Por Roberto Valdovinos.
El Movimiento Nuevo Santuario surgió en el 2007 para ayudar a las personas en riesgo de deportación. El objetivo es sensibilizar a la gente demostrando que los perseguidos por la «migra» son gente como cualquier otra, con una familia y proyectos de vida. La persecución y la intimidación que ejerce la «migra» parecen entonces completamente irracionales y desproporcionadas.
El inicio del año ha traído una escalada en la persecución a defensores de los derechos de migrantes en los Estados Unidos. El caso del Movimiento Nuevo Santuario es alarmante: dede inicios del año dos miembros fundadores del movimiento han sido detenidos con la intención de deportarlos y las manifestaciones que exigen liberarlos han sido reprimidas con violencia.
El Movimiento Nuevo Santuario surgió en el 2007 para ayudar a las personas en riesgo de deportación. Primero se les recibe y protege en alguno de los centros de culto que participan en el movimiento. También se les proporciona acompañantes para citas migratorias y cortes. Lo más interesante viene después: en lugar de ocultarlos de la sociedad, el caso de esas personas se hace público con eventos, conferencias de prensa y difusión en redes sociales. El objetivo es sensibilizar a la gente demostrando que los perseguidos por la «migra» son gente como cualquier otra, con una familia y proyectos de vida. La persecución y la intimidación que ejerce la «migra» parecen entonces completamente irracionales y desproporcionadas.
El primer afectado del año fue Jim Mounterville, miembro fundador, detenido a inicios de enero. Un día después ya estaba en una prisión en Florida, para desvincularlo de todos sus conocidos, con la intención de deportarlo pronto.
El jueves pasado le sucedió a Rabi Ragbir, otro miembro fundador y actual director ejecutivo del movimiento. Asistía a una cita migratoria de rutina, de la que no salió. Desmayó ante la noticia de que sería expulsado de la región donde ha pasado los últimos 27 años y tuvo que ser transportado en ambulancia.
Fue llevado a un hospital en la parte baja de Manhattan. Iba acompañado de su mujer, a quien le pidieron bajar frente al hospital. Entonces la ambulancia desapareció con rumbo desconocido. Más tarde se supo que lo llevaron a un hospital en la zona opuesta de Manhattan, donde fue revisado y transportado por una escolta policiaca hasta el avión que lo llevaría a Miami, a un centro de detención federal. Por horas nadie supo de su paradero, ni siquiera su propia esposa.
Los más de 300 manifestantes que exigían su liberación en Foley Square, una plaza cerca del primer hospital, no podían creer el modus operandi de las autoridades, digno de un grupo criminal. Ellos también fueron reprimidos por la policía con un saldo de 18 personas detenidas, incluyendo dos concejales de la ciudad que tomaron parte a favor del Movimiento.
Este lunes se realizó una convocatoria para defender a Rabi entre organizaciones, sindicatos y aliados. Se realizaron una marcha y una conferencia de prensa en Judson Memorial Church, una iglesia de mucha importancia para la comunidad migrante. Ahí dejaron claro que no cederían ante los abusos de la «migra».
La defensa jurídica logró que una juez federal, Katherine B. Forrest, detuviera la deportación hasta determinar, el 29 de enero, si los agentes de la «migra» tenían derecho a detener a Rabi o no. La juez ordenó que se le regresara a Nueva York para que pudiera estar cerca de su familia y su defensa jurídica. El gobierno contestó la orden y esta semana se sabrá qué procede.
Tan terrible como la deportación misma, es el ambiente de persecución que la «migra» promueve. Según otro miembro fundador del movimiento, Juan Carlos Ruiz: «Los agentes de inmigración intentan sembrar miedo, porque el miedo paraliza. Debemos permanecer unidos.»
El caso de Rabi Ragbir, como el caso de Jim Mounterville, son sólo una muestra de lo que está sucediendo a escala nacional, contra movimiento en defensa de las comunidades migrantes. Defenderlos y denunciar la represión es derecho de todos. Que grupos como el Movimiento Nuevo Santuario siga ayudando a personas y familias en riesgo de deportación dependerá de la reacción y de la organización de la sociedad civil.