Calurosa recepción en Zurich a Eurocaravana Ayotzinapa

surichRepresentan la esperanza y la lucha constante de no cesar nunca ante la injusticia y de enlazar diferentes luchas en el mundo, en este caso en Europa.

RegeneraciónZúrich, Suiza a 1 de mayo de 2015.- La EuroCaravana43 llegó a Suiza después de visitar 8 ciudades, su presencia nos transmitió fuerza para seguir adelante. La comitiva que nos visitó está integrada por Román Hernández del Centro de Derechos Humanos de la montaña Tlachinollan (http://www.tlachinollan.org/), Eleucadio Ortega, padre de Mauricio Ortega Valerio, y Omar García estudiante de la Normal, dos últimos como representantes de los 43 Estudiantes Normalistas Desaparecidos.

La Comitiva que venía de Roma llegó al Aeropuerto de Basel donde cerca de 25 personas los recibieron, mucha emoción se juntó al verlos, porque simbolizan por un lado, todo un cúmulo de violaciones y de arbitrariedades que se viven día a día en México, y por otro, la esperanza y la lucha constante de no cesar nunca ante la injusticia y de enlazar diferentes luchas en el mundo, en este caso en Europa.

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En Zúrich se realizó la primera actividad con diferentes colectivos y organizaciones vinculados a procesos de cambio social en Suiza, Venezuela, Colombia, El Salvador, y no sólo en Latinoamérica, fue una cena en el lugar donde se han llevado las asambleas, y donde se han realizado eventos para poder cubrir una parte de los gastos de la gira. El punto central de esta reunión era fijar compromisos y posturas en torno al caso de los 43 normalistas desaparecidos. Omar habló sobre el objetivo de la gira, »venir a entablar relaciones serias, un compromiso real ». Don Eleucadio dijo que en México se dice que todo se resuelve en apego a la ley, pero esto se ha vuelto sólo una expresión común en el discurso de los políticos, porque la realidad en México opera de otra manera. Hay una violación constante de los derechos humanos, y un incremento de la violencia que aún después del caso Ayotzinapa no cesa. Roman habló del estado de urgencia que atraviesa el país y sobre las formas de injusticia que hay en México, así como los caminos para poder combatirlas. Así se dió paso a las propuestas entre los diferentes colectivos presentes. Faltó tiempo, pero se lograron coincidencias que se transformaron en acuerdos.

 Primero de mayo en Zúrich

El primero de mayo, en muchos países, se conmemora el día del trabajo. La fecha se eligió en memoria de un grupo de obreros en Chicago, Estados Unidos de América, que el primero de mayo de 1886 iniciaron una huelga solicitando mejores condiciones de trabajo. En los días que le siguieron, la policía llevó a cabo varios actos de represión en contra de esta huelga. Muchos de los obreros murieron como consecuencia de estos actos.

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 129 años después, el panorama en el mundo aún deja mucho que desear y son muchos los derechos por los que queda pelear. En México, en pleno 2015, obreros, campesinos, estudiantes, maestros, minorías, periodistas y otros grupos ven amenazados todos los días sus derechos y son objeto de represión cuando los exigen, muchas veces incluso siendo asesinados.

Como en muchas ciudades, en Zúrich, la capital financiera de Suiza y paraíso fiscal de muchos empleadores en el mundo, cada año se lleva a cabo una marcha para conmemorar este día, siendo también un espacio para que ciudadanos suizos y extranjeros levanten su voz frente a las injusticias aún existentes. Este 2015, la ciudad vio marchar entre sus calles a un grupo de ciudadanos mexicanos, así como extranjeros apoyándolos, que ya no están dispuestos a tolerar el atropello a los derechos humanos en nuestro país.

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Este viernes, poco antes de las 9 am de la mañana, don Eleucadio, Omar y Román, junto con diversos colectivos en Zúrich, nos reunimos en Helvetiaplatz, plaza en la ciudad que se caracteriza por reunir voces de inconformidad. Ahí, Omar y Román, junto con representantes de otros colectivos apoyándolos, tomaron la palabra para iniciar y motivar lo que sería una marcha de casi tres horas, en la cual se recorrió la zona central de Zúrich hasta llegar a Bellevueplatz, donde el lago de la ciudad desemboca en el río Limago.

Durante el camino, nos tocó lluvia y viento, pero la motivación detrás de esta marcha y el estar juntos, así como la inspiración que nuestros tres visitantes trajeron consigo, nos dio ánimos para llegar hasta el final. No faltaron en el recorrido los lemas de esta lucha ni canciones de protesta. En un par de ocasiones también, juntos, contamos del 1 al 43. La piel se enchina al pensar que cada uno de esos números tiene un nombre, un rostro, una familia, una historia. La historia de uno de ellos, la de Mauricio Ortega, significa la vida entera para uno de los presentes: Don Eleucadio. La desaparición de los otros 42 dejó igualmente dolor para muchas familias. 43 historias rotas y 43 seres humanos que, después de siete meses, aún no sabemos dónde están.

