Por Ramón Cuéllar Márquez
RegeneraciónMx.- Argumentan que el presidente Andrés Manuel López Obrador no tolera la crítica ni el disenso, que por eso “se lanza contra periodistas”. No obstante, bajo esa perspectiva, muchos comunicadores de oposición utilizan las noticias falsas para ejecutar la “crítica” y “disentir” contra el primer mandatario; pudiera parecer, entonces, que mentir es lo mismo que “disenso”. El poder económico utiliza a la prensa para golpear gobiernos de cualquier orientación ideológica si sus negocios e intereses están en peligro, de manera que también sería un modo faccioso de ejercer un poder alterno. Confunden mentir con informar, a la libertad de expresión la confunden con libertad para mentir, pero si esas mentiras son exhibidas en público entonces es acoso y persecución a la prensa. Si el Estado desmiente es propaganda, pero si la prensa miente, es informar.
Durante el 2020, México fue el segundo país con más noticias falsas, solo después de Turquía, según apuntó Luis Ángel Hurtado, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en una nota aparecida en la Revista Proceso del año pasado. En la mitad de este 2021 las notas falsas continúan con tendencia creciente y proliferan como gremlins sin que nadie las contenga. Ante esto, ¿qué podemos hacer? Por mi parte, defiendo mi derecho a la información y mi derecho a que no me mientan ⎼ni el gobierno ni la prensa⎼ y más si se trata de la cosa pública (por eso vivimos en una “República”).
Por supuesto que esas noticias deben ser desmentidas, que la mentira con nombre y apellido deje de tener poder y que el periodismo se convierta en un faro de luz y verdad contra cualquier gobierno, incluido el de AMLO. Pero la prensa vividora, chayotera ⎼sobornada millonariamente por un sistema económico faccioso dispuesto a pagar para que nadie se entere de sus tropelías en complicidad con gobiernos también facciosos⎼, nos quiere vender la idea de que “prensa libre y veraz” es igual que mentir, y con ello hacernos creer que el regreso del prianato es casi un acto heroico, a la Suiza de fantasía que se asentó en las mentalidades de la clase media neoliberal, esa aspiracionista de la que tanto se habla en estos días. Así que, siguiendo esa lógica, para ellos la mentira como herramienta para crear contenidos y percepciones no debe ser señalada ni desmentida porque su “libertad de expresión estaría bajo asedio”. Que hoy ventilen sus notas falsas lo consideran “censura”, “persecución”; lo único que demuestra es que jamás ejercieron el periodismo verdadero y que solo se dedicaron a extender la mano para vender silencios.
¿Entonces dejamos que la prensa se decida por el camino de la mentira, que los dejen ser? ¿Dejamos que mientan libremente y armen su propio estado de cosas y que el país se convierta en lo que fuimos por años, una simulación? ¿Ahí no hay peligro?, ¿no es peligroso que el poder económico decida sobre la vida de millones de personas solo porque no le conviene a sus intereses o privilegios? ¿O sea que mientras las élites económicas mientan y decidan qué se debe saber y qué no, está perfecto, no existe riesgo de ningún tipo, pero si el Estado los desmiente entonces sí es peligrosísimo?
La prensa debe dejar de mentir, ese es el punto central. Se debe estigmatizar la mentira. Tengo derecho a un periodismo real, honesto y confiable, no a uno rapaz, sicario, mentiroso, que me desinforma y distorsiona la realidad: uno que esté dispuesto, abierto a la crítica y la autocrítica, con la finalidad de que permanezca en constante evolución al servicio de la sociedad, el bien común. Aspirar a un periodismo regulado, criticado, señalado por la sociedad y que el presidente deje de defenderse de los ataques continuos que pretenden descarrilar su gobierno a través de la mentira, la infodemia y la manipulación solo porque no les gusta que haya sido electo por la mayoría del pueblo de México. Que lo dejen gobernar y que con un periodismo ético sea cuestionado para seguir avanzando. Todos ganaríamos en ese devenir.
Apenas comenzamos a dar los primeros pasos. De eso estamos hablando. Ya si estamos en contra o a favor de este gobierno es decisión personal, si hay periodismo comprometido o no, es cosa de cada quien. Lo que sí: esa prensa sicaria debe ser cuestionada, la misma que ha estado ahí durante décadas, la que nos ha mentido: siempre hemos sabido quiénes son, pero nadie los había exhibido. A mí me interesa un periodismo que exhiba al gobierno, a partir de un periodismo honesto y que cuestione la corrupción de los servidores públicos, no que les cuelguen sambenitos solo porque les dieron la orden y les pagaron por ello. No es mucho pedir.
Todos sabemos quiénes andan por la vida autodenominándose “periodistas”, esgrimiendo la libertad de expresión y prensa como bandera, pero son los primeros que van en contra de sus postulados. ¿No les gusta que los cuestionen? No mentir es un buen comienzo y hacer un periodismo cercano a los ciudadanos, uno profesional que contribuya a la democracia y la evolución de la República. Un periodismo que no sirva para ocultar las atrocidades del poder político y económico.
Es obvio que está garantizado que digan lo que quieran, tan así es que día y noche, segundo a segundo, escriben, hablan, difunden todo lo que se les pega la gana. Yo no veo a periodistas encarcelados o que se les prohíba hablar por criticar al gobierno. A diferencia de algunos, no tengo esa percepción de que sea “un peligro” que el presidente ejerza la réplica, o de que se “haya apropiado de la verdad”, está en su derecho de ejercer también su libertad de expresión. Alegar que “el poder acosa a periodistas porque están en desigualdad de fuerzas”, es verdad a medias, pues omiten decir que detrás de esos columnistas o periodistas hay un poder fáctico económico muy poderoso que paga para que su fuerza influya no solo en la opinión pública, sino en el poder político, con el fin de que el Estado ⎼ese terrible Leviatán⎼ esté en manos de una oligarquía.
Los peligros en ambos extremos son latentes, sin embargo, se debe garantizar que el periodista ejerza su trabajo en libertad siendo honesto y no sometidos por sistemas informativos o por sus jefes, y que, por otro lado, los gobiernos progresistas de izquierda o conservadores de derecha puedan realizar su labor sin que tengan que ser perseguidos o presionados por el poder económico y menos que el poder político termine imbricándose con él, cuyo propósito vulgar sería adueñarse del erario. Sé que es utópico, descabellado, por la enorme red de intereses creados, pero no imposible.
Balandra: Quienes critican y desnudan la mentira, son compañeros de la verdad.
* Nació en La Paz, B.C.S., en 1966. Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas en la UNAM. Actualmente se desempeña como locutor, productor y guionista en Radio UABCS. Ha publicado los libros: La prohibición del santo, Los cadáveres siguen allí, Observaciones y apuntes para desnudar la materia, Los poemas son para jugar, Volverá el silencio, Los cuerpos, Indagación a los cocodrilos, Los círculos y De varia estirpe.