“¡Temo por mi vida! Temo perder mi vida porque me están acosando al máximo para hundirme y todo por haber denunciado la pederastia clerical y la protección del arzobispo (José Luis Chávez Botello)”, denunció el párroco de la Inmaculada de Juquila, Manuel Arias Montes.
Regeneración 05 de marzo del 2016.-El doctor en Teología por la Universidad de Tübingen, Alemania, afirmó que “el arzobispo Chávez Botello parece no querer irse sin ver mi cabeza en una charola como regalo para él o para los pederastas”.
Discípulo del arzobispo Bartolomé Carrasco Briseño, Arias Montes acusó que desde el arzobispado existen represalias contra los 10 sacerdotes que firmaron la carta donde se denunció la pederastia clerical, misma que llegó hasta la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en la Santa Sede. Muestra de ello, dijo, es que a dos curas ya les quitaron el ministerio.
Aunque la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe consideró la denuncia como “inverosímil” y exoneró a Gerardo Silvestre Hernández, cura acusado de pederasta, la justicia civil lo encontró culpable y lo detuvo.
Desde el 29 de noviembre de 2013, el presbítero se encuentra recluido en el Centro de Reinserción Social número 12, en el municipio de Tlaxiaco, en espera de la sentencia penal por el presunto abuso sexual contra 10 niños indígenas zapotecas.
El párroco Manuel Arias alertó que “esta denuncia me va a traer más represalias. Pero (quiero) que lo sepa el Papa Francisco porque corro el riesgo de perder mi propia vida”.
Tal temor tiene soporte: “el 10 octubre de 2014 fueron cortados las mangueras del líquido para freno de mi choche y sufrí un accidente. Gracias a Dios logré librarla. Pedí investigar al padre Uvi (Francisco Wilfrido Mayrén Peláez) y a la señora (Alma Delia Gómez Soto) que contrataron para acusarme de violencia intrafamiliar y al propio arzobispo. Si él planeó esto, tiene que ser investigado”.
Y es que, el abogado postulante Alejandro Noyola hizo pública la denuncia contra el sacerdote católico por presunta violencia intrafamiliar contra Alma Delia Gómez Soto a quien acusó de haberla golpeado. El proceso sigue en los juzgados de lo Familiar e incluye la demanda pensión alimenticia y la custodia de su hijo menor.
Según el abogado, la demandante “fue tomada como mujer por parte de este sacerdote a los 16 años”. Desde entonces, continuó, hasta hace algunos meses sostuvo una relación de pareja con ella, de la cual procrearon a una hija –ahora mayor de edad–, y a un varón que hoy tiene 16 años.
Ante esa situación, la Fiscalía General de Justicia y la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Contra la Mujer por Razón de Género, citaron a comparecer al sacerdote.
El día de la presentación acudieron feligreses en respaldo a Arias Montes. “Joaquín Carrillo, fiscal general, no estés al servicio del padre Uvi. Es una infamia lo que le pretenden hacer al padre por acusar a un violador de niños”, se leyó en una pancarta. Mientras, otros exigían justicia y coreaban porras al presbítero de la parroquia de la Inmaculada de Juquila.
Hostigamiento
Según el denunciante, “el hostigamiento continuó con pintas ofensivas y soeces para desprestigiarme, amenazas, destrozos del vehículo de la Coordinadora del Consejo de Pastoral, intentos de entrar gente armada encapuchada y en noviembre una persona me llevó el mensaje de que me van a matar”.
Lo más reciente, dijo, ocurrió ayer alrededor de las 17:00 horas, cuando “sin previo aviso y sin preguntarme, me enviaron al vicario general de la Arquidiócesis de Antequera-Oaxaca, Francisco Reyes Ochoa, al secretario canciller y párroco del Carmen Alto, Lorenzo Fanelli de Liddo, y el decano de la Zona Norte Salvador Bello quienes, con todo autoritarismo, acompañado de policías y con cerrajeros rompieron los candados para entrar por la fuerza a la casa parroquial”.
Manuel Arias Montes alertó: “Me están amenazando con enviar un nuevo párroco para dejarme desprotegido ante las autoridades civiles y pueda ir a la cárcel. La intención es clara, dejarme sin parroquia y sin ministerio para llevarme a la cárcel, pero la gente está indignada y está apoyándome. Esta difícil la situación pero tengo mucha solidaridad nacional e internacional”.
Luego, hizo un llamado “al procurador (Joaquín Carrillo Ruiz)a que no haga las tareas sucias del apoderado legal y del arzobispo. Yo estoy dispuesto a jurar que es una sarta de mentiras. Puedo jurar que todo lo que está ahí en esa averiguación es totalmente falsa, hecha para fabricarme un delito y desprestigiarme y salir limpios de todo encubrimiento”.
De hecho, recordó que la persecución en su contra inició en 2009, cuando un grupo de 10 sacerdotes denunció casos de pederastia contra niños zapotecos. Entre ellos estaba el padre Gerardo Silvestre Hernández.
Y aunque la iglesia, con la “protección del arzobispo”, protegió a éste último, fue detenido. Éste recibió la orden sacerdotal en 2006 y fue denunciado penalmente en 2012 por el comerciante Pedro Mendoza Flores, de San Pablo Huitzo, por presuntamente abusar de su hijo de nueve años cuando era acólito en la parroquia del Municipio.
En 2006, cuando estuvo en su primera parroquia, Hernández fue acusado de violencia sexual contra un niño. Después, fue transferido a Santiago Camotlán, parroquia en la que se presume dejó por lo menos 45 víctimas. Los casos presuntamente se repitieron en las parroquias de Villa Alta, San Juan y Santa María Ozolotepec.
Desde el 29 de noviembre de 2013, Gerardo Silvestre Hernández se encuentra recluido en el Centro de Reinserción Social número 12, en el municipio de Tlaxiaco, a la espera de la sentencia penal.
El cura perseguido Manuel Arias Montes manifestó que fue una gran decepción que el Papa Francisco no se haya reunido por las víctimas de la pedofilia clerical porque es un “crimen abominable” el abuso contra infantes.
Desde este jueves, la parroquia es custodiada por los fieles católicos –ante el asedio de la Agencia Estatal de Investigaciones y del propio Ejército Mexicano– que pretenden imponer como párroco a Martín Octavio García Ortiz.
La gente manifestó: “no necesitamos otro sacerdote y menos que venga con fuerza pública para intimidar al padre Manuel, cuyo único pecado es estar del lado de los niños y haber destapado la cloaca de la pederastia clerical. Lo han tratado de matar, lo han difamado y lo que le suceda hoy al padre Manuel es responsabilidad del arzobispo y del padre Uvi”.
A los emisarios del arzobispado les gritaron: “¡Qué lástima que son sacerdotes! ¡Fuera fariseos! Aquí vamos a defender al sacerdote. ¡Justicia, justicia, justicia!”.
Vía Proceso