La mejor política, por Elena Poniatowska

Por Elena Poniatowska | La Jornada
¿Cómo ves tú nuestro futuro, Porfirio? ¿Muy difícil?

–No, el futuro es manejable si no nos equivocamos. Pellicer tiene una frase notable sobre Juárez: ‘‘La patria es navegable si el tiempo te consulta”. Adoré a Pellicer…

–No eres el primero…

–Cuando yo era presidente del PRI, se me ocurrió, aprovechando que tenía mucho margen de acción, meter a intelectuales como senadores. Luego tuve resacas. Puse a Paco Martínez de la Vega por San Luis, propuse a Daniel Cosío Villegas por el DF y a Carlos Pellicer. Luego me los tiraron por cosas locales.

Porfirio Muñoz Ledo me explica que a Pellicer nunca le importó pertenecer a El Colegio Nacional, porque era genial. Luego se lanza a recordar la naturaleza y el agua de su estado, Tabasco, al Tepozteco en Morelos, las cabezas olmecas que el gran poeta cargó sobre sus hombros y colocó en el parque de la Venta. Porfirio concluyó que, ante todo, el tabasqueño era el poeta de la naturaleza.

–Yo lo propuse como senador para romper mafias en Tabasco y Carlos Pellicer fue conmigo senador por Tabasco. Ahí comenzó la carrera de Andrés Manuel López Obrador en el Instituto Nacional Indigenista, a mí me conoció Andrés en La Chontalpa. Yo era presidente del PRI y estaba en la estratósfera. Carlos Pellicer invita a Andrés Manuel para que sea su asesor en su campaña como senador, Andrés Manuel tendría 33 o 34 años. Aparte de nuestra liga patriótica, la más sutil identidad que tengo con Andrés Manuel es Carlos Pellicer. Para mí, Andrés Manuel está cambiando la historia, el clamor es colectivo, estamos frente a una revolución de las conciencias, todo lo que nos espera va a ser distinto de ahora en adelante. Es inmensa la brecha de la desigualdad y la violencia que vivimos en nuestro país y con todos sus viajes a lo largo de estos últimos años, Andrés Manuel ha comenzado a cerrarla.

Porfirio Muñoz Ledo es un hombre singular. Hace años, la embajada de Francia ofreció en su residencia de Las Lomas una cena para Emile Roche, alcalde de Biarritz, quien tenía un gran empeño en invitar a artistas mexicanos a un Festival de Cine y de Cultura. Me alegró ver que me tocaría sentarme en una de las mesas, a la derecha de Porfirio Muñoz Ledo, quien sólo llegó a los postres y me preguntó: ‘‘Oye, ¿de qué se trata?”. Apenas respondí, tomó uno de sus cubiertos, se puso de pie, convirtió su vaso en campana, tin, tin, tin, tin, todos callaron, el tiempo se detuvo. Porfirio explicó en francés que México estaba muy agradecido por la invitación y que todos acudiríamos encantados a Biarritz y allá demostraríamos nuestro talento y nuestro amor a Francia y a su cultura. Me quedé impactada.

