Normalistas “anormales”

Por Pablo Alarcón-Cháires

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Regeneración, 10 de diciembre del 2015.-Los normalistas desde hace rato perdieron la cabeza y el sentido común. Son anormales al salir a las calles a mostrar sus rebeldías, perturbando a la ciudadanía y enfrentándose al gobierno. ¿En qué mente cabe luchar contra la apatía y la insensibilidad?

Coincido con aquellas lacerantes voces emitidas desde acríticos medios informativos y opiniones oficialistas en el sentido de que son culpables. ¡Claro que son culpables! Pero de venir a replantear la artificial paz pública construida institucionalmente desde declaraciones ficticias. Lo que hacen es un acto que contradice el discurso normalizado y pretende mover el adormecido inconsciente colectivo.

Toman calles, secuestran camiones, asustan, dicen. En todo caso, son tan culpables como nuestros diputados y senadores que, desde sus partidos políticos, han tomado por asalto institucional el poder de elegir, un derecho que es de todos. Éstos, con sus decisiones contra natura, han secuestrado el futuro de los mexicanos dándonos una herencia nacida en el reino del terror y la represión. Pero en estos casos la sociedad pocas veces protesta. Se molesta más por la lucha realizada en la calle encaminada a reivindicar logros sociales, que por los bloqueos callejeros del decembrino guadalupano realizado desde la normalidad de una sociedad a la que se le colonizó hasta la conciencia.

Los normalistas demostraron su carácter anormal al sacudir la zona de confort de los empresarios siempre prestos, como buenos oligarcas cuidando su riqueza, a aplaudir el acto represivo y a pedir clausurar la libertad de los “infractores”. Pero eso sí, cuando el saqueo de las finanzas públicas se ha desarrollado tanto en Michoacán como en el país, los delata su silencio cómplice. Ellos también son culpables de normalizar la impunidad y el desfalco. Pero el sistema les concedió el derecho de ser juez y parte.

Los normalistas, con sus actos anormales, hacen visible la mirada racista y clasista de la sociedad michoacana y nacional. Lo normal es suponer que los morenos y pobres -la clase baja- deban estar sometidos y callados; ya bastante gracia se les hace con tolerarlos. Pero de eso a permitir que salgan a las calles a protestar por tener acceso a trabajo en un país donde el 1% de su población concentra la mitad de la riqueza nacional, es inaudito. No puede permitirlo una sociedad que reniega de sus raíces indígenas y que no es capaz de ser consciente de su inconciencia social.

Falso que a la ciudadanía normalizada les moleste la toma de camiones. Les incomoda solamente el momento en que sus planes y tiempos son alterados por alguna marcha o toma. Nada más. Y está en su derecho de protestar por ello, como lo están todos los frentes sociales que buscan ser escuchados y que ante la indiferencia y mutis gubernamental, salen a las calles a gritar lo que les es negado.

Lo normal es que el pueblo se harte de que se luche por sacarlo de su opresión. Lo anormal es insistir en esa lucha. Poco comprensible es entender que se exponga el físico, la libertad y la propia vida en estas batallas. Por esta incomprensión vienen las lapidaciones, los linchamientos y los ataques viscerales. Y es que la insensibilidad y apatía ven en peligro su zona de confort.

Además, la michoacana es una sociedad acobardada en su mayoría. Cuando el crimen organizado realiza bloqueos y quema vehículos, los que ahora se desgarran la camiseta y gritan a los cuatro vientos contra las acciones de los estudiantes, entonces se quedan temerosamente callados, se esconden, evitan hablar del tema. Otros, de plano mejor se acuartelan. Pero que valientes son contra los normalistas.

Realmente lo normal sería no seguir incendiando Michoacán con actos y declaraciones fuera de lugar. Lo normal sería tener la capacidad de negociación para resolver estos y otros problemas, evitando que la tentación del poder y la soberbia lleve a más derramamientos de sangre. O bien, lo normal sería colectivamente manifestar ya nuestro hartazgo a lo que vivimos volviéndonos anormales. Por desgracia, en esta sociedad lo normalizado y aceptado es el silencio y caminar cabeza agachada. Transigir es lo mejor, es lo normal.