#Opinión: Pensamiento Fifí

Por Ana María Vázquez

RegeneraciónMx.- Cerré los ojos, la primera vez que vi en la calle a la gente gritaba en las calles exigiendo justicia, luego, fueron apaleados, desaparecidos, pero yo, ya había aprendido a cerrar los ojos. Los cerré también cuando nos quitaron la tierra, cuando nos endeudaron por generaciones y yo, con los ojos fuertemente cerrados no quise enterarme porque nada me faltó, los nuestros nos protegían.

Los abría brevemente para que los noticieros de la televisión alimentaran con su odio el mío, con sus mentiras y luego, cuando salía a la calle y veía la realidad, volvía a cerrar los ojos; mi boca también estuvo muda, no comprendí que los gritos de afuera eventualmente me tocarían, no entendía por qué la gente se convertía en activista…¡qué afán de pelea!, pensaba, con lo bien que se está cuando no te toca nada, cuando estas en tu cama caliente y tienes el refrigerador lleno… tampoco quería ver el espectáculo de mugrosos enfundados en mezclilla, el uniforme de los proletarios, habría sido bueno que buscaran ropa de seda, el calor no les cocería tanto la piel; tiene sus ventajas ser moreno, el sol en los plantones no les afecta tanto… ¡y ese olor, Dios!, olor a humano y podredumbre en los plantones, cuando por accidente tenía que pasar a su lado, olor a cloaca, vomitivo. 

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Cerraba los ojos pero no podía evitar que la peste se me colara hasta el cerebro. ¡qué afán de esa gente! ¿no se daban cuenta de que no los escucharían?, la gente bien estaba en Aspen, Dubai o NY, ¡incultos! Sus gritos y consignas herían mis oídos, ¿por qué no se manifiestan en silencio?

Cerré los ojos por años, y en mi núcleo, todos acostumbrábamos a hacerlo, a considerar enemigo a cualquiera que cruzara nuestro sagrado territorio, ese donde las calles son limpias, silenciosas, quietas, donde no se camina porque los Gucci se ensuciarían, donde no hay plebe, ni prole, ni gente sudada y olorosa; hemos tenido que cerrar las calles para prevenir un contagio, dicen que la miseria es tanto o más contagiosa que el COVID.

Hace casi 6 años un indio comenzó poco a poco a quitarnos lo que por derecho, tradición, herencia, dinastía y nombre nos pertenece; nos llama “Fifí” y ha modificado leyes, y dilapidado nuestro dinero, ¡NUESTRO!, regalándolo a los buenos para nada que ni siquiera pueden escribir su propio nombre sin faltas de ortografía; los odio, a él y a los que representa, basura humana que jamás conocerá el mundo.

Entre el miedo y el asco no puedo, aunque me esfuerce, disimular esta profunda aversión, ¿para qué quieren trenes, caminos, aviones si no tienen dinero para usarlos?, quieren ser como nosotros pero jamás lo lograrán, el “cobre” lo muestran en cada uno de sus actos, empezando por la adoración al “macuspano”.

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Por eso me opongo a todo, por eso critico todo, por eso tienen que sentir mi profundo desprecio y el de todos los que como yo, gente bien, merece que sean ellos los que se jodan y nos sigan manteniendo, porque para eso nacieron, porque para eso hay clases, y razas, y gente bonita. 

Por eso, con los ojos bien cerrados seguiré haciendo todo lo que pueda por elevar el nivel de los míos, lo que a ellos les suceda no interesa; es, sí, una moderna esclavitud a la que están destinados y la vida es eso, destino. 

Te odio, mucho, aunque no quiera abrir los ojos.

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