadounidense Forbes a declarar hace unos años que la zona es la “Arabia Saudita del litio”.

Bolivia tiene entre el vistoso paisaje de su Salar de Uyuni el que es, tal vez, el mayor yacimiento del mineral.

Pero como asegura el experto boliviano en litio Oscar Ballivián Chávez, el gran problema que tiene Bolivia es que el litio de su salar está muy mezclado con magnesio y se necesitan insumos caros para poder separarlos.

Para producir 500.000 vehículos al año, básicamente necesitamos absorber toda la producción de litio del mundo. Además, hay fuertes restricciones a la inversión extranjera.

El gobierno del presidente boliviano Evo Morales ha buscado establecer condiciones a las multinacionales interesadas que permitan al país sudamericano retener un control importante de la industria.

Asegura que busca no repetir la historia minera del país, en la que por siglos entidades extranjeras explotaron sus recursos sin dejar grandes beneficios a las comunidades locales.

La producción a gran escala de litio en Bolivia todavía no ha comenzado.

Pero el mismo estado boliviano ensaya con una planta experimental de producción de carbonato de litio en el área.

En Argentina y Chile, por su parte, varias empresas privadas están extrayendo el mineral, aunque, al igual que en Bolivia, algunos aseguran que los esfuerzos de esas naciones deberían concentrarse en la producción de las baterías, de mayor valor agregado, más que en la simple extracción del metal.

Chile ha venido liderando la producción de litio, con cerca del 33% de la oferta mundial.

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Pero muchos creen que la reciente llegada al poder en Argentina de un presidente con abierta simpatía por la inversión extranjera, como es el caso de Mauricio Macri, dinamizará la llegada de capitales foráneos al sector de explotación en litio en esa nación.

Empresas japonesas, estadounidenses, australianas y de varias naciones europeas, entre otras, participan ya con planes o proyectos en marcha en esta fiebre por asegurarse a fuentes de litio.

No obstante, al igual que pasa con muchos otros sectores mineros en América Latina, hay quienes advierten de las posibles consecuencias sociales y ambientales de esta bonanza en ciernes.

Los paisajes dramáticos y hoy casi intactos de los grandes salares andinos pueden estar condenados a desaparecer para satisfacer la demanda extranjera por baterías.

Falta ver si las comunidades que viven a su alrededor recibirán los beneficios de ser el epicentro mundial de la producción de la “nueva gasolina”.

Teniendo en cuenta tal la demanda de almacenamiento de energía de alta densidad, Goldman Sachs, uno de los grupos de banca de inversión y valores más grandes del mundo, ha catalogado al litio como “la nueva gasolina”.

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De hecho, según un informe publicado por la consultora Allied Market Research, está estipulado que el mercado global de baterías de este elemento genere ingresos por un total de 46.210 millones de dólares hacia el año 2022, indica “Diario Financiero”.

El llamado ‘Triángulo del Litio’ es una zona geográfica ubicada en América del Sur, en el límite de Argentina, Bolivia y Chile, que concentra más del 85% de las reservas de ese metal blando del planeta, según indica Fundamin (Fundación para el Desarrollo de la Minería Argentina). Es por eso que los ojos del mundo están puestos allí.

(BBC Mundo y RT)