Científicamente no existe evidencia de que la situación de pobreza sea un factor determinante para el desarrollo de obesidad. Sin embargo, a raíz de un estudio reciente efectuado en la Universidad Iberoamericana (Ibero), en la ciudad de México, se encontró que esa condición social sí repercute en la vulnerabilidad psico-social que detona hábitos alimenticios que aumentan el riesgo de hipertensión y diabetes.
A través de estudios antropométricos (relativos a las medidas del cuerpo humano), así como diversos exámenes médicos, especialistas de la Ibero determinaron que el 36 por ciento de los menores de edad con sobrepeso, que habitan en zonas marginadas padecen hipertensión arterial. La doctora Ericka Escalante Izeta, titular de la investigación, señaló que esa situación se agrava debido a que los padres de familia suelen aceptar la idea de que la obesidad entre los infantes es un fenómeno natural.
La especialista de la Ibero detalló que entre las familias de escasos recursos prevalece y se difunde la idea de que la obesidad entre infantes disminuirá al paso del tiempo, mediante el popularmente denominado “estirón”. Sin embargo, Escalante Izeta enfatizó que alternativamente al exceso de grasa, los menores de edad pueden presentar malestares como mareos, demasiada sed o excesiva necesidad de ir al baño, y esos síntomas podrían preceder enfermedades como diabetes e hipertensión.
“No sólo la obesidad es tomada a la ligera por los padres de familia, algunos otros padecimientos como la acantosis, que es un trastorno de la piel que provoca que ésta se vuelva oscura, gruesa y aterciopelada en algunos pliegues del cuerpo, es frecuentemente confundida con falta de higiene por parte del menor. Lo grave del asunto es que esa enfermedad ha sido relacionada por la literatura científica con la aparición futura de diabetes mellitus”, destacó la investigadora.
El estudio liderado por la doctora Escalante Izeta es multidisciplinario, en éste participan jóvenes investigadores de diversas áreas de salud, nutrición y psicología. Es por esta razón que se encontraron algunos factores de riesgo psico-social que también estaría coadyuvando a que el porcentaje de niños con obesidad que son hipertensos sea elevado.
“Entre las familias de escasos recursos existen mayores índices de violencia intrafamiliar, por lo que se desarrollan mayores índices de ansiedad entre las personas; ese factor psico-emocional implica que los menores de edad desarrollen malos hábitos alimenticios”, indicó la experta.
Ante estos resultados, los especialistas de la Universidad Iberoamericana desarrollarán un programa denominado “Exploradores de comida”, en el afán de difundir algunos hábitos alimenticios positivos para la salud, sin la necesidad de realizar dietas estrictas. A juicio de la doctora Escalante Izeta, las dietas no suelen funcionar entre las familias en situación de pobreza porque éstas no corresponden a sus patrones culturales alimentarios.