Thomas Earl Petty fue un niño siempre ilusionado con tocar la guitarra como sus héroes, los rockeros de los años 60. Un sueño que realizó con creces
Por Miguel Martín Felipe
RegeneraciónMx, 28 de agosto de 2022.- En Gainesville, Florida, en octubre de 1950, nació uno de los artistas más prolíficos y sensibles en la escena del rock anglosajón de la segunda mitad del siglo XX. Thomas Earl Petty fue un niño siempre ilusionado con tocar la guitarra como sus héroes, los rockeros de los años 60; sin saber que años más tarde compartiría con ellos estudios y escenarios. Sin embargo, la visita de Elvis Presley a su pueblo constituyó un antes y un después, pues fue ahí cuando decidió que quería ser una estrella de rock y formar una banda como Los Beatles.
Su adolescencia transcurrió entre ensayos de garaje, presentaciones en pequeños recintos y formación de distintas bandas junto a dos músicos que lo acompañarían hasta el final: el tecladista Benmont Tench y el guitarrista Mike Campbell.
Petty sabía que en Florida no se respiraba un ambiente propicio para el tipo de música que quería desarrollar. El rock suave en el que predominaban las guitarras acústicas y la distorsión psicodélica de las Rickenbacker, predominaba en California, al otro lado del país, por lo que un movimiento clave en su carrera fue mudarse hacia ese otro estado, que había sido homenajeado en distintas canciones y era reconocido como la meca del flower power.
El estilo de Tom Petty se caracteriza por una dualidad muy curiosa. Puede pasar por ser un rockero canónico, con su guitarra eléctrica y con baladas poderosas en las que utiliza una voz estridente que recuerda a la de John Lennon en grabaciones de los Beatles como Twist and shout o Dizzi Miss Lizzy. Sin embargo, hay ocasiones en que adopta un registro vocal grave que parece recordar a Bob Dylan o Leonard Cohen, tocando una guitarra acústica con un punteo o rasgueo que lo hacen parecer un músico folk de toda la vida.
Si bien el nombre de Tom Petty estuvo al frente en la mayoría de sus proyectos, el acompañamiento de sus coetáneos antes mencionados ha sido indispensable para forjarse un nombre y a la vez un sonido distintivo. Benmont Tench es un tecladista que puede moverse dentro de diversos ritmos, ya que puede hacer que una pieza de rock alcance dimensiones grandilocuentes con su ejecución del órgano Hammond, como lo podemos constatar en Rebels, The Waiting o Listen to her heart; o bien, puede acompañar con acordes de piano las baladas más íntimas como Blue Sunday o You don’t know how it feels. Por otra parte, Mike Campbell es quien siempre le dio identidad a la marca Tom Petty a través de sus riffs inconfundibles que podemos encontrar en piezas como: Mary Jane’s last dance, Runnin’ down a dream o Listen to her heart.
Tom Petty inició formalmente la discografía de los Heartbreakers en 1976 con un disco homónimo en el que sentó las bases de una de sus aristas, ya que se inició en un sonido rock bien definido, pero sin abandonar esos parámetros. Se destacan de esa primera época piezas como American girl, I need to know o Even the losers. En 1981, del álbum Hard Promises, se desprende una de las piezas más representativas de aquella bisagra entre dos décadas: The waiting, un intenso rock de riff efectivo y estribillo pegajoso que marcó la vida de muchos, como de Eddie Vedder, líder de Pearl Jam, quien cuenta que en ese lejano 1981 puso el sencillo a tocar desde el mediodía hasta el anochecer el día en que pudo conseguirlo.
La década de los 80 nos mostraron una adaptación muy natural y adecuada a la era del sintetizador por parte de Petty, pero sin abandonar los fundamentos que ya lo habían encumbrado. Prueba de ello son piezas como Don’t come around here no more (producida por Dave Stewart, el cerebro de Eurythmics, quien igualmente aparece en el videoclip) o You got lucky.
Tom Petty cerró la década con un memorable disco en solitario llamado Full Moon Fever, publicado en ese 1989 en que igualmente había grabado el mítico Traveling Wilburys Vol. 1 junto a sus amigos George Harrison, Jeff Lynne, Bob Dylan y Roy Orbison, quien falleció a penas finalizado el proyecto, y a quien Tom Petty consideraba como la mejor voz en la historia del rock and roll. Full Moon Fever transpira el mismo espíritu de Cloud Nine (George Harrison, 1987) y de tantos otros trabajos que tuvieron en común la afortunada producción de Jeff Lynne, el genio de la Electric Light Orchestra. Resaltan por contener la distintiva remezcla de guitarras acústicas de fondo y por ser composiciones memorables, al grado de que cada track tenía lo necesario para ser un sencillo radiable. Free fallin’, I won’t back down, Runnin’ down a dream, Yer so bad o The apartment song, son algunas de las canciones que consagraron a Tom Petty y que mantuvieron la inercia hasta la llegada de Into the great wide open, de 1991, esta vez firmado por la banda, y que contuvo otros himnos como la propia canción que da título al disco, así como Two gunslingers, Dark of the sun o All the wrong reasons.
El resto de la carrera de Tom Petty tuvo altas y bajas de calidad. Y aunque siguió produciendo grandes discos como Echo (1999) o The last DJ (2002), tampoco le debía nada a la historia del rock, pues la consagración y la realización de su sueño que consistía en compartir escenario con sus ídolos, lo realizó con creces. Incluso pudo en 2008 y 2016 reunir a Mudcrutch, una de sus bandas primigenias, y grabar sendos discos.
Un ataque al corazón en octubre de 2017 nos privó del rubio sureño que dejó un vacío profundo en el rock estadounidense y que lastimosamente jamás se presentó en México, entre otras cosas debido a su aversión por los viajes en avión. Vaya este sentido homenaje a uno de mis músicos predilectos cuyo legado, como el de muchos está ahí presente en medios digitales esperando por ser descubierto.
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