Turquía es un país acostumbrado a los golpes militares, tres golpes de Estado ha vivido ya la joven nación turca en apenas un siglo de existencia y uno de carácter político. De confirmarse el pronunciamiento de este viernes, serían ya cinco.
Regeneración 15 de julio de 2016.- Los militares en Turquía tienen un papel fundamental desde los inicios de este Estado nacido de las cenizas del Imperio Otomano allá por los años veinte del siglo pasado. Su padre de la patria, Mustafa Kemal Ataturk, fue un militar, y este estamento siempre se ha visto a sí mismo como garante de los valores fundacionales del país: nación, democracia, laicidad y orden. Desafortunadamente, Turquía es un país acostumbrado a los golpes militares, tres golpes de Estado ha vivido ya la joven nación turca en apenas un siglo de existencia y uno de carácter político. De confirmarse el pronunciamiento de este viernes, serían ya cinco.
El primero tuvo lugar en 1960 cuando el general Cemal Gürsel se alzó contra el gobierno derechista al que se le acusó de los males del país (sometimiento a los EE.UU. y crisis de pobreza de la población). Los golpistas, que podrían considerarse seguidores de Kemal en su vertiente más modernizadora, derrocaron al gobierno y constituyeron una asamblea para que redactara una nueva Constitución, la de 1961, considerada hasta el momento la más progresista de la historia de Turquía. Tras el golpe, se retiraron y dieron paso de nuevo a las fuerzas políticas. Sin embargo, juzgaron y ejecutaron a los antiguos gobernantes.
En 1971, se produjo un segundo golpe considerado blando. En aquel momento, los militares no optaron por la fuerza, sino por el envío de cartas a los miembros del gobierno advirtiéndoles de la situación. El 12 de marzo, el Jefe del Estado Mayor, el general Memduh Tağmaç entregó al primer ministro, Suleimán Demirel, un verdadero ultimátum. De nuevo, la petición era de corte kemalista. Se exigió en concreto “la formación, en el marco de los principios democráticos, de un gobierno fuerte y creíble, para “neutralizar la situación anárquica actual y que, inspirado en las ideas de Atatürk, ponga en práctica las leyes reformistas previstas por la Constitución”. Si las demandas no se cumplen, seguía la carta, el ejército “deberá ejercer su deber constitucional”. El golpe fue pacífico y la advertencia derrocó de nuevo al Gobierno pero se colocó rápidamente a un nuevo ejecutivo que accedió a las reformas que pedían los militares.
Siguiendo la triste tradición de un golpe cada aproximadamente diez años, el tercer y último golpe de Estado en Turquía hasta el de este 2016 tuvo lugar en 1980. Lo encabezó el general Kenan Evren y sus consecuencias fueron mucho peores para el pueblo turco ya que supuso la instauración de un breve pero represivo régimen militar durante tres años. La grave crisis y la proliferación de grupos fanáticos religiosos y de extrema derecha e izquierda -que habían causado numerosos muertos en las calles- fueron los desencadenantes. De nuevo, actuaron los militares. El golpe tuvo lugar el 12 de septiembre de ese 1980 y fue el más sangriento de la historia, ya que 150 mil personas fueron detenidos y se produjeron asesinatos y desaparecidos que nunca se han aclarado. Además de una dura represión, el golpe desembocó de nuevo en una nueva Constitución para el país, la de 1982. Sólo hace cinco años los turcos pudieron revisar los graves hechos del golpe. En 2010 se suprimió el artículo que protegía a los golpistas y éstos, entre ellos el propio Evren, fueron juzgados y condenados a prisión en 2014.
Por último, el 30 de junio de 1997 hubo una intervención política sin golpe. Las Fuerzas Armadas forzaron la salida del primer jefe de Gobierno islámico del país, Necmettin Erbakan, tutor del actual presidente, Recep Tayyip Erdogan.
Vía Vanguardia y Europa Press