“Tomé la decisión consciente de sobrevivir, de estar viva hoy, de sentirme bonita otra vez, de quererme, de verme en el espejo y reconocer a la persona que veo. Porque esto es lo que me robaron: mi forma de ser, de querer, de sentir”.
Patricia Torres Linares, 33 años
“El estigma que recae sobre ti es terrible. Mi novio ya no quería estar conmigo, mis amigos me trataban como si fuera de vidrio y me fuera a romper todo el tiempo. Tuve que reconciliarme con el hecho de que la gente, mi propia familia, no sabían cómo tratarme”.
Norma Aidé Jiménez Osorio, 33 años
“No lo he superado, ni tantito. Es algo que me persigue y a lo que no sobrevives, se queda contigo siempre. Nunca pude decirle a mi hijo y a mi padre que me violaron, no solo uno sino varios policías, los hubiera vuelto locos”.
María Patricia Romero Hernández, 48 años
“Mi proyecto de vida se arruinó. Después de lo que pasó no tenía planes, ni a corto ni a largo plazo. Solo me dediqué a encontrar la forma de recuperar mi vida, de volver a confiar y de pensar que este mundo no es un lugar horrible”.
Bárbara Italia Méndez Moreno, 37 años
“Este proceso de diez años ha sido muy difícil y al mismo tiempo muy hermoso. A pesar de lo lastimadas que estábamos, física y emocionalmente, nos tuvimos las unas a las otras, y no dejamos que eso nos destruyera”.
Mariana Selvas Gómez, 32 años
“Se llevaron lo más valioso para mí, que es el tiempo, porque nadie vendería su tiempo, ni un segundo, ni por mil dólares, porque nunca lo puedes recuperar, nadie te lo puede regresar. Porque en el año y medio de vida que me robaron pude haber hecho tantas cosas”.
Suhelen Gabriela Cuevas Jaramillo, 30 años
“El hecho de que lleguemos a la Corte Interamericana es una forma de reconocer que esto realmente nos afectó. Que no fue una casualidad, sino más bien una estrategia de Estado hacia movimientos sociales y hacia el pueblo en general, y es un paso más para acabar con todo esto de una vez por todas”.
Georgina Edith Rosales Gutiérrez, 60 años
“El señalamiento es muy duro. Yo no tengo una carrera, ¿qué puedo hacer? Por mis antecedentes nadie me da una recomendación de trabajo”.
Yolanda Muñoz Diosdada, 56 años
“Mis hijos quedaron con un desorden emocional por lo que pasó. Mi hijo, que tenía ocho años en aquel momento, decía que me iba a sacar de la cárcel. Mi hija la más chiquita estaba llena de angustia, dibujaba policías con armas y sangre. Tenía seis años entonces”.
Cristina Sánchez Hernández, 50 años
“Eso ha sido lo más difícil de soportar, lo que más me ha dado coraje durante todo este proceso: el ver que los que nos atacaron directamente salieran absueltos, que no pasara nada. Ni modo, así es la justicia aquí en México”.
Ana María Velasco Rodríguez, 43 años
“Me duele saber que la Claudia de antes de Atenco ya no existe. Ella era alguien que luchaba siempre por igualdad y por los derechos de los demás, y lo hacía sin miedo. Ahora tengo miedo todo el tiempo”.
Claudia Hernández Martínez, 33 años.
Vía The New York Times y Animal Político.