Migración. Si los que ahora protestan contra la caravana migrante le dedicaran no una hora, sino quince minutos a los que mueren de hambre en la sierra, a los desplazados por la violencia, quizá entenderían por qué un padre de familia tiene que caminar kilómetros para huir de algo contra lo que es imposible luchar
La migración, la tolerancia
Por Ramiro Padilla Antondo*
Regeneración, 19 de noviembre del 2018. Migración. Este es el juego perverso de las migraciones humanas. Como todo, magnifica lo malo e ignora lo bueno. He citado en múltiples ocasiones el excelente libro de Umberto Eco, Cinco escritos morales, donde recuerda la migración albana a Italia.
Un modelo que en general fue de acogida, pero que no estaría exento de incidentes.
Decía Eco que entre los migrantes albanos había un par de manzanas podridas, como las hay en cualquier grupo humano.
No existen los nacionalismos buenos o malos, existen interpretaciones de ellos.
Puede uno colgarse de una bandera como si al hacerlo de repente nos salieran cualidades extraordinarias.
Como si al hacer la comparación nosotros-ellos de manera constante saliéramos bien librados.
Por supuesto que estas interpretaciones nacen de la venta de la idea de lo que significa una nación.
La amenaza externa ha sido uno de los mejores mitos cohesionantes de la historia.
El nazismo, el comunismo, el macartismo, la babilonia norteamericana para los árabes parten de este hecho.
Se requiere culpar al diferente porque soslayamos asuntos más importantes.
La perversidad entre nosotros mismos es tolerada a niveles casi psicóticos, y en ocasiones devienen en regionalismos puñeteros.
Haz patria, mata un “chilango”, pinches “chinolas” gritaban en el sur de la Baja California después de un desastre natural, los “oaxaquitas” son sucios, en realidad la criminalidad de la ciudad se debe a la gente que viene de fuera.
La intolerancia está allí, saludable, y solo necesita que se le cultive un poco.
Para eso no hace falta más que un canal de televisión, un programa de radio y las redes sociales.
Hay aspectos históricos que se ignoran.
El caos creado en la ciudad de Tijuana estos días se debe en gran medida al trabajo sistemático de los Estados Unidos.
Trastornar un poco la frontera solo requiere que se cierren algunas líneas para cruzar.
Entonces el precio a pagar se traslada al otro.
El discurso xenofóbico norteamericano vende también entre los mexicanos.
La caravana migrante recuerda al vecino que quema tu casa por diversión pero cuando le pides asilo amenaza con dispararte.
También abona al contraste entre los distintos méxicos, que coexisten con sus diferentes perspectivas.
En el sur se les recibió con cariño, en el norte con agresividad.
Es casi imposible dar una lectura correcta, uno debe atenerse a la información disponible que todo ve a través de un lente distorsionado.
Si los que ahora protestan contra la caravana migrante le dedicaran no una hora, sino quince minutos a los tarahumaras que mueren de hambre en la sierra, a los chiapanecos desplazados por la violencia, a los tamaulipecos, a los michoacanos que han abandonado sus hogares a la fuerza, quizá entenderían por qué un padre de familia tiene que caminar cientos, miles de kilómetros para huir de algo contra lo que es imposible luchar.
O quizá un tour guiado a San Pedro Sula, quizá la ciudad más violenta del mundo.
Entonces, ese par de centenares voltearían a ver a los migrantes con otros ojos.
Es fácil unirse al tren del odio. Es difícil voltear a una región centroamericana por largo tiempo rehén de compañías norteamericanas que han decidido poner y quitar presidentes.
Es difícil leer a García Márquez construyendo una maravillosa narrativa a través de la compañía bananera, los trenes llenos de muertos que se dirigen hacia el mar, a Jacobo Arbenz siendo expulsado del gobierno de Guatemala por querer dar tierras de su propio país a sus propios campesinos.
Es fácil opinar en las redes sociales.
Se hace catarsis.
Se encuentran personas con pensamientos similares, se reproducen las ideas contaminantes.
Mientras tanto, los gringos seguirán enviando al ejército a la frontera, pondrán alambradas, cerrarán las líneas de acceso a su país y le dirán al nuestro,
¿Qué vas a hacer con lo que yo provoqué?
*Ramiro Padilla Antondo,@ramiroatondo Es un escritor mexicano nacido en Ensenada, Baja California.
Autor de los libros de cuentos A tres pasos de la línea, Cuentos de la zoociedad, Esperando la muerte y de las novelas Historia de una ficción breve y Días de agosto.
Algunos de sus ensayos publicados son: Lectura y contra lectura, México para extranjeros, La verdad fraccionada y Hojas sin ruta.