Se derrumba sueño chino: millones pierden por caída de la bolsa

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80% de los inversionistas de la bolsa de valores china son personas comunes. La caída bursátil en China ha provocado que millones de chinos pierdan sus ahorros. Los chinos son los más ahorradores del mundo. Se augura crisis política en China, más que económica

Regeneración, 10 de julio de 2015.  Cuando en octubre de 1929 Joe Kennedy decidió vender sus acciones, no podía imaginarse lo que iba a suceder unos días después. Kennedy se salvó del crash bursátil porque su limpiabotas daba consejos bursátiles, algo que para él fue un indicativo de que era hora de salir del mercado. 86 años después, en China se da una situación que el empresario e inversor posiblemente hubiera interpretado de una forma similar. Con la Bolsa de Shanghái en máximos de 2008 ha pasado lo mismo y la burbuja bursátil estalló y la mayoría de los nuevos inversores que tiene un nivel de estudios básico lo perdió todo.

A pesar de las diferencias entre Estados Unidos del siglo pasado y la China del siglo XXI, tanto en 1929 como en 2015, hay una circunstancia común: atraídos por las recientes subidas de la bolsa, a la renta variable y a los atractivos dividendos accedieron inversores sin conocimientos financieros y con recursos limitados para hacer frente a imprevistos. Durante el crash bursátil, Joseph Patrick Kennedy consideró que el hecho de que «un chico que limpia botas» ofreciera consejos bursátiles solo podía significar que el mercado estaba «fuera de control». Hoy no hubo limpiabotas que advirtiera del fenómeno a millones de chinos que lo han perdido todo.

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Sin conocimientos, movidos por impulsos

De acuerdo con el estudio, elaborado a cierre de 2014 por el profesor Li Gan, de la universidad china Southwestern University of Finance and Economics, la mayoría de los nuevos inversores en la renta variable de China no tienen estudios secundarios y cuentan, además, con un nivel de posesión de activos relativamente bajo. En concreto, más de dos tercios de los nuevos inversores abandonaron el sistema educativo antes de finalizar la escuela secundaria, lo que significa que dejaron la formación reglada con unos 15 años. Y más del 30% eran incluso menores de 12 años cuando salieron de la escuela.

Las cifras «no son tranquilizados», detalla el artículo de Bloomberg, que explica que existen evidencias sólidas de que el 78% de la revalorización registrada en el último año por el mercado bursátil chinos se ha movido por impulsos, más que por razones. El volumen y la contratación siguen repuntando, mientras que tanto las previsiones de crecimiento de la economía del país y del beneficio de las empresas se han reducido.

Que el rally esté siendo mantenido en su mayor parte por pequeños inversores sin experiencia no tiene porque significar que pueda ser sostenible. Por tradición, la población china es ahorradora y, pesar de los bajos salarios, la tasa de ahorro de los hogares chinos es de las más altas del mundo. Sin embargo, advirtió hace unos meses Bloomberg, la tendencia de la bolsa del país asiático es «impredecible» y demasiado dependiente del sentimiento de los inversores. El crash que sacudió la bolsa estadounidense en 1929 parece haber llegado a China en 2015.

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Lin Jinxia y su esposo perdieron buena parte de sus ahorros como resultado del derrumbe de la bolsa.

Millones perdieron sus ahorros

La vieja de ciudad de Shanghái, con sus callejones estrechos, olorosa comida callejera y minúsculas casas de una habitación, está a punto de desaparecer arrollada por el desarrollo inmobiliario. Pero su población aun es un conjunto vibrante.

Hace unos meses apenas, el principal tema de conversación de los dueños de tiendas y puestos callejeros de la zona era sobre las fortunas que se podían hacer al otro lado del sucio río Huangpu, en la Bolsa de Valores de Shanghái.

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«Yo nunca había invertido en la bolsa de valores», cuenta Lin Jinxia, una vecina de la zona. «Pero me dejé influenciar por la conversaciones».

Lin vive en el séptimo piso de un edificio lleno de viejas y polvorientas bicicletas, en un minúsculo apartamento que comparte con su esposo y su hijo de cuatro años de edad.

Ella y su marido emigraron desde la provincia de Fujian hace cinco años. Y gracias a su trabajo duro, vendiéndole botones a la dinámica industria textil local, lograron ahorrar una pequeña fortuna.

Luego, en mayo de este año, invirtieron buena parte de la misma en la bolsa, colocando más de 200.000 yuanes (unos US$32.000) en cuatro compañías diferentes.

Parecía una inversión inteligente, con acciones en el mundo de la electrónica, la moda y la industria automotriz.

Pero el momento no podía ser peor: el valor colectivo de todas sus acciones se desplomó hasta la mitad de su precio original, lo que significó una pérdida de unos 100 mil yuanes.

«Perdí mucho del dinero por el que había trabajado tan duro», cuenta Lin. «Ahora tengo que ahorrar y reducir mis gastos», relató a la BBC.

Comportamiento de rebaño: 80% de inversionistas personas comunes

Parte del problema es que en China, a diferencia de en Europa y Estados Unidos, el 80% de los inversionistas son individuos.

Y muchos de ellos son nuevos e inexpertos, por lo que a menudo se dejan guiar por caprichos y rumores.

