En medio de la polémica por la cancelación o construcción del NAIM y el Tren Maya, el columnista reflexiona sobre lo mejor para México: tren o avión.
Por Antonio Gershenson| La Jornada.
Regeneración, 14 de octubre de 2018.- Vamos a verlo, y en qué condiciones. En general, el tiempo a esperar es mayor en el aeropuerto. Lo menos es de media hora, y no en la mayoría de los casos. Es más común la espera de una hora, y existen destinos de vuelos con tiempos mayores.
En el caso de los ferrocarriles el lapso de espera para iniciar el viaje puede ser de entre 15 y 30 minutos. Podríamos, para efectos de comparación, suponer para aviones en vuelos no muy largos un tiempo promedio de 45 minutos de lapso de espera, y un promedio de 20 minutos para trenes.
Por ejemplo, en un vuelo de México a Veracruz un tiempo total de 75 minutos en el aeropuerto, entre espera y vuelo, una hora y 15 minutos.
Un ferrocarril de alta velocidad, que opera a 400 kilómetros por hora, tardaría entre una hora y una hora con 15 minutos; se iguala el tiempo, si agregamos que el aeropuerto suele estar lejos de la vivienda o destino final de los usuarios. Así, ya vemos que será más rápido viajar en tren que en avión. Obviamente, será más barato usar el primero que el segundo para el público usuario.
Por supuesto, la gran mayoría estaremos contra la construcción del nuevo aeropuerto, sobre todo sabiendo de éstas y otras posibilidades de transporte.
Los ferrocarriles que hoy operan a 300 y 400 kilómetros por hora son manufacturados principalmente en China, pero se podrían empezar a fabricar en México, primero componentes y luego irlos armando en su totalidad. De ese modo, tendríamos una red creciente hasta resolver un problema de transporte de manera más amplia, no sólo para turistas que quieran viajar al sureste del país.
Hay que ir recuperando para la nación lo que nos fueron quitando, y avanzar más en todos los sentidos. Por ejemplo, en cuanto al petróleo, debemos recobrar la plena capacidad de la nación para explorar, extraer y procesar éste.
Es muy importante que el nuevo crecimiento sea lo más razonable y natural posible, tanto en el caso del crudo extraído como los productos derivados de éste.
El precio del petróleo ha subido. El Istmo, de México, sin ir más lejos, ha pasado en el último año, de 50 a 70 dólares por barril. Y la causa mayor, a la vista de estos aumentos, es la alianza entre el mayor productor exportador de petróleo en el mundo, Rusia, y los integrantes de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), sobre todo con Arabia Saudita, el segundo exportador del mundo.
Hoy el gobierno de Vladimir Putin no falta a ninguna reunión de la OPEP, donde se han puesto de acuerdo en niveles de producción y exportación para tratar de controlar los precios del hidrocarburo que suben y suben.
En México se habla de encuentros sobre petróleo crudo ligero. Es importante no entregarlo, ni siquiera por compromisos de burócratas salientes. El trabajo debe hacerlo Pemex, con personal propio y capaz.
Hemos hablado, también de obras rápidas, como una primera refinería de poco más de un año en Poza Rica, Veracruz, con tecnologías modulares.
En México debe ser Pemex el que haga las principales obras, incluyendo claro la realización de las perforaciones para petróleo y gas, no las transnacionales, y deben capacitar mejor a su personal.
Y hacer sus vías y sus ferrocarriles que operen a 300 y 400 kilómetros de velocidad.
Con todo esto será factible crear más empleos en México.