Son engañados, al decirles que el riñón que van a vender les volverá “a crecer”. O también les dicen que no tendrán ninguna complicación de salud, lo cierto es que quienes venden su riñón nunca mejora su situación económica ni la de su familia.
Regeneración, 16 de mayo de 2017.-Los riñones son de los órganos más comercializados ilegalmente no sólo en México, sino en todo el mundo. Las redes transnacionales de trata de personas y de traficantes de órganos también venden hígado, corazón, pulmón y páncreas.
La principal urgencia en el combate al tráfico de órganos en México es una mayor colaboración entre todos los sectores competentes para evitar, sobre todo, el “turismo de transplante”, una modalidad presente en el país y que se encuadra en el delito de crimen organizado.
De manera clara y abierta, los tratantes sacan el máximo provecho del sufrimiento de los demás: el comprador espera la muerte a menos que reciba un trasplante; y el vendedor está tratando de pagar una deuda, escapar de la pobreza o, muy a menudo, no tiene otra opción: sus captores o sus acreedores le quitan uno o varios órganos mediante engaños o a la fuerza.
De acuerdo con información publicada en el Transnational Crime and the Developing World de la Global Financial Integrity, se dice que comprador y vendedor, “aunque ambos están violando la ley, sus respectivas imágenes no se ajustan a las de los tópicos criminales”, claro esta que ellos no son los únicos actores en este negocio que en todo el mundo genera ganancias por 1 mil 700 millones de dólares anuales: también participan el tratante, el equipo de médicos y la infraestructura hospitalaria pública y privada.
Este documento publicado en el mes de marzo pasado, dice que de quienes “se cosecha” el órgano: “son habitualmente de países en desarrollo y son pobres y sin educación”. Por su parte, los individuos que compran el órgano “son típicamente de ingresos medios y altos de países desarrollados o individuos de ingresos altos de países en desarrollo”.
Las personas que venden un riñón reciben, muchas veces, cantidades miserables, ridículas, que no llegan ni al 10 por ciento de lo que terminan pagando los compradores. Personas de Nepal pueden recibir apenas 200 dólares (unos 3 mil 800 pesos mexicanos); o las de Jordania, 500 dólares (alrededor de 9 mil 500 pesos). Son los casos más dramáticos; pero en términos generales los “vendedores” son en realidad estafados.
Y los tratantes corren pocos riesgos de ser llevados ante un tribunal.
Cuatro modalidades para operar
Los reclutadores o tratantes operan en pequeños grupos muy bien organizados, especializados y financiados. Cuentan con “redes establecidas para la contratación y el trasplante”. El equipo médico a cargo del trasplante debe contar, al menos, con cirujanos, nefrólogos, anestesiólogos y enfermeras.
Finalmente, el otro actor, el de los servicios públicos y privados, se refiere a hospitales, centros de trasplante y laboratorios.
La primera es en la que el tratante recluta a un “vendedor” y al equipo médico para el comprador. Otra, cuando el destinatario del órgano busca directamente y convence a un vendedor (esta modalidad se encuentra en plena emergencia gracias a las posibilidades que brinda el internet).
Las otras dos son aún peores, la del engaño y extorsión; y la del asesinato. Ocurren cuando los tratantes sacan de sus poblados a personas con la promesa de darles trabajo. Y cuando los migrantes llegan a su destino son obligados a donar uno de sus riñones.
Una de las variantes es que los acreedores obligan a pagar a los deudores con uno de sus órganos. Otros son engañados, al decirles que el riñón que van a vender les volverá “a crecer”. O también les dicen que no tendrán ninguna complicación de salud. Lo cierto es que quienes venden su riñón nunca mejora su situación económica ni la de su familia. Y, por el contrario, las dificultades de salud que tendrán por atenciones médicas deficientes o nulas, harán empeorar su situación económica.
El tráfico de riñones es el más común porque la persona que dona o vende uno de sus dos riñones puede seguir viviendo con el otro. En el caso del hígado, el corazón, el pulmón y el páncreas, son posibles los trasplantes parciales de órganos de donantes vivos; pero los trasplantes de órganos enteros requieren de personas fallecidas. Claro, son más difíciles de adquirir.
Karina Jazmín Durán Martínez, fiscal especializada en investigación de trata de personas, menores y órganos, explicó que se han detectado “algunos casos” de extranjeros que viajan al territorio mexicano para recibir órganos de supuestos donantes de buena voluntad, que en realidad han sido pagados.
“Tenemos algunos casos identificados y responden a lo que se le llama, a nivel internacional, el ‘turismo de órganos’. En nuestra legislación no está definido como tal pero si está previsto el castigo a simular actos para aquellas personas que no tiene una legal estancia”, explicó.
“Los estamos investigando porque son personas que llegan de otros países, que tienen un recurso más elevado y hacen uso de ese dinero para conseguir un órgano de quienes no tienen acceso a esos recursos monetarios”, añadió.
La fiscal mexicana aseguró que se está trabajando en reforzar la colaboración con la Secretaría de Salud, para conducir investigaciones integrales, que involucre también a médicos y especialistas.
“No tenemos una cifra estimada (de cuánto se llega a pagar un órgano), depende de la zona del país y de la circunstancia de la persona. (Los casos se dan) en diversos lugares de la república, es un fenómeno esparcido y por ahora son episodios aislados, no existen elementos que nos lleven a concluir que estemos ante una red transnacional”, precisó.
Con información de: Contralínea y Marquesina Política