El analista de medios Álvaro Cueva, hizo un análisis detallado de lo que implica el spot que sacó Mexicanos Primero.
Regeneración, 02 de mayo de 2018.– Por más tierno que se vea el spot de Mexicanos Primero sobre los niños candidatos, es muy evidente que se usa a la educación y a los menores de edad como una manera de manipular, considera el analista de medios Álvaro Cueva.
En una video columna, Cueva se detiene en el lenguaje del anuncio, así como en su contenido para resaltar que Mexicanos Primero busca imponer su agenda.
“Qué es lo primero que llama la atención aquí: que Mexicanos Primero no es un partido político, no es un candidato independiente. ¿Qué está haciendo aquí, quién se los permitió, cuál es el juego? ¿A poco yo puedo sacar un spot para alterar el curso de la contienda electoral y meter mi agenda? Y si lo pueden hacer ellos, si lo puedo hacer yo, lo puede hacer alguna iglesia? Lo puede hacer el crimen organizado. Perdón si sueno demasiado drástico, pero esto es delicadísimo y no es la primera vez que lo vemos, acuérdate de lo que pasó en 2012”.
El video rememora un spot en el que niños hacen un recuento del clima de violencia que se vivía (y se vive) hace seis años.
“Gracias a este spot, muchas personas dejaron de votar por el PAN en las elecciones presidenciales del sexenio pasado”, señala.
“¿Quién te dice a ti que el objetivo ahora, con el nuevo spot de Mexicanos Primero no es que la gente deje de votar por cierto candidato, por cierta coalición?”.
Por otro lado, Cueva resalta que moralmente la contratación de niños para cuestiones políticas es una aberración.
“Yo no sé qué tan legal es usar a menores de edad para cuestiones políticas, pero moralmente es una aberración, algo que no deberíamos de permitir por el más elemental respeto a nuestros niños”, indica.
“Y ni hablemos de la manipulación que implica esto de la educación porque es de un maniqueo peor que el de las telenovelas de antes. Ni modo que alguien diga que está en contra de la educación: ¡Es una trampa!”.
Finalmente resalta que el orden en que aparecen los candidatos, así como el nivel de “ridiculización”, varía, lo que hace ver a unos muy lindos y a otros como tontos o caricaturas; así como el orden y la manera en la que se pintan, resguardados bajo las actuaciones de niños que nadie se atrevería a criticar.