Este es un tiempo de acción y de apostar con optimismo a todas las perspectivas latentes en esta protesta nacional precisamente porque si no se lucha el futuro justificará el pesimismo porque será aún más negro
Por Guillermo Almeyra
(14 de enero del 2017).-Las movilizaciones actuales no tienen precedentes y, con su fuerza y seriedad, presagian nuevos movimientos futuros de enorme importancia social. Al mismo tiempo, dejan una importante enseñanza para quien esté dispuesto a aprender algo de la llamada “gente común” que hace propio el principio de “primero la acción” frente a tantos que creen que primero fue el Verbo.
Las revoluciones no se hacen y menos aún las hacen los revolucionarios con o sin comillas: las revoluciones se organizan. Esta es pues la etapa de la organización en la marcha y en la lucha. Es también la fase en la que la gente que realmente quiere un cambio social tiene que ajustar el tiro, o sea sus políticas que, en el caso del EZLN y el de MORENA –no así de algunos de sus integrantes- ha dado muy lejos del blanco.
Concuerdo con el análisis que de las movilizaciones hizo Leopoldo Santos Ramírez en un artículo de La Jornada del jueves 12. No creo posible que estas manifestaciones no dejen ningún rastro y caigan en el cansancio y la resignación.
Cada lucha importante es un peldaño. Ningún peldaño permite por sí mismo llegar el objetivo pero, en su conjunto, forman a escalera que podría llevar a él. La conciencia histórica, por otra parte, se forma con las adquisiciones conscientes individuales, con el cambio en la subjetividad de quienes luchan, la que después se transforma en conciencia colectiva, de masas. Ésta no es permanente. Un pueblo puede desaprender pero no olvida nunca todo lo que aprendió. Ese sedimento es importante y forma las características nacionales. Por eso el pueblo mexicano desde 1910 se reconoce en la Bola, no detrás de un partido, y adquiere confianza y madura al verse en la acción.
Ni la Revolución mexicana, ni el 68, ni Tlatelolco, ni la APPO ni la movilización por Ayotzinapa se convirtieron en humo: todas esas luchas están reunidas hoy en el combate contra la afrenta infligida, la vergonzosa sumisión al imperialismo, la prepotencia de la corrupción y del gasolinazo. En este momento, los indígenas, los campesinos, los trabajadores, protestan unidos con vastos sectores de las clases medias (estudiantes, sacerdotes, como en Coahuila, pequeños comerciantes y empleados, como en Hermosillo) e incluso con los sectores de la burguesía como la Coparmex interesados por mantener el poder adquisitivo de sus clientes, que son asalariados.
Esta alianza social será importante si permite avanzar, resistir al imperialismo, reorganizar la sociedad. Es posible formar un Frente Amplio con dichos sectores cuya parte más activa sea la izquierda social (los sindicatos combativos, los revolucionarios, los reformistas de izquierda que militen en MORENA, los que quieran formar poder popular). El detonante podría ser el llamado de la CNPA (la agrarista Confederación Nacional Plan de Ayala y la UNT, que integra a sindicatos como el STUNAM, los telefonistas o la CNTE), a convocar para el 31 de enero un paro nacional y a coordinar las acciones con otros sectores en lucha, independientemente de quiénes son los dirigentes de la UNT.
Como dice Santos Ramírez, las protestas abarcaron todos los sectores populares y buen parte de los estados del país, fueron espontáneas (en el sentido de no organizadas por ningún partido, no en el de la maduración previa de los convocantes), no cayeron en las provocaciones organizadas por el gobierno o por parte de éste, fueron mucho más masivas que todas las manifestaciones anteriores y, aunque se realizaron en un período prelectoral, no le prestaron atención a las elecciones (que están siempre en veremos) sino que buscaron y buscan imponer un cambio mediante la “votación” de las calles.
Los silenciosos estrategas electoralistas del EZLN y de MORENA están aún a tiempo para aprender del pueblo mexicano y sumarse a su lucha.
Nacen en la UNAM las Juntas de Defensa Universitarias, surgidas del ejemplo de las policías comunitarias y de los grupos de autodefensa, los estudiantes del Centro de Estudiantes de Derecho de la UNAM encuentran apoyo en el CCH Sur, en Filosofía, en Ingeniería y en otras facultades y centros de estudio, manifestaciones de decenas de miles de personas se realizan en todas las ciudades del Norte, la megamarcha en el DF fue un éxito completo y el movimiento sigue creciendo.
Es cierto que, dado que no se puede vivir sólo en manifestaciones, este momento es transitorio ¿pero qué ley social impone que se derrumbará y no que será superado por otro tipo de movilizaciones con objetivos más radicales?
Para esa superación –es decir, para organizar esta ola de fondo- deben trabajar los que, como el EZLN, declaran querer organizar poder popular en la acción. Si no intervienen en este proceso con todas sus fuerzas no sólo no lograrán nada con la campaña que proponen sino que, sobre todo, aparecerán como meros “impermeables para días de sol”. En cuanto a MORENA, imperturbablemente electoralista (aunque algunos militantes locales combativos hayan participado privadamente en la organización de las protestas), ¿de dónde va a obtener votos si se pone de espaldas a quienes deberían ser su electorado y s se obstina en sostener al gobierno con su pasividad?
Es indispensable crear un Frente Único entre la ANUEES, la OPT, la Nueva Central Obrera y los grupos anticapitalistas para que ese Frente dé un eje a alianzas amplias con los demás sectores en lucha en la perspectiva de un Paro Nacional -una huelga general nacional unida a la paralización de todas las actividades (transporte, escuelas, comercio) – que conduzca a una Asamblea Nacional como la de la APPO y a la adopción inmediata de medidas de cambio. Esa coordinación debería llamar a medidas de boicot contra las empresas imperialistas.
El pesimismo y el escepticismo son paralizantes. Este es un tiempo de acción y de apostar con optimismo a todas las perspectivas latentes en esta protesta nacional precisamente porque si no se lucha el futuro justificará el pesimismo porque será aún más negro.