Al pueblo zapoteca de Tehuantepec:
Paisan@s:
“La verdad nos hará libres”. Y es necesario encontrarla, y ahora intentamos nombrarla con esta palabra que cree y aspira a contribuir a la liberación de nuestro pueblo, liberarnos de la carga histórica de indiferencia que padecemos.
Nuestros abuelos se rebelaron, nuestros padres muy poco hicieron y hoy nos entregan un pueblo doliente. Un pueblo gobernado por el mismo régimen que hoy quiere regresar a México. Con un sistema político que ha sumido en una crisis moral, cultural, histórica y económica a nuestro pueblo.
Es cierto, somos hijos de un pueblo que vio bruscamente interrumpido su desenvolvimiento en el tiempo y el espacio. Somos descendientes de los que se rebelaron contra el imperio en aquel muy cercano y cada vez más lejano 22 de marzo de 1660. Herederos de una lengua que nos ha dado vida. De la lucha fiel por nuestros ideales. Somos los que pelearon por la tierra, por la sal, por nuestros mares, por nuestro pueblo. Somos hijos de la dignidad.
Pero también somos herederos de los que se dejaron seducir por el poder. De los que entregaron el futuro de un pueblo por sentarse a la mesa a disfrutar del banquete con los tiranos (y sólo recibieron las migajas). Somos hijos de los que prefirieron el “progreso” y olvidaron el ser de su pueblo. De los que quisieron olvidar la lengua que nos dio vida. Somos hijos también de la ingratitud y la corrupción.
Pero creemos que Tehuantepec sigue siendo un pueblo esencialmente bueno y noble. Y a ese pueblo apelamos hoy sus hijos menores, los xhuncu a los que tanto cantaron nuestras madres en una hamaca del corredor de nuestras casas.
Hoy hemos despertado y decimos nuestra palabra verdadera.
Somos jóvenes que estábamos condenados a continuar con el futuro que de por sí ya se había decidido para nosotros: estudiar (los que pueden), encontrar un trabajo, ganar dinero, y vivir “felices” para siempre. O meterse al Partido para ahorrarnos todos el esfuerzo previo y tratar de conseguir ganancias fáciles.
Somos jóvenes que estábamos destinados a alistarnos en el ejército de apatía de nuestro pueblo.
Pero hoy decimos que ya no será así. Que vemos y oímos, y, sobre todo, decimos que no estamos de acuerdo con ese mediocre futuro que nos calcularon nuestros mayores, que nos calculó un sistema caduco y agotado.
No dejaremos pasar una sola injusticia sin decir nuestra palabra de solidaridad con los que la sufren, y no dejaremos de intentar entablar acciones para resarcir esa inmoral situación.
No somos la salvación de nuestro pueblo, pero pretendemos ser la conciencia crítica que tanto hace falta para salvarnos y recuperar nuestra viabilidad cultural y social.
Hemos comenzado por reconocer que la historia de Tehuantepec, al igual que la del mundo entero, es una historia por encontrar la salvación, no teológica, sino en todos los demás sentidos.
¿Qué queremos de nuestro pueblo?
Ya no podemos ser el ayer, pero tampoco podemos darle la espalda a nuestro pasado, a nuestros muertos y a sus sueños rotos. No podemos olvidar todo ese costal de errores que han hecho que nuestra situación sea la que hoy padecemos y la que hizo posible esta dignidad rebelde en sus jóvenes.
Queremos construir medios de comunicación que no divorcien a nuestra cultura de nuestro desenvolvimiento político.
Que nuestra potente cultura no nos vuelva impotentes política y socialmente hablando. Que la cultura se refleje en todo su esplendor y que sea un catalizador de nuestro criticismo deconstructivo (desmontar nuestra realidad para volverla a armar. No destruir: de-construir).
Queremos democratizar los medios de comunicación, que estén al servicio de la gente y no del dinero y del que paga, del que ha mandado hasta hoy y que sólo muestra la parte de la realidad que le conviene.
Queremos que se vayan todos los partidos políticos de nuestro pueblo. Ninguno ha venido a aportar ninguna solución y sí muchos problemas a costa del erario público. El PRI con su maquinaria de corrupción y cinismo ha abonado a crear un PRD de temporada de elecciones que, seguro, resuelven con cañonazos de 50 mil pesos y con camionetas para sus líderes, con regidurías y una vendimia general, la inconformidad de nuestra gente.
Queremos que se le dé todo el poder al barrio. Porque nuestra forma de organización tiene mucho que ver con lo ceremonial. Porque nuestros barrios han sido la primera trinchera de la defensa de Tehuantepec, ideológica y culturalmente. El barrio ha sido y debe seguir siendo el que articule los esfuerzos para recomponer esta situación tan deprimente en nuestra tierra. Los xuaana, la ronda, la asamblea barrial, son cosas que ya existían en nuestro imaginario tehuano-zapoteca, hay que recordar y traerlos al hoy.
