Por Ana María Vázquez
RegeneraciónMx.- Como la mayoría de los mortales que tomamos el metro, viajamos por el país (cuando se puede) en autobuses de línea, y dependemos de nuestro trabajo cotidiano para vivir, desconozco el funcionamiento de los tribunales colegiados, sé, más o menos lo que hacen y que función tiene la Suprema Corte; lo básico que conocemos todos es que son los máximos órganos de justicia con los que contamos.
Recientemente, ante la aparición de la ministra Piña, habló de justicia “independiente” del ejecutivo y fundamentó su declarada independencia al no levantarse de su asiento en un evento formal ante la figura presidencial, que nos representa a todos. Esto, traducido, tendría que ser una declaración de independencia también contra el pueblo.
Ese acto, menor para algunos, pero significativo para otros fue el regreso de las élites doradas que el anterior ministro Zaldívar pretendía romper, acercándose a la población, pero no solo quedó ahí, casi en escalera vino la liberación de cuentas bancarias de Cárdenas Palomino, Cristina Pereyra y Rosario Robles.
Esta última, tácitamente exonerada en un indignante acto que ahora le permitirá desde irse a España con visa dorada; a Israel o ¿por qué no?, postularse para un cargo público.
Ya Pablo Gómez, titular de la Unidad de Inteligencia Financiera había denunciado (lo ha hecho en más de una ocasión) las trabas que tanto la Corte como el fiscal le han puesto en su desempeño para judicializar los cerca de 500 casos rezagados.
Los tira y afloja legales han sido más piedra de tropiezo para la justicia, que para una correcta impartición de esta. Es triste que la rama más contaminada por la corrupción, las complacencias, el pago de favores y el dinero para comprar jueces y quizá hasta magistrados, haya permanecido intocable hasta ahora en un régimen progresista.
No soy legisladora, ni abogada, ni magistrada; soy orgullosamente escritora y puedo ver, como cualquiera del pueblo que, por lo menos en el caso de la señora Robles hay una gran injusticia para los ciudadanos, que la SEDATU en sus manos fue solamente una fachada, un nombre y una secretaria que contestaba llamadas y correos y que ahora, a cargo de Román Meyer ha logrado contabilizar casi 1000 obras entre deportivos, parques, plazas, escuelas, centros comerciales, centros de salud, etc. Y con mucho menos presupuesto.
Esto, por mencionar solo un caso que personalmente constaté y que representa solamente uno de los muchos puestos que tuvo como SERVIDORA PÚBLICA. Más allá de su participación en la Estafa Maestra, perfectamente documentada y con testigos que la señalaban por peculado.
La gran bofetada que esa justicia que ninguno entendemos nos ha dado es indignante, sobre todo en este sexenio; en otros, ya estábamos habituados a la puerta giratoria legal.
Hoy, su ficha en Wikipedia (porque legal no habrá ninguna), dice en letras rojas: suspensión definitiva.
Y mientras tanto, para otros con menos suerte, contactos, favores por cobrar o dinero como Israel Vallarta, sigue esperando sentencia…ya lleva 17 años y no hay para cuando.
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