Eso hace al mercado particularmente susceptible a rápidos cambios provocados por el denominado comportamiento de rebaño.

Y, precisamente, después de haber hecho subir los precios de las acciones en China de forma sostenida por más de un año, el 12 de junio el rebaño decidió repentinamente dar la vuelta.

Tres semanas después, el valor del mercado se había reducido en un tercio, provocando una pérdida de US$3,2 billones.

Ante esta situación, el gobierno chino les prohibió este jueves a los invididuos con una cantidad de acciones mayor al 5% del valor de una empresa que vendan sus títulos durante los próximos seis meses.

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Chen Zhihui es otra víctima del desplome de la bolsa de valores china.

«Sabía que había riesgos»

La pequeña sastrería de Chen Zhihui se encuentra en un callejón cerca de la casa de Lin Jixia.

Y, como su vecina, él también actuó siguiendo el consejo de aquellos que, hasta hace poco, habían estado viendo crecer el valor de sus acciones, sin darse cuenta que entraba al juego en el peor momento posible.

«Personalmente, sabía que había riesgos», admite sin embargo en su pequeño taller y en medio del ruido de una máquina de coser.

Chen puso todo su dinero en una sola compañía: 100.000 yuanes en acciones de una acerera china que rápidamente pasaron a cotizarse a la mitad de su valor original.

Y aunque sus pérdidas son relativamente pequeñas, el modesto sastre dice que en casi todas las casas y tiendas de su barrio y alrededores hay alguien que pasa por un predicamento parecido.

O que teme que pronto podría verse en la misma situación.

«Si todo el mundo perdió 5.000 yuanes, la suma total podría ser inmensa», advierte Chen.

Y para muchos analistas eso explica por qué el gobierno chino está haciendo todo lo que puede para evitar que el mercado caiga todavía más.

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Impacto económico

Parte del problema es que, para el Partido Comunista chino, una pujante bolsa de valores era un componente clave para la transición hacia una sociedad de consumo.

El creciente número de accionistas servía tanto para recapitalizar a las compañías locales como para hacer que cada vez más chinos se sintieran más ricos.

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Pero ahora las autoridades se ven enfrentadas a la tenebrosa posibilidad de que el mercado tenga el efecto contrario.

Y, con sus ahorros evaporándose rápidamente, millones de pequeños inversionistas podrían empezar a apretarse el cinturón.

Algo que podría tener un impacto negativo tanto para la economía china como para a nivel mundial.

Por ahora, sin embargo, son solo los recién llegados a la bolsa de valores los que se han visto afectados, pues en el largo plazo la reciente depreciación ha sido fácilmente compensada por las ganancias obtenidas con anterioridad.

Pero las medidas tomadas por las autoridades en los últimos días son parte de un intento, quizás inútil, para evitar que las cosas se pongan peor.

Y las mismas han sido criticadas por observadores externos como una peligrosa interferencia política en los mercados y su habilidad para valorar adecuadamente el riesgo.

Aunque también podría argumentarse que la misma acusación también cabría para sus intentos originales por dinamizar los mercados.

Crisis política, más que económica

Varios analistas creen además que un colapso total del mercado de valores chino no debería tener mayores repercusiones a nivel global.

«Su bolsa de valores es muy pequeña, minúscula, caso completamente irrelevante», dice Chen Long, un economista especialista en China que trabaja para al firma Gavekal Dragonomics.

«Equivale a nada más el 5% de la riqueza de los hogares chinos», explica.

«Y además el mercado todavía está por encima de donde estaba el año pasado».

Desde esta perspectiva el precio de las acciones chinas todavía podría caer más antes de que nadie, y especialmente el gobierno, tenga realmente motivos para entrar en pánico.

Lo que sugeriría que las acciones Pekín podrían estar motivadas más por preocupaciones políticas que económicas.

Las actuales preocupaciones del gobierno chino parecen ser más políticas que económicas.

Efectivamente, en medio de la actual desaceleración de su economía lo último que necesita el gobierno es hordas de pequeños inversionistas saliendo a la calle a protestar.

Y, al menos por el momento, esa parte de la estrategia parece estar funcionando, pues no se ven signos de enojo.

Lin Jinxia, por ejemplo, planea conservar sus acciones con la esperanza de que su valor vuelva a subir.

«Confío en que el gobierno va a saber aplicar las estrategias necesarias», le dice a la BBC.

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La situación no ha disuadido a pequeños inversionistas como Liu Chnagrong.

Confianza inversionista

Liu Changrong vende fideos, chuletas de cerdo y arroz en un restaurante que queda a más o menos una cuadra de la sastrería de Chen.

Es muy astuto o muy afortunado, o ambas cosas a la vez. «Nada más hay que comprar en el momento justo», le dice a la BBC.

Eso fue justamente lo que hizo al poner 200.000 yuanes en acciones de un gran conglomerado chino el año pasado para luego vender en mayo, por poco menos de su precio máximo.

Obtuvo pingues ganancias: más de un 50%. Pero no ha perdido el apetito.

Y a pesar de los problemas de sus vecinos, confía en que el gobierno va a solucionar los problemas.

«Cuando el mercado mejore, voy a volverlo a intentar», dice mientras pone un caldero con agua a hervir.

(Con información de BBC Mundo, Bloomberg, AFP)