Queremos resistir dándole respiración de boca a boca al diidxazá. Resistir aprovechando nuestros productos. Resistir yendo a continuar nuestra tradición festiva, nuestra organización ceremonial. Resistir preparando y alimentándonos con nuestra cocina tehuana, nuestras comidas y nuestras bebidas. Resistir siendo nosotros mismos. Resistir resistiendo…
El barrio, nuestra organización dentro de él, nos hará una sociedad viable, que imponga un dique a la violencia que se esparce por todo el país como un tumor imparable. Porque, aun a pesar de la contrarreforma indígena gestada en el Congreso por la traición de los tres principales partidos políticos, todavía podemos rescatar algo para comenzar a organizarnos. Tenemos derecho a acceder a los medios de comunicación no sólo como “invitados” a los que se le debe guiar, sino como poseedores y administradores de medios de comunicación (prensa, radio y televisión), lo cual, hasta hoy, se nos ha negado.
Al sabernos pobladores, guardianes y corazón de una región importante para los planes estratégicos del neoliberalismo, declaramos que no estamos dispuestos a seguir cediendo nuestras tierras, nuestros aires, nuestra lengua, nuestra cultura, nuestra tranquilidad, para seguir beneficiando a los de arriba. Los planes de supuesto desarrollo que nos vienen a ofrecer, nosotros lo entendemos como planes para seguir saqueando y explotando nuestros recursos naturales, a nuestra gente que ahora no cuenta más que con su fuerza de trabajo y toda una forma de vida despreciada por el sistema que sólo busca productividad y ganancias. No queremos desarrollo, queremos conservar nuestras formas de vida. A nosotros los jóvenes nadie nos ha preguntado absolutamente nada. Sólo han llegado las grandes empresas, han mentido y se han instalado embusteramente, comenzando los planes de destrucción que tienen para el Istmo de Tehuantepec.
Entendámoslo, paisanos, el capitalismo que hoy ya está aquí, no trae paz y desarrollo; el capitalismo no necesita estabilidad y democracia para realizarse. El capitalismo busca guerra, inseguridad, tiranías, y así florecerán mejor sus grandes negocios. Nos quieren meter en un estado de shock, como lo están haciendo con nuestros hermanos del norte de México. Como lo hacen con Irak, como lo hicieron hace muchas horas con Chile y con todo el subcontinente americano. El capitalismo trae un aparente desarrollo, pero acompañado de mucha sangre, mucha inseguridad, mucha pobreza para el pueblo y que, al final, deja sólo miseria y destrucción. La ganancia es para los extranjeros, no para nosotros. Entendámoslo.
Los medios de comunicación forman parte de ese engranaje que mantiene sometido a los pueblos pobres (obreros, indígenas, lumpen, etc.), pues nos muestran una imagen del mundo en la cual sólo tenemos cabida los de abajo cuando damos la nota roja, cuando exhiben cómo morimos y cómo somos matados, cuando chorreamos sangre en sus páginas, en sus sonidos y en sus pantallas. No estamos dispuestos a seguir así. No estamos dispuestos a que nos muestran un solo rostro de la comunicación, a que, al cambiar a la manija del cuadrante, nos encontremos siempre con la misma música basura, con diferentes voces que dicen lo mismo, las cuales tratan de imitar las voces que el dinero ha comprado, para ofrecerse al mejor postor. Nos proponemos acceder a los medios para mostrar nuestra pluralidad, ese otro mundo que estamos intentando mostrar al mundo entristecido que el capitalismo nos ha convencido que es el único posible; no es así, y lo vamos a demostrar: otro mundo es posible.
Políticamente tenemos aún mucho por aprender como pueblos. Cherán es un digno ejemplo para nosotros. Una comunidad del estado de Michoacán que, cansada de la violencia de los narcotraficantes y los talamontes, asociados a los mafiosos políticos, decidieron expulsar de sus comunidades a los partidos políticos, a todos, mediante referéndum, y adoptaron la forma de usos y costumbres, en asambleas barriales, como forma de gobierno. Hoy la violencia del Estado y de los mafiosos los quiere intimidar, pero unidos están diciendo: otro mundo es posible.
Reconociéndonos en muchas luchas, en muchos tiempos y en muchos lugares, luchas que hemos dejado pasar de largo, hoy queremos retomar la esperanza. No queremos tomar el poder, queremos cambiar la forma en que se ejerce ese poder. En nuestro Tehuantepec, la administración municipal sólo ha servido para que los políticos, de todos los partidos, lucren con la miseria de este pueblo. Nosotros proponemos algo diferente: todo el poder a los barrios. Nunca más corruptos y cínicos lucrando con nuestras necesidades populares.
Esto que ahora esbozamos, son sólo intuiciones de un grupo que se ha cansado de ver triste a un pueblo de esencia alegre. Sabemos que podemos mejorar esta declaración, pero ahora la lucha pacífica nos llama y estamos dispuestos a darla.
Ninguna lucha aislada más en nuestros Tehuantepec olvidado. Ninguna injusticia más pasará sin ponerle cara para decir NUNCA MÁS.
¡Vuelve, Tehuantepec, vuelve!
Desde Tehuantepec de Camilo Flores
Ya se mira el horizonte…
#YoSoy132 Tehuantepec
Purti xibeuu ma’cheguiele’, ma’che guira guidxi’i la yuu
(Va a florecer el primer día del mes, ya se va acabar el mundo)
Julio-agosto de 2012