La última esperanza para los refugiados sería pedir asilo en Grecia, un trámite también muy largo y una decisión díficil porque este país está en crisis, con una de las tasas de desempleo más elevadas de la zona euro
Regeneración, 29 de octubre del 2016.-«Quiero volver a Siria. Allá estamos en guerra pero en Grecia hace siete meses que vivimos como prisioneros». Adan, originario de Alepo, abandonó su sueño de construir una nueva vida en Europa, al igual que otros miles de sirios bloqueados en la república helénica.
Acaba de llegar a la estación de Didimótico, un pueblo cerca de la frontera greco-turca, con su mujer, sus tres hijos y cinco parientes, y está a punto de pasar por un control policial antes de intentar llegar a suelo turco, en lo que es el principio de un largo viaje de retorno.
«Estamos en la calle desde hace meses, sin vivienda. Cuando llegamos a Grecia fuimos al campamento Idomeni, donde nos quedamos durante tres meses» a la espera de atravesar la frontera greco-macedonia para llegar hasta Alemania, cuenta Adan.
El hombre describe su estancia lastimosa en este campamento improvisado, donde más de 10.000 refugiados se amontonaban en condiciones miserables antes de que el Gobierno griego decidiera finalmente desmantelarlo en mayo y transferir a los refugiados a centros de acogida vecinos.
Adan y su familia intentaron luego ir a Tesalónica, gran ciudad griega cercana a Idomeni, pero volvieron a Atenas. «Nos dimos cuenta de que estamos bloqueados por el cierre de las fronteras, así que finalmente decidimos volver», agrega.
Más de 60.000 refugiados están actualmente atrapados en Grecia, sobre todo después de que la Unión Europea (UE) y Turquía acordaran el 18 de marzo el reenvío sistemático a ese país de los refugiados que llegan al continente europeo.
Es un callejón sin salida para los refugiados y los inmigrantes. Sus intenciones de comenzar de nuevo su vida en un país europeo se vuelven casi imposibles. El programa de relocalización o de reagrupación familiar, únicos mecanismos para vivir y trabajar en Europa, resultó ser un trámite complicado y lento porque hay muchos países que no quieren más refugiados en su territorio.
En septiembre de 2015, la Unión Europea se había comprometido a reubicar, en dos años, a 66.400 refugiados llegados a Grecia. En 13 meses, sólo 4.926 fueron reubicados.
La última esperanza para los refugiados sería pedir asilo en Grecia, un trámite también muy largo y una decisión díficil porque este país está en crisis, con una de las tasas de desempleo más elevadas de la zona euro.
Atravesar el río Maritsa de noche
Adan le muestra a los policías de Didimótico sus documentos otorgados por las autoridades griegas cuando se inscribió en la isla de Lesbos, la principal entrada a Grecia desde las costas turcas.
«Con sus documentos, tienen derecho a desplazarse libremente en el país pero sabemos que llegaron hasta acá para encontrar algún contrabandista que los ayuden a atravesar el río fronterizo Maritsa de noche e ir a Turquía (…)», confía a AFP un guardacostas que pidió el anonimato.
«Este tipo de casos se ve frecuentemente (…). Es una locura. Es gente desafortunada que ya pagó para venir ilegalmente a Grecia y que ahora vuelve a pagar para volver a sus casas. Sólo los contrabandistas aprovechan de esta situación», explica un policía.
El río a lo largo de la frontera greco-turca está a un nivel actualmente bastante bajo. «Algunas personas usan barcas, pero hay zonas por las que también se puede pasar a pie», subraya Chrysovalantis Gialamas, presidente de los guardacostas de la región de Evros.
Decenas de refugiados han llegado diariamente a la estación de Didimótico en estas últimas semanas. Algunos, incluso, poseen documentos de refugiados alemanes, o sea que presuntamente han vuelto desde Alemania decepcionados por no poder integrarse.
«No podemos verificar si son verdaderos o falsos (los documentos)», señala un policía.
Además de quienes quieren abandonar Grecia, el flujo de migrantes en sentido inverso, es decir desde Turquía hacia Grecia, también se reactivó en estos últimos meses y la policía se vio obligada a reforzar su presencia en la frontera terrestre greco-turca.
Desde julio, 70 traficantes de humanos y más de mil refugiados fueron detenidos, según la policía. El último, el jueves, un contrabandista griego que circulaba con su camión cerca de Tesalónica. La policía encontró, dentro del vehículo a 40 sirios, de los cuales 15 eran menores, que habían pagado 1.500 euros por persona para ir hasta Tesalónica donde esperaban encontrar una manera de llegar a Europa del norte, según la policía.
AFP