Por Ana María Vázquez
RegeneraciónMx.- En la novela Crimen y Castigo del autor ruso Fiódor Dostoyevski, su protagonista, Raskolnikov, es perseguido por su conciencia por haber matado a Aliona, la usurera; en una vieja película mexicana, se toma la misma anécdota por Ismael Rodríguez para armar la historia de la película Pepe el Toro.
En ambos casos, aunque el asesinato es, por supuesto censurable, la figura de la usurera es el motivo del crimen en los hechos. Este tipo de personaje es mencionado en contadas ocasiones por Benito Pérez Galdós con el nombre de Torquemada, un ser ambicioso, cuyos negocios oscuros solo tenían como motivación el poder y el dinero, y lo menciona con las mismas palabras que los anteriores: usurero.
La definición es clara y de todos conocida: personaje que saca un beneficio o provecho muy alto de un asunto o negocio.
Sin embargo, los personajes no salen solos, la fuente de estos siempre es la vida real, así pues, si tuviéramos que tomar de la vida real la inspiración para un personaje contemporáneo, sin duda, nuestra primera opción tendría que ser Ricardo Salinas Pliego.
Y aunque este personaje sale del cliché de los “malvados de las historias” ya que, sin ser un galán, si es un hombre que viste bien y transpira perfume caro hasta en las “fotos”, gusta de humillar a quien lo sigue con “regalos” en metálico muy al estilo de Sandra Cuevas y la anécdota de las pelotas.
Humillante, sí, pero no grave si vemos el contexto y las cosas realmente graves que, a través de los “abonos chiquitos” (trampas económicas para los que menos tienen), logra elevando sumas en principio pequeñas, hasta cantidades exorbitantes y totalmente impagables para el deudor.
Así, mientras él regala monedas a sus feligreses que hasta lo llaman “tío”, sus empresas se encargan de intimidar a gente principalmente de la tercera edad cuyo monto inicial del adeudo ha subido tanto que ahora le amenazan con cárcel y embargo. Aunque tú y yo sabemos que esto es ilegal, hay mucha gente que lo desconoce y así, pasan años con una deuda interminable, vaya, como la nuestra con el FOBAPROA.
La usura es un delito y estas prácticas del moderno usurero deben ser sancionadas con cierre definitivo y multas millonarias. Desafortunadamente no es el único, aunque sí el que más daño ha hecho; actualmente hay cientos de redes de colombianos que, bajo el mismo esquema de pago chiquito semanal, aterrorizan a los incautos que caen en sus redes.
Ojalá muy pronto este tipo de prácticas quedaran como los personajes antes mencionados: solo en las novelas.
Sigue a Ana María Vázquez en Twitter como @anamariavazquez