Por Fabiola Rocha
Los tacones como los conocemos son un símbolo de feminidad y erotismo, sin embargo, hay más en su historia de lo que podemos suponer.
En entrevista para la BBC, Elizabeth Semmeljhack del Museo Bata Sho (único e inusual museo del calzado) en Toronto, explica que hubo una época en que los tacones eran usados exclusivamente por varones: los jinetes de la antigua Persia los utilizaban para asirse al caballo y tener mayor puntería; la moda persa se extendió por toda Europa, sobretodo en Francia e Inglaterra pues eran considerados un artículo de lujo y símbolos de virilidad.
La experta opina que las mujeres siempre han tendido a apropiarse de las modas masculinas y mientras que ellos modificaron los tacones por zapatos más cómodos, ellas los usaron cada vez más largos y curveados.
Está comprobado que los tacones son poco funcionales, que su uso representa riesgos a la salud como desgarres musculares, rupturas de ligamentos y fracturas por tensión; pero, a pesar de saber qué tipo de consecuencias pueden desencadenar, las mujeres siguen utilizándolos llenas de dignidad.
Mas, en una sociedad hipersexualizada, que impone estándares de belleza, ¿qué tanto es decisión de las mujeres usar tacones y qué tanto es un aditamento que por “autonomía” adoptamos, pero no es más que el deseo masculino poco cuestionado?
“Estamos tan acostumbradas a vernos a través de los ojos de los hombres, que ya no sabemos reconocer qué queremos realmente y qué nos hace felices”, aseguran Lorena Zanardo y Marco Malfi Chindemi en el documental “El Cuerpo de las Mujeres”.
El uso de los tacones tuvo su boom a mediados del siglo pasado, cuando la revolución sexual incitó el nacimiento de la industria porno como la conocemos; entonces, las fotografías y películas pornográficas (generalmente realizadas por y para los hombres) regularizaron el uso de los tacones como un elemento erótico debido a que exaltan pantorrillas y nalgas.
También las mujeres nos miramos con ojos masculinos; nuestros senos, bocas, arrugas, están amoldadas a como pensamos que un hombre nos miraría. Un indicador de esto es la publicidad, la cual, a pesar de utilizar imágenes con referencias sexuales atractivas para los hombres, tiene la finalidad de atraer a las mujeres.
Los tacones son un accesorio muy solicitado; algunos hombres los utilizan como una forma romper los límites del género y fisurar los paradigmas de normalidad que tanto han definido nuestras formas de vida. Ahora habría que determinar la respuesta femenina.