Libros de texto desaparecen la diversidad sexual

El gobierno que presenta una ley de avanzada para reconocer los matrimonios igualitarios es el mismo que en los libros de texto de la SEP hace como que los gays no existen

 

Libros de texto desaparecen la diversidad sexual

 

Regeneración, 6 de octubre de 2016.- En su columna del periódico El Universal, el periodista Carlos Loret de Mola, realiza un cuestionamiento al contenido de los libros de texto gratuitos, con relación al tema de la diversidad sexual.

En una entrevista televisiva que este periodista le realizó, el día de ayer, al subsecretario de Educación Pública, Javier Treviño, éste «contó que los libros de texto gratuitos que reparte la SEP en las escuelas abordan la sexualidad a partir del cuarto grado de primaria, pero no hablan de diversidad sexual. Para los libros de texto gratuitos los homosexuales no existen». Dijo además que «en los foros del nuevo modelo educativo que auspicia el gobierno no hay ningún plan para incluir ninguna información sobre la diversidad sexual».

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«En esto de educar a los hijos está claro que no hay fórmulas generales y mucho menos se vale imponerlas. Cada quien hace lo mejor que puede. Yo soy del nutrido grupo de mexicanos que piensan que la homosexualidad no es una enfermedad, que el conocimiento y la información nunca son dañinos».

El periodista asegura que, en la educación de los hijos, el gobierno no puede evadir una realidad mundial, «poco ayuda a los papás en esta tarea, si borra del mapa a un sector de la sociedad cada vez más notable».

Y afirma, de acuerdo a la postura que ha manejado el Estado respecto a la matrimonios igualitarios «me parece además una gigantesca contradicción: el gobierno que presenta una ley avanzada para reconocer los matrimonios igualitarios y los derechos de la comunidad gay es el mismo que hace como que no existen frente a los más de 15 millones de niños que estudian arriba del cuarto de primaria».

Cuestiona y comenta que no es una tarea sencilla, debido a las diferentes posturas que existen respecto a esta realidad, pero, afirma «yo prefiero un niño que observe a uno que se tape los ojos. Uno que abrace su realidad cuando ésta le despierte la curiosidad, a uno que sea censurado o deba autocensurarse».

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Concluye con una serie de preguntas que, parece hacerlas al aire: ¿Y el Estado? ¿Queremos un Estado que tape los ojos o uno que fomente que se abran? ¿Uno que despierte la discusión, la observación, la curiosidad o uno que opte por la censura? Creo que ha costado muchos años y no pocas vidas avanzar en una dirección.

 

Información de El Universal