México pasó de exportar a importar petróleo por política de Peña Nieto y malas inversiones

De ser uno de los principales exportadores de petróleo, hemos pasado a comprarlo, derivado de la política energética contraria al interés nacional y el “envejecimiento” de los yacimientos de petróleo.

 

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Regeneración, 03 de noviembre de 2016.- Ser uno de los principales importadores de petróleo en el mundo no es suficiente cuando debido a la política energética del país se han tenido pérdidas millonarias y se espera pasivamente a que los precios se recuperen.

Según un estudio del Centro de Estudios de las Finanzas Públicas de la legislatura actual de la Cámara de Diputados, para el 2017, los ingresos petroleros se verán reducidos pues se estima la producción de 1 millón 928 barriles diarios lo que representa 200 mil barriles menos.

Si bien era de esperarse que la producción se redujera, lo que es interesante es lo profundo del asunto, pues 200 mil barriles es el doble de todo lo que aporta la Región del Norte y equivale a la mitad de la producción de Tabasco.

El principal problema de esta reducción productiva es que se perdió la autosuficiencia, es decir: la producción aceitera es inferior al consumo interno, especialmente de gasolinas, lo que obedece al crecimiento del parque vehicular.

Y si bien Peña Nieto no es al cien por ciento culpable de ello, la política actual se caracteriza por medidas que agravan la crisis y sus impactos, no sólo porque deja a la rama petrolera sin armas para luchar, esperando pasivamente a que los precios se recuperen, sino también porque adopta exactamente medidas contraindicadas.

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La explicación oficial asegura que se trata de un proceso de “envejecimiento natural de los yacimientos”, lo que es en parte falso porque es también un resultado de una explotación depredadora.

Algunos ejemplos: en junio de 2014 se realizó un eufemísticamente llamado “ajuste estadístico” y se retiraron de la cuenta de los volúmenes extraídos un total de 157 mil barriles diarios de la producción que no llegaron ni al Sistema Nacional de Refinación ni fueron contabilizados entre las exportaciones; esos 157 mil barriles no eran aceite, sino agua mezclada con el crudo.

La contabilidad de agua como crudo se produjo debido a que los sistemas de medición en pozos más viejos son incapaces de diferenciar el petróleo con alto contenido de ese líquido del crudo “real”; pero el descontrol del agua es una consecuencia de la falta de inversiones.

Conforme avanza la explotación, el vacío que deja el yacimiento, es ocupado por agua, cuyo nivel aumenta en el interior de los pozos; pero, con inversiones oportunas, pudo aminorarse el problema, construyendo plantas llamadas “deshidratadoras” que reciben y separan el agua. Pero los ingresos petroleros, que debían parcialmente dedicarse a esas necesarias inversiones, se desviaron para gastos corrientes.

Un segundo ejemplo es que, probablemente, por deficiencias en el mantenimiento han ocurrido accidentes como el de la plataforma Abkatun “A” Permanente. Ésta es una instalación de recolección y proceso y su explosión afectó no sólo a ese campo que fue gigante sino a la producción de otros cercanos, como Ixtal, Manik y otros.

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Tercero y último, una parte de nuestra dotación es de crudos pesados, entre los descubrimientos de los últimos 10 años quizá el más importante es el complejo Ayatsil-Tekel, en el cual se precipitó su explotación se construyeron plataformas para iniciar su desarrollo, pero sus costos de explotación, con la crisis, devinieron más altos que los precios.

Desde 2015, revistas como World Oil estaban advirtiendo que “los proyectos de explotación con costos altos agonizan con precios de 80 y 85 dólares por barril”.

Así pues, la crisis petrolera no sólo viene de factores externos, sino también de políticas contrarias al interés nacional que provocaron la pérdida de miles de millones de dólares para México.

Por si fuera poco, también se han registrado déficits en la oferta de gasolinas, acentuados por la cancelación de obras como la refinería Bicentenario, que ya tenía inversiones cuantiosas; además de as “dificultades” en las otras refinerías nacionales como la de Cadereyta, que sufrió problemas eléctricos, luego un incendio y finalmente probelas de falta de agua, lo que redujo su capacidad al 40 por ciento.

Vía Contralínea.