Por: Alexandro Guerrero
RegeneraciónMX.- Con el volar del waychu anda en el tiempo y el espacio Proyecto Atawallpa, obra ganadora de los fondos Iberescena 2021-2022, escrita y dirigida por Mabel Petroff Montesinos, producción y realización de Teatro Brujo, compañía que vincula a México con Ecuador, y viceversa.
Con las actuaciones de Bruno Castillo Díaz y la misma Mabel Petroff Montesinos, la puesta en escena propone un camino, ruta mestiza que alude al Qapaqñan, antiquísimo sistema vial inca que permite recorrer en toda su extensión la geografía andina, pero también una red de caminos simbólica e identitaria.
En el escenario Mabel y Bruno manejan con destreza la dificultad actoral que implica el uso de máscaras alusivas al Aya Huma, personaje presente en la cosmovisión andina que tiene dos rostros y carece de espalda para nunca dejar de mirar de frente al sol, y que funge como comunicador con el pasado y el mundo de los muertos.
Un actor y una actriz hacen de sus cuerpos un espacio multidimensional desde el que emergen diversos personajes, vivos y muertos paradójicamente comunes y ubicuos que cuentan sus historias, pasadas al frente y futuras detrás, como lo indica discurre el tiempo para los pueblos andinos, yendo y viniendo del mundo de los sueños al de la vigilia con las visiones que permiten comprender el presente.
Así se entrecruzan historias ocultas, negadas, dolorosas, pero al fin verdades que es necesario enunciar: la colonización ha sido perpetuada, está vigente y es instituida en un sistema violento que procura borrar la parte incómoda del mestizaje.
Motivó esta obra una abuela, la de Mabel, una abuela de piel morena entregada con la mejor intención por su madre empobrecida a una familia blanca y con dinero que la pone a su servicio en una suerte de esclavitud moderna.
Se reflexionar así sobre clase y raza, el binomio colonial y sus violencias, el borramiento ulterior de parte de la identidad mestiza a cuenta de la dominación; identidad que se siente perdida porque lo está, y hay que buscarla, hallarla entre los senderos que olvidamos caminar.
Con Proyecto Atawallpa se andan los caminos necesarios para recuperar al menos parte del legado de la mujer antecesora que se de pura pena se niega a hablar sobre lo acontecido.
Este camino se cruza con el de Jesús Lara, investigador que en la década de 1950 transcribió Tragedia del fin de Atawallpa, manuscrito luego desaparecido de una obra, al parecer del siglo XVI, que reivindica la presencia temprana del teatro en la cultura Quechua, es decir antes de la llegada de los españoles.
Cuando se les pregunta a Mabel y a Bruno, compañeros en el escenario y como pareja en la vida, sobre lo que ha significado está obra, ella responde con un término quechua: Pacha Kutik, el caos transformador que marca un cambio dentro del ciclo vital de la cosmogonía andina.
Deseamos larga vida a esta propuesta escénica para que mucha gente pueda verla y con su ayuda poner sobre la mesa las preguntas que requerimos responder para encontrarnos en el pasado contado desde otro lugar.