#NoSéQueNoAplauden: La casimeritocracia mexicana

Por Omar Delgado

RegeneraciónMx.- La meritocracia es esa creencia cuasi religiosa en la cual asienta sus cimientos el capitalismo salvaje (léase neoliberalismo), y que afirma que una persona verá traducidos sus esfuerzos personales de trabajo y estudio en beneficios económicos que, a su vez, le permitirán adquirir lo que para este mismo sistema es la cumbre de la realización personal: bienes materiales. Este mandamiento tan chabacano, pero al mismo tiempo tan contundente, no es negativo en una primera lectura, pues motiva a las personas a ser laboriosas y esforzadas. El problema radica en que, si se toma irreflexivamente, sin los componentes de la solidaridad y del equilibrio ecológico, se convierte en una bomba apocalíptica.

Me explico: el capitalismo, como sistema económico y de producción, se basa en dos falacias que lo hacen tremendamente dañino. La primera es que la única satisfacción posible del ser humano es el consumo de bienes, entendidos estos como objetos o situaciones que surgen de la transformación de recursos naturales. La segunda falacia, quizá la más peligrosa, es aquella que implícitamente dice que los recursos naturales de la tierra son infinitos y, por lo tanto, se pueden transformar sin control en bienes de consumo humano. Lo anterior ocasiona que los convencidos de la meritocracia 1) consideren los bienes materiales como único patrón para medir la realización personal y el éxito, 2) que el trabajo y el esfuerzo propios los llevará necesariamente al éxito, es decir: a acumular más y mejores bienes, y 3) que cualquiera que los aleje de esa meta es un enemigo que merece ser exterminado.

Lo anterior lo escribo en el contexto de las declaraciones que hace un par de semanas hizo el presidente López Obrador acerca de los aspiracionistas. De hecho, en sus dichos, él nunca condenó las aspiraciones legítimas de crecimiento de las personas a partir del esfuerzo personal; lo que señaló es que muchos de los que han comulgado con la doctrina meritocrática lo hacen a costa de lo que sea, olvidándose de la ley y la ética, intentando evadir impuestos y pagando sueldos miserables a sus empleados, tal y como hacen algunos empresarios ⎼curiosamente, los más acérrimos enemigos de la 4T.

Por supuesto, a la maquinaria infodémica de la oposición se le hizo tarde para tergiversar los dichos del Presidente y mandar el mensaje de que “López está contra la clase media y los negocios”. Nada más lejos de la verdad. Si cualquier ciudadano analiza, por ejemplo, las políticas fiscales del actual gobierno, se dará cuenta que están pensadas para garantizar la estabilidad inflacionaria y cambiaria, algo esencial para conservar el mercado interno. Por otro lado, al hacer una lectura rápida de las carreras que ofrecen las Universidades Benito Juárez (el proyecto educativo más ambicioso de López Obrador), es evidente que la matrícula está diseñada para que los estudiantes, al final de su carrera, inicien microempresas o cooperativas (ya sea agropecuarias, de producción pesquera o procesando productos locales). Lo cual se complementa con los (tan despreciados por la clase media) apoyos a los jóvenes estudiantes y a las personas de la tercera edad. En pocas palabras, el proyecto de la 4T debe interpretarse como un esfuerzo integral, enfocado en las regiones más empobrecidas del país, que tiene como fin el arrancar proyectos productivos en pequeña escala que contribuyan al progreso de esas zonas. Y por supuesto, ni mencionamos los proyectos más grandes del sureste (pensados para sacar a la región con mayor rezago del país, en donde viven, por cierto, 12 millones de personas) o el plan Sembrando Vida, que además de ofrecer empleo a gente del ámbito rural (alejándola, por otro lado, de las garras del crimen organizado), propone una solución directa a la desertificación del país y al cambio climático. En pocas palabras, con un poco de análisis, es posible ver que el proyecto de la 4T está diseñado para crear una nueva clase media en zonas en donde ahora reina la pobreza y el crimen.

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Pero entonces ¿cuál fue la gran piedra que se la atravesó al proyecto? Una muy evidente: el COVID-19. En la emergencia mundial, el gobierno tuvo que privilegiar el conservar los apoyos y programas para la población más vulnerable y dejar de apoyar a las PyMES y a gente de clase media urbana (que, hay que aceptarlo, fueron los sectores más afectados por la pandemia y la crisis derivada de ella). Esto fue bien aprovechado por la oposición, en especial por el PAN, el cual le untó bien la oreja a ese sector de la población, exacerbando sus prejuicios y confrontándola con el proyecto de la 4T. No por casualidad, los blanquiazules avanzaron en las ciudades en donde hay una población de clase media importante: Guadalajara, Monterrey, Puebla y la Ciudad de México.

El problema es que, al hacerlo, invocaron lo peor de la falacia meritocrática para construir un discurso clasista: “Tú mereces por tu esfuerzo y por tu trabajo, y este gobierno le da el dinero a huevones y viejos”. Y el problema es que una clase media poco ilustrada (como es la clase media mexicana) es el mejor caldo de cultivo para las ideas fascistas de ese talante (como lo saben trágicamente en el cono sur). Pero quizá lo más trágico e irrisorio es que en México, en realidad, no vivimos una meritocracia, sino una Casimeritocracia. Me explico: En países como EU, donde el piso, en teoría, es más parejo, era posible, por lo menos hasta hace unos años, afirmar que el esfuerzo individual sería directamente proporcional a la riqueza acumulada y al éxito personal. Sin embargo, en México, el emprendedor o el clasemediero aspiracionista, para prosperar, tendrá que competir en situación de evidente desventaja: no importa cuánto invierta en su educación, pues si trabaja en una compañía trasnacional, llegará el momento en que se topará con un techo de cristal porque los jefes y directivos son y deberán ser extranjeros (porque… oiga, los bancos españoles y las financieras alemanas tienen que traer a sus expertos ¿no?). O supongamos que tiene un negocio. Pues entonces tendrá que pagar una factura de cinco dígitos de luz, mientras que el OXXO de la esquina paga treinta pesos nomás porque el dueño era cuate del anterior Presidente, lo cual lo pondrá en franca desventaja a la hora de las ganancias, y ya no hablemos de cosas más gruesas, como, por ejemplo, los malandros que le exigen derecho de piso (y que, curiosamente, nunca van a pedir a negocios de cadenas establecidas). Y sólo pongo un par de ejemplos de los muchos a los que se enfrentaría un clasemediero mexicano relativamente honesto que quiera prosperar en el país.

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Entonces, ese clasemediero aspiracionista no vivirá en una meritocracia, sino en una casimeritocracia, en donde sus méritos serán abortados por el privilegio de los que en verdad mandan… Y aunque él se sienta parte de ellos, en realidad, nunca lo será.

* Narrador, editor y ensayista mexicano. Licenciado en Creación Literaria por la UACM y Diplomado en Literatura Fantástica por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Autor de cuatro libros, obtuvo el VIII Premio Internacional de Narrativa Siglo XXI-UNAM-COLSIN 2010.