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Al final del camino estábamos empapados, ni las chamarras, ni las botas de los precavidos, ni los tenis de tela de los despistados, se salvaron de la lluvia a cántaros que a todos nos hizo llegar al final de la marcha ‘hechos sopa’, como decimos en México. Después de que cada uno resolviera el problema de la ropa y los zapatos empapados como pudimos, nos reunimos en el Kaserne, también en la ciudad de Zúrich. Ahí nos encontramos a muchos de los grupos presentes en la marcha. Era una gran reunión para compartir comida, pláticas, expresiones culturales, propuestas e ideas. La EuroCaravana43 y los colectivos en Zúrich, nos situamos a la sombra de un árbol, acompañados de las imágenes de esos 43 rostros que tanto nos duelen.

Fue ahí donde se llevaron a cabo diversas expresiones culturales. Hubo una sesión de poesía y otra de danza. En esta última, el grupo de ballet folclórico mexicano Agua Azul, a pesar del frío y la lluvia, llevó a cabo danzas aztecas. 

A la sombra del árbol también cantamos juntos al son de las jaranas jarochas tocadas por algunos de nuestros compañeros y, con un asomo de alegría entre la desgracia, alegría por saberse acompañados de los compañeros de lucha y esperanzados por el futuro, se escuchó al unísono y con cierta picardía:

Me gusta la leche,me gusta el café,

pero no me gusta el gobierno de usted;

me gusta la lima y me gusta el limón,

pero no me gusta tanta represión.

A las 8pm llegó el turno de hablar en el auditorio del Kaserne, frente a una multitud de mexicanos y de muchos ciudadanos de diversos países, incluyendo a la comunidad suiza interesada en lo que pasa en nuestro país. Ahí Román nos recordó que en México el problema de los derechos humanos es muy grave. En nuestro país, dijo, no hay respeto ni acceso pleno a los Derechos Humanos. El gobierno mexicano parece más interesado asegurar inversiones privadas que en garantizar los derechos básicos de sus habitantes.

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Don Eleucadio, por su parte, nos platicó acerca de su trabajo como campesino, y de Mauricio, su hijo. Narró cómo le enseñó los secretos del campo, de la siembra de plátano y café. Narró también como Mauricio fue interesándose en la carpintería y, eventualmente, decidió inscribirse en la normal de Ayotzinapa para ser maestro. Nos contó que él y su esposa estaban muy contentos de conocer la decisión de su hijo por seguir estudiando y salir adelante. Desgraciadamente, lo sucedido el pasado septiembre terminó con esos sueños y don Eleucadio aseguró que no descansará hasta encontrar a Mauricio y sus compañeros. Y no está solo.

Omar cerró la conferencia, iniciando con la frase “Nuestra lucha no es más importante que otras” e invitando a todos los presentes a seguir luchando por cada uno de los derechos que nos corresponde exigir. Dijo también que ni él ni sus compañeros venían a llorar. Su propósito es entablar un vínculo y un compromiso con los inconformes que viven en Europa. Habló de lo poderosa que es una lucha hecha por padres de familia y que, cuando uno la conoce y la entiende, resulta imposible rendirse. Su voz clara y elocuente no puede sino inspirar fuerza en quienes lo escuchamos y es verdad, al conocerlos, a él, a don Eleucadio y a Román es imposible pensar en que rendirse pueda ser siquiera una opción.

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Los tres coincidieron en que, además de su batalla por encontrar a los 43 normalistas, tampoco descansarán hasta asegurarse de que eventos como éste no vuelvan a repetirse en nuestro país.

Después de la conferencia y a pesar de la larga jornada de este primero de mayo, nos reunimos en la cafetería del Kaserne para platicar y compartir un poco más de tiempo. Además de charlar, una vez más, al son de las jaranas jarochas, cantamos y zapateamos recordando así una de las tantas cosas que a todos los presentes nos unía: nuestra cultura mexicana. El día pronto debía terminarse porque temprano el dos de mayo, la EuroCaravana43 saldría rumbo a París, para continuar con su lucha.

Y si, a ratos, la corrupción en México, la abrumadora injusticia y la descarada actitud del gobierno nos ofende y enfurece, nos deprime y nos roba la esperanza, basta presenciar eventos como los que se vivieron esas horas en Zúrich, basta ser testigo de la lucha de unos padres buscando a sus hijos, exigiendo justicia, de pie a pesar del dolor y la desgracia. Basta ver a otros mexicanos uniéndose a su lucha, marchando con ellos bajo la lluvia de este día, pese a viento y agua, pese a la promesa de que se vienen muchas más lluvias que enfrentar. Basta saber que somos muchos, que somos más.