Tras la respuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador al Parlamento Europeo, surgen voces que cuestionan la falta de una «diplomacia respetuosa», sin embargo, hay cierto lenguaje que ya está en desuso. ¿Qué esperaban?
Por César Augusto Lachira Saenz
RegeneraciónMx, 16 de marzo de 2022.- En la historia social y cultural de América Latina hubo distintos procesos de sincretismo cultural, y uno de ellos es la «deculturación», entendida ésta, cuando una cultura es dejada de lado para la adopción de una distinta, y creerse ser parte de ella, aunque de distintos rasgos, porque como dice el dicho «hasta en los perros hay razas».
En México como el resto de América Latina, existen grupos deculturados, «mestizos aburguesados», que se sienten europeos aunque no gustan mirarlos a su misma altura, porque se sienten súbditos. Añoran las monarquías, y el lenguaje florido como: su excelentísima, su señoría, su majestad imperial, etc, lo que evidencia que se encuentran atrapados en los escenarios del coloniaje.
En una sociedad posmoderna como la nuestra, este tipo de lenguaje medieval está en desuso, pues esa terminología ya no responde a los nuevos tiempos que exigen palabras que reflejen la realidad que describen, mejor dicho un lenguaje con significación cognitiva real. Digo lo anterior, pues luego de la respuesta que hiciera el presidente Andrés Manuel López Obrador al Parlamento Europeo, surgen voces que cuestionan la falta de una «diplomacia respetuosa», al llamar «borregos» a los diputados europeos.
Acostumbrados al servilismo europeo, se sienten herederos de una tradición europea a la que no pertenecen, aunque lo saben se hacen los desentendidos, y este «síndrome porfiriano» es alimentado por las élites intelectuales mexicanas sobre evidentes signos racistas prevalecientes en la cotidianeidad mexicana. Hoy alzan su voz y cuestionan que se digan las cosas por su nombre: «No es posible que se rompa la tradición de la buena diplomacia», «que vulgar», «que corriente», etc, etc.
Lo dicho por el presidente Andrés Manuel López Obrador, no es un arrebato personal y temperamental, es una respuesta dicha con lenguaje directo y con significación real. Los nuevos tiempos exigen un lenguaje apropiado y de respeto en la relaciones internacionales, y lo primero que debe respetarse es el principio de la no injerencia en los asuntos internos del país. ¿Es mucho pedir? Claro que no, desde el siglo XVI, los miembros de la Escuela de Salamanca, en especial Francisco de Victoria, reclamaban, en el Derecho de Gentes (nombre con que se designaba al derecho internacional) el respeto al principio de no injerencia, como un derecho derivado del derecho de la Dignidad humana (el derecho a tener derechos).
Ahora la derecha mexicana, muy «pulcra» y «solemne», reclama respeto a nuestros conquistadores, y tal vez propongan que nos envíen un monarca, al estilo de Maximiliano, para que nos pueda gobernar, claro, en los tiempos modernos ya no son el ejército de soldados, sino de empresas como Iberdrola, Repsol, dispuestas a seguir el saqueo, ya no de oro y plata, pero sí de nuestras materias primas. Bien dice el dicho: «El mestizo despatriado ama a Europa, en tanto ellos los ven como el tonto útil de quien hay que aprovecharse». Así nuestro políticos de derecha.
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