El primer encuentro entre el presidente cubano y el primer papa latinoamericano ha tenido lugar en el estudio y en los salones adyacentes al Aula Pablo VI, el gran auditorio donde se celebran los actos vaticanos. Es el lugar elegido por el Papa y el protocolo vaticano para celebrar las reuniones con mandatarios en visita privada.
La delegación que viajó con Raúl a Roma está compuesta por el vicepresidente del Consejo de Ministros, Ricardo Cabrisas Ruiz; el canciller, Bruno Rodríguez Parrilla; y el ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, Leopoldo Cintra Frías. También se suman a la audiencia papal los embajadores ante Italia, Alba Soto Pimentel, y ante el Vaticano, Rodney López.
Como todo jefe de Estado, el presidente cubano fue recibido por un piquete de honor de la guardia Suiza y el prefecto de la Casa Pontificia, Georg Gaenswein.
Según medios internacionales la reunión con Raúl fue algo más larga que la que el pontífice mantuvo en marzo del año pasado con el presidente estadounidense, Barack Obama, que duró 52 minutos pero que se realizó con intérprete, mientras que la de este domingo fue una charla privada en español.
Intercambio de Regalos
Según reseña la corresponsal del diario El País, “que el encuentro en el pequeño estudio del Papa había sido cordial se notaba ya cuando ambos pasaron al salón contiguo para que el intercambio de regalos”.
Raúl obsequió al pontífice un cuadro de grandes dimensiones del artista cubano Alexis Leyva Machado, Kcho, que representa una gran cruz hecha con varios barcos y un niño que reza ante ella.
El artista, presente en el acto tras la reunión privada de Castro, le explicó al pontífice que quiso aludir a la tragedia que sufren millares de personas que intentan llegar a Europa desde el Norte de África.
“¡Qué inspiración!”, respondió Jorge Bergoglio al recibir el regalo, una ceremonia habitual en las visitas al pontífice.
El presidente cubano también regaló al papa una medalla que conmemora el 200 aniversario de la Catedral de La Habana, de la que solo existen 25 ejemplares.
A su vez, el Santo Padre regaló a Castro un ejemplar de su exhortación apostólica «La Alegría del Evangelio», animándole a leerla porque «algunas cosas sociales le gustarán». También le regaló una medalla grande «de san Martin de Tours y el mendigo al que cubre con el manto», explicando que le gustaba regalarlo a los mandatarios porque recuerda la obligación de ayudar a los pobres y, al mismo tiempo, promover la dignidad.
Al final de la visita, antes de subir al automóvil, Raúl Castro comentó a un pequeño grupo de periodistas: «Estoy muy contento. He venido a agradecer lo que ha hecho para empezar a resolver los problemas de Estados Unidos y Cuba». Dijo también que le había transmitido el afecto del pueblo cubano, que espera con gran ilusión su visita del próximo mes de septiembre, precisamente de camino hacia Estados Unidos.
(Con información de agencias, El País y El Mundo)