Insultante, irracional, indigno me parece que usted y como usted gobernadores, presidentes municipales, legisladores, funcionarios de todos los niveles y todos los partidos gasten cada año tantos miles de millones de pesos, de nuestros impuestos, en promover su “imagen pública”.
Ustedes creen que somos imbéciles.
Es más, trabajan activamente para que como tales nos comportemos millones de mexicanas y mexicanos. En eso, en el maquillaje, en el artificio cifran sus expectativas de mantenerse en el poder.
Olvidan que, como dice don Miguel de Unamuno, “de escultores y no de sastres es la tarea” y nos someten, cotidianamente, a un inclemente bombardeo publicitario.
Todos los medios, en todos los horarios, todos los días. Están ahí empeñados en el autoelogio.
Siguen así, puntualmente, las enseñanzas de Joseph Goebbels. Ese que condujo a la nación de Goethe, de Schiller, de Hegel a la adoración de un asesino, a perpetrar el holocausto.
Así de perverso y efectivo puede ser el poder de la propaganda cuando disponen, los que la hacen, de todos los recursos del Estado.
Por mucho superan los dineros que aquí se empeñan en tan triste tarea a los que tuvo a su disposición Goebbels.
Mucho ha avanzado la tecnología desde entonces. Más fácil resulta ahora manipular, suplantar la voluntad ciudadana.
De la mano de expertos y charlatanes pulsan ustedes, desde el poder, los más primitivos instintos; el miedo, el odio a la diferencia, la intolerancia. Explotan así mismo los recursos propagandísticos más viles, mienten una y otra vez hasta convertir en verdad esas mentiras.
Con más de 53 millones de pobres, 27 millones de ellos en pobreza alimentaria, resulta señor Peña Nieto, dejemos a un lado los eufemismos, verdaderamente criminal que se dilapide tanto dinero público en campañas publicitarias y spots.
No es a punta de slogans que ha de gobernarse un país herido como el nuestro. Herido y saqueado por este régimen corrupto que tanto daño ha hecho a México.
Acciones necesitamos, no spots.
Decencia, integridad, verdadera vocación de servicio de quienes nos gobiernan y no el perverso culto a la personalidad, propio de los regímenes totalitarios, al que, sin recato alguno nos exponen.
En ninguna democracia disponen, a su antojo, los gobernantes de tantos recursos y espacios para auto promoverse.
En ninguna democracia los medios se convierten tan fácilmente, como en México, en espejo para los gobernantes. Y eso, señor Peña Nieto, no les basta. A saco entran en la hacienda pública para hacer sus spots.
En un país en el que no hay medicinas ni camas ni equipos en los hospitales públicos.
En el que tantos millones de personas sufren pobreza alimentaria y hay tantas escuelas sin piso, sin baños, sin servicios de ningún tipo.
Aquí donde las carreteras se desgajan, los puentes se caen, el fango borra del mapa poblaciones asentadas en lugares de riesgo y no hay dinero para auxiliar a los damnificados.
En este país donde más de 7 millones de jóvenes, que ni estudian ni trabajan, viven expuestos a las acechanzas del crimen organizado y no tienen otro horizonte que cruzar la frontera.
Aquí, en esta patria empobrecida y desangrada, que usted se empaña en presentar, como si con repetirlo tantas veces bastara, como exitosa y competitiva.
Aquí, señor Peña Nieto, urge que guarde silencio. Que cese la estridencia propagandística del régimen. Que se acabe el dispendio.
40 mil millones de pesos gastó en imagen y publicidad Felipe Calderón. Al ritmo que usted gasta, en ese mismo rubro, superará esa cifra. Otro tanto hacen muchos gobernadores que, desde tan temprano se disputan su puesto.
Le exijo —y otro tanto hago al Legislativo, a gobernadores, presidentes municipales— que cancelen de inmediato todo gasto en publicidad e imagen. No queremos señor Peña Nieto, y estoy seguro que muchas y muchos ciudadanos más estarán de acuerdo, que gaste ni peso más en su “imagen”, ni un centavo más para promover su gobierno e imponer sus reformas.
Publicado originalmente el 4 de noviembre en revoluciontrespuntocero.com
Foto: animalpolitico.com