Por Beatriz Aldaco
Suele ocurrir que cuando se ha ido por los senderos de la vida, el periodismo o la política actuando en contra de los principios social y sustancialmente aceptados en esas áreas (honradez, ética, decencia), se piensa que los demás lo hacen de la misma manera. A ese comportamiento básico pero trascendente lo ilustra el dicho “El ladrón juzga por su condición”, al cual, por respeto a los animales y a lo ajena que todavía nos es su conducta, preferimos sobre el que dicta “El león cree que todos son de su condición”. Arriba los leones, no los ladrones.
Un fantasma recorre las mentes de ciertos personajes de la oposición y sus secuaces: el miedo a la reelección de López Obrador, algo impensable si las y los susodichos tuvieran la posibilidad de ver la cosas no sólo a través del propio cristal de sus ojos, sino del de quien actualmente ostenta el Poder Ejecutivo. Pero eso les resulta prácticamente imposible.
Primero se presenta el mecanismo de la imagen especular: el sujeto que aparentemente ve al otro en realidad se ve a sí mismo como si se contemplara en un espejo, y en segundo lugar deviene la proyección de su propio pensamiento como si correspondiera al del sujeto de su interés. Hay una especie de mimetización no advertida por el actor de esta zona ambigua de percepción.
La confusión es tan difusa como la lucidez y capacidad de autoobservación y autocrítica de quien la comporta, pues éste o ésta no suele darse cuenta del equívoco. Se trata de personas que, en general, carecen de la capacidad de situarse en la posición del otro. Ése es el problema de raíz. Son las mismos a quienes les es imposible ponerse en el lugar de aquellos que son víctimas de la pobreza, la desigualdad, la discriminación, el clasisimo, la corrupción. No les es dado salir de sus propias y estrechas individualidades. Para ellos no hay nada más allá de sí mismos, de sus coordenadas personales, familiares, de cotos y de grupos.
Si bien existen mecanismos paranoicos derivados de señales inequívocas de que una amenaza acecha, en el caso de la tan temida reelección de López Obrador lo que prevalece más bien son contraevidencias, pues si en algo ha insistido el mandatario es en su filiación a los principios maderistas de la No Reelección y varias veces ha reiterado que no traicionará esa adhesión. Pero resulta que mientras más contraevidencias existen, más crece al fantasma paranoico.
No basta un documento firmado ante notario público negando tal posibilidad (19 de marzo de 2019), ni el apego reiterado del presidente al artículo 83 de la Constitución, ni el insistir en que no se reelegirá aunque los ciudadanos se lo pidan, ni el repetido anuncio de que se retirará a Palenque una vez que termine su administración. En el documento firmado en marzo de hace un par de años, asienta:
“… no soy partidario, no estoy de acuerdo con la reelección y (…) nunca, bajo ninguna circunstancia, intentaría perpetuarme en el cargo que actualmente ostento, porque ello no sólo significaría ir en contra de la Constitución, sino también traicionar mis principios y renegar de mi honestidad que, estimo, es lo más valioso en mi vida”.
Pero la parnoia prevalece. Según Aguilar Camín la revocación de mandato de López Obrador es una especie de pretexto para “ampliar su propio mandato e incluso reelegirse”; Felipe Calderón supone que “en la mente del actual mandatario (…) vive la idea de extender su mandato más allá de 2024”, y todavía se da el lujo de prevenir: “Eso sería una traición histórica (…) no quiero imaginar y ya fue en México causa de una revolución muy sangrienta y costosa para el país”. ¡Palabras del urdidor de la guerra contra el narco y sus daños colaterales! Roberto Madrazo asegura que conoce al presidente Andrés Manuel López Obrador desde que eran adolescentes y que “está trabajando por su reelección o alguna forma para ampliar su mandato”.
Así la oposición representada aleatoriamente por esos tres personajes, exponentes de una paranoia reeleccionista que se disemina hacia quienes los siguen o comparten esa visión abiertamente fragmentada de la realidad. (Otro tema igualmente preocupante es el de la añoranza reeleccionista de quienes se dicen defensores de la Cuarta Transformación pero que en realidad, como dice el pensador Alejandro Rozado, son inmaduros soñadores que le temen al abandono del padre, lo cual amerita un análisis aparte).
Y mientras el miedo acompañante de la paranoia de la reelección aturde a los visiblemente afectados por la Cuarta Transformación, AMLO se da el lujo de bromear en una mañanera asegurando que le quedan seis años de gobierno, “porque formalmente me quedan tres, pero como trabajo al doble, son seis” (12 de mayo de 2021).