«El corazón de una madre roto: los feminicidas descomponen todo, la tranquilidad y estabilidad de las familias», relata la madre de Marichuy
Por Pita Ramírez y Dante G. Berlanga
Regeneración, 30 de diciembre de 2018. Han pasado casi tres años de que arrojaran a través de la ventana de su propio cuarto a la entonces joven de 19 años, María de Jesús Jaimes Zamudio, «Marichuy«, el 16 de enero de 2016.
Marichuy fue una estudiante sobresaliente de la Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura, Unidad Ticomán, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), de donde provienen también los dos principales señalados como responsables.
Sobre este caso, la información que ha trascendido durante los últimos meses del 2018 es que, en la actualidad, estos posibles responsables no son sospechosos de feminicidio sino de homicidio doloso y uno de ellos —a pesar de que desacató la orden de presentarse ante el Ministerio Público a declarar— sigue libre. El otro sospechoso sigue dando clases.
Ambos «tienen orden de presentación como presuntos responsables y siguen libres», informó Yesenia Zamudio, madre de la víctima, a la periodista Pita Ramírez en una entrevista para Regeneración.
El caso de Marichuy está ampliamente documentado, y se relata de la manera más breve posible aquí. Un compañero suyo —identificado por la madre como Gabriel Eduardo Galván Figueroa— y un profesor del IPN —identificado como Julio Iván Ruiz García— la invitaron a cenar y después a cantar al Karaoke. En este grupo iban dos mujeres más.
Las narraciones de lo sucedido revelan que Marichuy se sintió en peligro durante toda la noche con esta compañía.
Testigos en el lugar relataron que la joven insistía en irse a su casa y que el profesor y alumno del IPN no se lo permitieron.
La misma situación se repitió cuando tomaron una camioneta con rumbo a la casa de Marichuy; ella intentó escapar varias veces y, otra vez, no se lo permitieron.
También en la casa de la joven continuaron los gritos y forcejeos.
Al escuchar esto, una vecina identificada como Rosa, acudió para ver qué ocurría.»Ella vio al alumno en la sala; de inmediato llamó a la policía», relata Yesenia Zamudio, madre de la víctima.
Entre estas oscuras circunstancias Mari cayó, desde el quinto piso, por la ventana de su propio cuarto. Su ropa estaba hecha jirones, le faltaban botones y se encontraron mechones arrancados de su cabello en la habitación.
«Los peritajes concluyen que fue arrojada contra su voluntad por la ventana», señaló la madre.
Por las fracturas sufridas, la joven falleció ocho días después de estos acontecimientos.
¿Qué sigue para una familia después de un feminicidio?
La psicóloga Cristina Rodríguez, sexóloga y psicoterapeuta sexual, señala que un feminicidio representa para la familia de la víctima «violencia hacia todo lo que significa a ser mujer», y el duelo correspondiente no es igual al de una muerte natural o por enfermedad:
«Un feminicidio implica violencia hacia todo lo que significa a ser mujer; el crimen de odio envía a la familia de la víctima el mensaje de que el victimario ejerció poder, control y crueldad contra el ser querido».
En entrevista con la periodista Pita Ramírez para Regeneración, Yesenia Zamudio narró cómo las fiestas cambiaron definitivamente después de la pérdida.
«Las pasamos tristes, ya nada es igual. Mari era y será una persona inolvidable.
«Ella participaba en todo, preparaba aperitivos, clericot, merengues, etc. Cantábamos, bailábamos, nos abrazábamos, reíamos; todo era diferente. Éramos felices».
Tras estos hechos la relación con el resto de la familia también cambió:
«Por completo. No hay nada que festejar con la ausencia de Mari y la impunidad. Ahora ya no nos reunimos como antes, ya no confiamos, ahora hay dolor, hay vacío, se fractura toda la relación familiar. Incluso lloramos en estas fechas, cuesta sonreír.
«Mari siempre estará en nuestros corazones y en nuestros recuerdos, pero nada es igual. Nuestro amor por ella no ha cambiado pero sí la forma de convivir con su silla vacía y sin su sonrisa, sin sus abrazos, sin su presencia».
Yesenia Zamudio resume la situación en pocas palabras:
«Es el corazón de una madre roto. Los feminicidas descomponen todo, la tranquilidad y estabilidad emocional de los familiares en general».
Yesenia, al haber sufrido este tipo de pérdida entiende que es imperativo para la sociedad cambiar sus esquemas y formas de pensar.
El propósito de su familia para el año entrante es el mismo que el de tantas otras; que se haga justicia:
«Sonará duro, pero pedimos un alto a los feminicidios y cambios en la ley, en la sociedad en general.
«Hay un sinnúmero de desapariciones y feminicidios de mujeres y podrían ser más las cifras de asesinadas que aún no son encontradas.
«Ya no pedimos regalos ni festejamos, sólo pedimos que no nos maten a nuestras hijas, hermanas, madres, tías, sobrinas, amigas o compañeras.
«La inseguridad y la impunidad deben cesar; ya no más, ni una menos.
«Los feminicidios nos afectan a todos».
En un ambiente así «ya nadie vive tranquilo en ningún estatus económico o comunidad en general», concluyó la madre.