Carlos Fuentes y Sergio Pitol aseguraban que para Porfirio un proyecto de nación era ante todo un proyecto de cultura, de alfabetización, de descentralización del país, de ir a conocer hasta el último poblado, de no dejar a un solo niño sin escuela, de recurrir a las comunidades indígenas y a sus artesanos, de darle fuerza, salud, posibilidades de vida a quienes no la tienen y sacar a las secretarías de Estado de la capital, ampliar y fortalecer nuestra Constitución que ya de por sí es notable. Según la mayoría de los políticos e intelectuales, Porfirio ‘‘es inteligentísimo”. ‘‘Brillante”, ‘‘superdotado”, ‘‘listo como él solo”, ‘‘precoz”, ‘‘genial”, ‘‘deslumbrante”, atributos que lo hicieron encabezar muchas secretarías de Estado, subsecretarías, presidencias de comités, legislaturas, embajadas, partidos (¿le quedaría alguno al cual pertenecer?), consejos políticos y culturales, reuniones secretas, ‘‘petit comités” sólo para iniciados, senadurías y cámaras de diputados. A lo largo de su vida, firmó todos los acuerdos gubernamentales más definitivos para la patria, figuró en todos los contingentes y apareció hombro con hombro al lado de casi todos los presidentes de la República, ocupó y sigue ocupando un lugar preponderante en acontecimientos nacionales, toma la palabra en eventos que los mexicanos consideramos históricos y cuando no, la pide con vehemencia. Es imposible olvidarlo con su enorme sonrisa televisiva y su chino en la frente al lado de Vicente Fox, bajo el Ángel de la Independencia, en espera del cambio que todos deseábamos.

–Yo tengo una relación telepática con Andrés, siempre sé lo que va a decir. Lo conozco como a la niña de mis ojos.

–¿Va a ganar?

–De eso quiero hablar. Andrés quiere que yo le ponga la banda presidencial. Quiero ser el presidente de la Cámara. Andrés ya mandó el ‘‘sí” con su hijo y lo repitió en una última reunión de Morena. Para mí sería un gran honor ponerle la banda… Ponérsela sería la culminación de mi vida de 85 años, de servicio a la patria…

–¿No es el presidente de la República saliente el que pone la banda presidencial?

–Elena, me refiero a la Cámara de Diputados… Yo entregué la presidencia del PRD a AMLO. El primer presidente del PRD fue Cuauhtémoc Cárdenas, el segundo Porfirio Muñoz Ledo y el tercero Andrés Manuel. Yo te quiero hablar de Andrés. Acabo de hacer una entrevista buenísima en ABC Radio, de cómo se ve Andrés en la historia. Él va a hacer historia, va a cambiar al país porque cree en la Cuarta República.

–¿Qué es lo que te preocupa, Porfirio?

–Yo no puedo subir desde una curul a ponérsela, tiene que ser el presidente de la Cámara, ni modo que se la ponga el PRI o el PAN. Ponérsela yo me permitiría encauzar una serie de reformas muy importantes mientras Andrés Manuel lidia con todas las resacas que van a presentarse. Yo puedo asumir muchas responsabilidades y dar la cara en muchos temas, resolver conflictos, anticiparme a diatribas. No es que sea un escudero, sino una especie de adelantado como se decía en el lenguaje medieval.

–Pero antes quisiste hacer lo mismo para Fox.

–Sí, porque mis ideas son las mismas; tengo una línea de pensamiento idéntica. Hay tres documentos fundamentales: uno, el manifiesto democrático y la corriente democrática con Cuauhtémoc; dos, el Programa de la Revolución Democrática, que coordiné en 1990, y tres, la Reforma del Estado que era muy progresista y Fox traicionó porque traicionó todo a lo que se había comprometido. Es el gran traidor de nuestra historia. Es un hombre visceral y miserable. Él fue el persecutor de Andrés, ¿te acuerdas del desafuero? Ahí rompí con Fox. Él es la víscera de la derecha. Odia a Andrés. Él perdió contra Andrés, históricamente. Cuando terminó su sexenio dijo: ‘‘López Obrador me ganó lo del desafuero, pero me desquité” e impuso con las peores mañas del mundo, a Calderón. Ninguna elección en la historia de México ha sido tan sucia como la que orquestó Fox, curiosamente militante del supuesto partido democrático de este país. Él le echó toda la carrilla a Andrés; la elección más sucia de México es la de 2006. La de Calderón fue sucia, pero nunca como la de Fox. Fox le echó todo el aparato del Estado encima. Calderón se apoyó en el PRI, hizo la alianza que ahora existe, el PRIAN, ahora PANRI, porque el PAN es el que lleva la batuta.