La producción de cocaína está relacionada con la deforestación de los bosques, pero, no por la siembra, sino por la necesidad de los traficantes de utilizar el dinero generado del comercio de las drogas.
Regeneración, 28 de mayo de 2017.- La producción de cocaína es un gran negocio. Sólo en Estados Unidos hay 1.5 millones de usuarios regulares del narcótico. Pero, el comercio de la droga no solo tiene consecuencias económicas o sociales, también medioambientales.
Según un estudio publicado en EnviromentalLetter, “la cocaína está acabando con las selvas y bosques de América Latina”.
Los investigadores usaron estadísticas para calcular si el tráfico estaba relacionado con las afectaciones a los bosques y encontraron que éste podría representar entre el 15 y 30 por ciento de la deforestación anual en Guatemala, Nicaragua y Honduras, al menos en los últimos diez años.
Aunque cada país ha intentado proteger sus bosques y selvas, los intentos no han sido suficientes. El equipo de investigación encontró que entre el 30 y 50 por ciento de la pérdida de biodiversidad tuvo lugar en las áreas protegidas por la legislación nacional o internacional. Esa pérdida amenaza la vida de las especies de flora y fauna que ahí habitan y pone en riesgo los esfuerzos locales por su preservación.
La producción de cocaína ya se ha relacionado con la deforestación en varios lugares como Colombia, donde el aumento del cultivo de coca afecta los bosques, pero no por la siembra, sino por la necesidad de los traficantes de utilizar el dinero generado del comercio de las drogas.
“De alguna manera, los narcotraficantes usan el espacio –antes plena de un bosque– para lavar dinero. Parece ser que la mejor manera de lavar dinero ilegal por drogas es destruir la cerca de la naturaleza: cortar los árboles y construir un rancho con ganado.”
A este fenómeno se le ha llamado narcodeforestación.
Los investigadores añadieron que la guerra de Estados Unidos contra las drogas aumentó el problema.
“La narcodeforestación se ha encargado de convertir los bosques y las selvas en granjas, en tierras de especulación, en espacios para operaciones ilegales; lo cual ha provocado que mientras más y más bosques se usan, se requieren cada vez más y más caminos y ciudades –y eso reduce el espacio del bosque aún más.”
La solución requiere un enfoque múltiple, dicen los investigadores pero, en primer lugar, la reducción de la demanda de cocaína, especialmente de Estados Unidos, reduciría los efectos de la narcodeforestación en América Latina.
Con información de Smithsonian