Manifiesto de Cuetzalan

 "Foro Nacional por la Regeneración Socio – Ambiental"

Tlalticpac. Toquichtin tiez 
 (La tierra será como sean los hombres)
 Refrán náhuatl
 
 Los asistentes al Primer foro por la regeneración socioambiental: organizaciones de productores, redes de resistencia, asociaciones civiles, académicos, estudiantes y simples ciudadanos reunidos en la ciudad de Cuetzalan, Puebla, los días 21 y 22 de marzo de 2011-03-24.
 
Manifestamos que:
Hemos conformado una confluencia de fuerzas diversas y autónomas, pero comprometidas con el cambio y profundamente preocupadas por la crisis socioambiental planetaria ocasionada por un capitalismo global que se nutre parasitariamente de la naturaleza y del trabajo de los seres humanos.
 
México no es excepción sino ejemplo notorio de la doble destrucción: social y ambiental, provocada por la expansión del capital. Hay en el país cientos de desarrollos mineros, hidráulicos, energéticos, turísticos, forestales y agrícolas -entre estos últimos los cultivos transgénicos- que amenazan o arrasan sin piedad comunidades y ecosistemas de innumerables territorios.
 
Enfrentados al desastre, los asistentes al Foro analizamos colectivamente diversos temas socioambientales estratégicos, buscando identificar tanto las fuerzas y actores de la destrucción como las fuerzas y actores que la resisten. De la reflexión derivaron una serie de enjuiciamientos, alternativas y acciones, además de la necesidad de unir fuerzas para llevarlos adelante.
 
Somos concientes de que estamos ante la crisis de la moderna civilización industrial y el reto es construir los conceptos, objetivos, estrategias y métodos necesarios para impulsar un verdadero cambio civilizatorio. No se trata sólo de remontar la debacle socioambiental del país, sino de desactivar las fuerzas suicidas que amenazan a la especie humana y a su entorno planetario.
Somos concientes de que la crisis amenaza al género humano, pero tanto la responsabilidad como el daño se reparten de manera desigual de modo que las injusticias socioeconómicas se replican como injusticias ambientales:
 
Los mayores responsables del calentamiento global son los países centrales y las clases privilegiadas, mientras que los países periféricos y los pobres son los más afectados.
 
La degradación del medioambiente afecta a ambos sexos, pero cala más sobre las mujeres, responsabilizadas de la alimentación, la salud, el aprovisionamiento de agua y, en el campo, de combustible.
 
Las afectaciones a la salud resultantes de la contaminación y degradación del medio dañan más a los pobres rurales de los países periféricos, que a los ricos urbanos de los países centrales.
 
La responsabilidad mayor por el agotamiento de los combustibles fósiles es de las naciones industrializadas, pero la necesaria conversión energética profundiza la desigualdad pues mientras que los países centrales se desarrollaron con combustibles abundantes, alimentos baratos y sin asumir costos ambientales, los periféricos – cualquiera que sea la vía que adopten – tendrán que superar su rezago con energía escasa, alimentos caros e insoslayables restricciones ambientales.
 
Las riquezas naturales de que se apropian las trasnacionales se transfieren principalmente a las economías desarrolladas, mientras que dejan destrucción socioambiental en las periféricas.
 
Alimentar a mil millones de automóviles importa más que saciar el hambre de dos mil millones de personas.
Los ricos riegan jardines mientras los pobres tienen sed.
 
Somos concientes de que es imposible enfrentar con éxito la crisis ambiental sin enfrentar también los problemas económicos, sociales, políticos y culturales, pues no es posible separar la explotación de la naturaleza de la explotación del hombre.
 
No es posible, tampoco, superar la crisis socioambiental y civilizatoria sin revalorar al mundo rural y en particular a las comunidades campesinas e indígenas. Como no será posible enmendar el rumbo suicida sin replantear la históricamente inicua relación entre el campo y la ciudad.
 
Los pobres, las mujeres, los pueblos indios, los campesinos, los trabajadores, que son las mayores víctimas de la crisis socioambiental, son también la mayor reserva civilizatoria con la que contamos para enmendar el rumbo.
 
Los paradigmas alternativos a la lógica predadora del capitalismo industrial están en el mundo del trabajo, en las actividades reproductivas encomendadas a las mujeres, en la diversidad biocultural de los indígenas, en la pluralidad tecnológica de los campesinos y en las prácticas solidarias de los barrios periféricos de las ciudades y de las comunidades rurales.
 
Estamos convencidos de que existen soluciones a la crisis y que estas están surgiendo ya de la suma de esfuerzos locales, regionales, nacionales y globales de quienes hemos decidido emprender el cambio civilizatorio.
 
Por lo anterior, convocamos a todos los movimientos, organizaciones sociales y civiles, redes y ciudadanos honestos a que se incorporen al proceso de resistencia y superación de la emergencia socioambiental en que vivimos, en el entendido de que sólo una gran confluencia ciudadana capaz de construir poder social en sectores y territorios, logrará genera y sacar a delante un verdadero proyecto alternativo de nación.
 
Para ello proponemos:
 
Desplegar una red de redes que organice foros regionales, sectoriales y temáticos, y que coordine acciones tanto particulares como de carácter general. Un inmenso Frente Verde donde quepan todas y todos
 
Acciones estratégicas:
Impulsar el control social de los territorios y defenderlos de las agresiones del capitalismo predador encarnado en mineras trasnacionales y nacionales, en grandes proyectos hidráulicos y energéticos, en desarrollos inmobiliarios desmesurados y en el turismo dorado, así como en las corporaciones que lucran con el agua, la energía, los alimentos, las semillas e insumos agrícolas…
Hacer efectiva la soberanía alimentaria, elevar a nivel constitucional el derecho a la alimentación y renegociar el capítulo agropecuario del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
 
Impulsar una ley federal que -como la aprobada en Tlaxcala- le dé mayor sustento jurídico a la defensa del maíz y de otros cultivos mesoamericanos, amenazados por los transgénicos.
 
Nos pronunciamos contra la criminalización de los movimientos de resistencia y de los luchadores sociales y exigimos la liberación de los que están presos y la cancelación de las órdenes de aprehensión y causas penales contra ellos.
 
Nos solidarizamos con quienes luchan contra la Minera San Javier, por la defensa del territorio sagrado de Viricota, para evitar la construcción de la presa de La Parota y por impedir la destrucción del Cerro de la Silla y evitar que la edificación de un estadio de fútbol acabe con el parque La Pastora.

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